lunes, 23 de marzo de 2009
De niños y linces: el pésimo marketing de la iglesia española
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Sociedad en Blog personal por Sociedad
La imagen del bebe junto al cachorro de lince (no ibérico, por cierto) ha sido muy comentada por los medios de comunicación, y seguro no serán muchos los españoles a los que no les suene de nada la comparación establecida por los creativos de publicidad. El sentido del anuncio es subrayar que la ley española protege con celo la vida de especies en peligro de extinción, como el lince ibérico, pero con la nueva ley va a facilitar considerablemente el aborto de seres humanos


Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Junto con China, la iglesia católica es el único estado que ha sobrevivido a miles de años de historia. Por algo será, eso a nadie le quepa duda. Quizá por eso sorprendan más los errores de bulto que en ocasiones comente la jerarquía católica, pues su experiencia histórica debería iluminarla mejor a la hora de dar pasos en determinados ámbitos. En este sentido, el último ejemplo de metedura de pata es el que cabe imputarle a los mandamases católicos españoles en su campaña en contra de la nueva ley sobre el aborto que prepara el gobierno progre de Zapatero y la incalificable Bibiana Aído.

El error es un error de marketing publicitario que cualquier estudiante de primero de dicha asignatura no hubiera cometido jamás, y sé de lo que hablo, pues doy clase a casi imberbes aspirantes a publicistas. Me explico. Si nunca es recomendable intentar “venderle” a alguien un “producto” sin explicarle sus evidentes virtudes, lo que es inadmisible es que intentes “colocárselo” atacando de alguna manera algo muy querido, apreciado o valorado por él. Es como si a un cliente le quieres vender un coche y para empezar le mentas a la madre. Mal camino llevaríamos.

Pues algo parecido les ha ocurrido a nuestros obispos. No han tenido mejor idea para posicionarse frente a la construcción de la nueva ley abortista zapateril que meterse, aunque sólo sea de forma indirecta, con las leyes de protección al casi extinto lince ibérico y por extensión al resto de animales en peligro.

No, no trato de posicionarme aquí en tema tan delicadísimo y extremadamente complejo como el del aborto. Para dilucidar sobre tamaña cuestión con alguna idea o conocimiento, doctores tiene tanto la santa madre iglesia como la no menos santa madre ciencia. Ni siquiera pretendo rozar el caso, y menos frivolizar sobre el mismo. No me lo perdonaría. Lo que quiero destacar aquí es la, a mi juicio, pésima campaña publicitaria confeccionada para llamar la atención del ciudadano y hacerlo reflexionar.

Cartel de la campaña de la iglesia católica española contra la nueva ley del aborto

Cartel de la campaña de la iglesia católica española contra la nueva ley del aborto

¿Pésima? Sí, y continúo explicándome. Considero que una campaña de publicidad es un éxito (en un caso tan singular como el que nos ocupa), cuando logra atraer positivamente la atención del público sobre la causa que defiende, y no cuando la atrae pero para suscitar un rechazo palmario o al menos sensible. Es indudable que la campaña ha logrado uno de los objetivos esenciales de toda publicidad: llamar la atención. Sí, la imagen del bebe junto al cachorro de lince (no ibérico, por cierto) ha sido muy comentada por los medios de comunicación nacionales y a buen seguro no serán muchos los españoles a los que no les suene de nada la comparación establecida por los creativos. Incluso la idea básica sobre la que se ha construido dicha publicidad es acertada desde un punto de vista discursivo, siempre, insisto, sin entrar en el fondo de la cuestión, pues sus vericuetos morales, éticos, religiosos, científicos sencillamente me anonadan. El sentido del anuncio es subrayar que la ley española protege con celo la vida de especies en peligro de extinción, como el lince ibérico, pero con la nueva ley va a facilitar considerablemente el aborto de seres humanos.

Bien, la idea, insisto, puede ser efectiva y efectista a la vez, pero a mi juicio algo ha fallado estrepitosamente. Y el casus belli evoca directamente la técnica publicitaria. Se ha querido poner en un platillo de la balanza la figura de un bebe risueño y en el otro la de un cachorrito de lince con enormes ojazos y expresión tranquila. Vamos, que si me dice que a quién prefiero llevarme a casa me asaltarían serias dudas.

En efecto, las imágenes elegidas aparecen, se lee, como símbolos contrapuestos en un error de puesta en escena sencillamente gravísimo. El mensaje que se transmite, o que bien puede colegirse que se transmite en una lectura superficial (la mayoritaria), es que a la iglesia católica española le importa una filfa la supervivencia del lince ibérico y con él la de todos los pobres animalitos en peligro de extinción. Cualquiera con dos dedos de frente puede suponer que el mensaje que se ha querido transmitir no es precisamente ése, pero la mala publicidad puede conllevar estas cosas, y la campaña, tal como está concebida, ofrece sin necesidad ninguna más de un flanco desnudo para que a la jerarquía católica le den hasta en el cielo de la boca (y con razones cargadas) desde cualquier ecologista de turno hasta el progre más recalcitrante, pasando por cualquier ciudadano tipo medio que no entiende qué demonios tendrán que ver las churras (los pobres niños) con las merinas (los pobres linces).

Sean un poco linces señores obispos, y cambien ipso facto de discurso para defender sus ideas, o al menos, cambien de agencia de publicidad.
 

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