jueves, 12 de marzo de 2009
Una sencilla aproximación al “estalinismo”
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Ciencias sociales en Blog personal por Historia
La victoria de las tesis de Stalin fue el primer paso de un proceso que condujo al “estalinismo”, fundado en la cruel dictadura de Stalin, y en la puesta en marcha del “gran salto hacia delante” soviético. Stalin consideraba que la improbabilidad de extender la revolución a Europa en aquel momento y el aislamiento de la URSS, era necesario proceder a una industrialización acelerada que la convirtiese en una gran potencia. A su muerte las propias autoridades soviéticas condenaron sus métodos y la mayor parte de los partidos comunistas rechazaron el estalinismo
Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

Algunos lectores de estos post con los que tengo algún contacto personal, me instan a escribir más sobre cuestiones de historia, ya que dicen que les están viniendo bien las “aproximaciones” aquí plantadas a modo de repaso. Incluso las estadísticas de lectura que diariamente me hace llegar el director de Ojos de Papel indican que los temas relacionados con la historia tienen los mejores números de seguidores. En este sentido, dejo aquí un mínimo acercamiento a lo que fue en determinados aspectos el régimen de Stalin en la Unión Soviética de los años treinta y cuarenta.

La victoria de las tesis de Stalin fue el primer paso de un proceso que condujo al “estalinismo”, fundado en la cruel dictadura de Jossif Vissarionovich Yugachvili (Stalin) y en la puesta en marcha del “gran salto hacia delante” soviético. Stalin consideraba que ante la improbabilidad de una extensión de la revolución a Europa en aquel momento y el aislamiento de la URSS, era necesario proceder a una industrialización acelerada que la convirtiese en una gran potencia, asegurando su independencia y defensa, creando  al tiempo las bases necesarias para la construcción del socialismo. Para ello optó por la solución propuesta por sus antiguos opositores, marcando como objetivo prioritario el desarrollo de la industria pesada y armamentística a través de una economía de planificación estatal. El instrumento para llevar a cabo esta industrialización acelerada fueron los planes quinquenales, el primero de los cuales se puso en marcha en 1928, que fijaban ambiciosos objetivos de producción y reorganización económica para períodos de cinco años. Los planes aspiraban a multiplicar la producción industrial, dotando a la URSS de una industria de base y militar equiparable a la de las potencias capitalistas. Al tiempo se pretendía avanzar en la nacionalización de la industria, la colectivización de la agricultura y el control estatal de la economía.

Uno de los aspectos económica, social y políticamente más relevantes de este proceso fue la colectivización de la agricultura, invitando a los campesinos a integrarse en los koljoses. Sin embargo la oposición de muchos “kulaks” a la integración fue eliminada mediante expropiaciones y deportaciones masivas, al tiempo que los agricultores modestos eran presionados para integrarse en el sistema. A la altura de 1936 la colectivización era casi completa, al estar un 90% de los campesinos integrados en los koljoses, a costa de un amplio uso de la represión y del estancamiento durante los primeros años de la producción agraria tanto por la improvisación y rapidez de la colectivización como por las múltiples resistencias a la misma.

En el terreno industrial se eliminó la industria privada y se realizaron fuertes inversiones en grandes obras públicas (embalses, comunicaciones) y en industrias de base (electricidad, siderurgia, minería, armamento). También se nacionalizó el comercio y se mejoraron en gran medida los transportes. Para mejorar el rendimiento de los trabajadores se recurrió a multiplicar los programas de enseñanza técnica y a favorecer la productividad laboral mediante procedimientos competitivos y propagandísticos (estajanovismo). El resultado fue que en apenas una década la Unión Soviética se convirtió en una potencia industrial de primer orden, alcanzando el tercer puesto en la economía mundial detrás de EEUU y Alemania.



El culto a la personalidad de Stalin (vfídeo colgado en YouTube por lazarodesouzagomes)

Políticamente el estalinismo se definió por su carácter de dictadura personal fundada sobre un sistema de partido único y un extenso uso de los métodos represivos. En la teoría se mantenían toda una serie de instituciones y normas heredadas del período anterior, reformadas en 1936 al promulgarse una nueva Constitución que aseguraba la dirección del país por el PCUS, el carácter socialista de la economía y la organización federal del Estado. En la práctica el dictador controlaba todos los resortes del poder a través de un partido que también mantenía bajo estrecho control, al tiempo que se desarrollaba el culto a la personalidad de Lenin y del propio Stalin. La represión se hizo especialmente dura e indiscriminada en el período de las grandes purgas de 1935-1939, procediéndose a masivas depuraciones en el PCUS (incluyendo a numerosos dirigentes de la Revolución de Octubre como Kámenev y Zinoviev), el Ejército Rojo (que perdió muchos de sus mejores oficiales), la burocracia y el mundo cultural (Gorki). Mediante acusaciones falsas o genéricas, delaciones y torturas, así como grandes juicios en los que los acusados se autoinculpaban, millones de personas fueron detenidos, asesinados, encarcelados y deportados, y muchos de ellos fueron eliminados o murieron de penalidades sufridas en los “gulag”. El resultado fue el asentamiento de un Estado policial basado en el terror y una masiva purga del partido, que pasó de 3,5 millones de afiliados en 1933 a 1,9 millones en 1938.

La escena cultural resultó también muy afectada, al acabarse con la anterior etapa de pluralismo y dinamismo, para asegurar un control absoluto del partido sobre el arte y la cultura, imponiendo la estética del realismo socialista y las opiniones personales de Stalin. El dictador se convirtió también en intérprete único de la ideología del partido, imponiendo una versión esquemática y deformada del marxismo-leninismo. En todo caso los logros económicos de la Unión Soviética, la aspiración a una revolución socialista y el desarrollo alcanzando por la educación y la cultura populares en la URSS explican el amplio atractivo que sintieron muchos de los intelectuales y artistas europeos de la época por el comunismo y el régimen soviético.

La política exterior soviética estuvo marcada por el aislamiento hasta 1934, pasando desde entonces a un cambio de estrategia basado en la búsqueda de alianzas, especialmente ante la creciente amenaza que suponían Alemania y Japón. En 1934 la URSS ingresó en la Sociedad de Naciones y en 1935 firmó un pacto defensivo con Francia, buscando en los años siguientes forjar algún tipo de alianza defensiva con Francia y Reino Unido frente al expansionismo nazi, sin excesivo éxito. La III Internacional también dio un viraje a su política en 1935 con la doctrina de los frentes populares, que animaba a los partidos comunistas a aliarse con fuerzas socialistas, reformistas y liberales para formar frentes antifascistas. Como veremos, en vísperas de la II Guerra Mundial, ante la amenaza del belicismo alemán y las escasas garantías de los países occidentales a la URSS ante un eventual ataque de la Wehrmacht, Stalin cambió radicalmente de política, dando lugar al pacto germano-soviético de no agresión (Von Ribentrop-Molotov).

Dadas las diferencias existentes entre la etapa de Lenin y la de Stalin, así como las aún mayores entre las ideas de Marx y el estalinismo, existe un amplio debate en relación con el carácter del sistema impuesto por Stalin. Algunos autores han defendido la llamada “tesis de la continuidad”, que destaca los elementos autoritarios ya existentes en la era de Lenin (supresión de la oposición, partido único), de los cuales el estalinismo sería una prolongación o profundización. Otros historiadores defienden la “tesis de la ruptura”, considerando que el estalinismo supuso una ruptura, una desviación y una deformación de la Revolución de 1917, destacando las diferencias sustanciales con el período anterior. A la muerte de Stalin las propias autoridades soviéticas condenaron sus métodos y la mayor parte de los partidos comunistas rechazaron el estalinismo.

***


Última reseña de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:

-Justo Serna: Héroes alfabéticos. Por qué hay que leer novelas (PUV, 2008)