jueves, 5 de marzo de 2009
El nazismo en la Alemania de Hitler
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Ciencias sociales en Blog personal por Historia
El otro régimen fascista por excelencia, además del italiano, al tiempo que el más particular por sus caracteres propios, por su extremismo y por los terroríficos resultados de su actuación, fue el de la Alemania nazi. De modo similar al caso italiano, el nazismo llegó al poder en el país germano aprovechando la crisis de la República de Weimar, la división de las demás fuerzas políticas y la condescendencia o apoyo de los sectores conservadores
Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

El otro régimen fascista por excelencia, además del italiano, al tiempo que el más particular por sus caracteres propios, por su extremismo y por los terroríficos resultados de su actuación, fue el de la Alemania nazi. De modo similar al caso italiano, el nazismo llegó al poder en el país germano aprovechando la crisis de la República de Weimar, la división de las demás fuerzas políticas y la condescendencia o apoyo de los sectores conservadores. La República de Weimar, proclamada en noviembre de 1918 tras la abdicación del emperador Guillermo II, pretendió en la primera posguerra la regeneración nacional y la edificación de una democracia parlamentaria. Sin embargo vivió entre dificultades permanentes hasta su definitivo hundimiento, en buena medida porque nunca contó con un consenso generalizado entre la población y estuvo permanentemente amenazada por los extremismos de derechas y de izquierda, frente a los cuales se defendió dejando de lado de los principios democráticos, poniendo, por tanto, en tela de juicio su legitimidad. La izquierda socialista hizo estallar en 1919 la revuelta espartaquista, derrotada por el propio Partido Social-Demócrata bajo el gobierno de Ebert, recurriendo a la colaboración de elementos contrarrevolucionarios y a una dura represión. Mientras la izquierda socialista pasó a integrar el Partido Comunista, la política reformista de los socialdemócratas cuajó en la Gran Coalición, establecida con los partidos del centro-derecha, que fue la base de una república democrática, federal y parlamentaria. Este régimen, superado el primer desafío, hubo de hacer frente en 1920 al intento golpista de Kapp, que perseguía imponer una dictadura militar conservadora.

En realidad eran muchos los alemanes imbuidos de ideas nacionalistas y resentidos por la derrota en la guerra mundial y las duras condiciones impuestas a Alemania por las potencias vencedoras, que achacaban a la “puñalada por la espalda” y a la naciente República. Dentro de este ambiente antidemocrático y nacionalista de la posguerra alemana estaba Adolf Hitler y su Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), que en 1923 protagonizaron un fallido intento golpista (“putsch de la cervecería” o de Munich), que acabó con el líder nazi en la cárcel. Adolf Hitler era un político de origen austriaco, con una trayectoria vital mediocre hasta el estallido de la I Guerra Mundial. Durante el conflicto luchó como voluntario en el ejército alemán, en el que permaneció hasta 1920, reforzando sus ideas antisemitas, belicistas y antidemocráticas. En Munich se unió en 1919 al ultranacionalista Partido Obrero Alemán, luego Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo, del que se convirtió al poco en dirigente o führer, imponiendo su liderazgo absoluto. Hitler se dispuso desde el primer momento a hacer del partido nazi un movimiento de masas y utilizó el nacionalismo y el antisemitismo como bases de su discurso y de su creciente popularidad. A semejanza del fascismo, la ideología nazi abogaba por un Estado nacional fuerte reconciliador de las clases sociales: la lucha de clases sería superada por medio de un “socialismo nacional”, fórmula sólo en apariencia anticapitalista que resultó atractiva a las clases medias. En todo caso, la idea motriz del nacionalsocialismo era la preservación de la pureza racial y la aniquilación de los enemigos de Alemania: los demócratas, los marxistas y los judíos, tal como expuso Hitler en su principal obra “Mein Kmapf”, escrita durante su breve estancia en prisión.



Documental de Leni Riefenstahl, Triunfo de la voluntad (1935). Parte I: Discurso de Hitler (vídeo colgado en YouTube por andersonlamarca)

Tras su salida de la cárcel gracias a una amnistía en 1924 Hitler, asistido por su lugarteniente Rudolf Hess, retomó la dirección del Partido Nazi, que convirtió en una eficiente organización jerárquica articulada por el principio del caudillaje, sumando al partido significativos apoyos militares y organizaciones paramilitares como las Secciones de Asalto forjadas por Ernest Roehm (o Röhm). Además de reorganizar el partido para transformarlo en un movimiento de masas, adoptó la táctica parlamentaria de apariencia legal, moderando sus planteamientos (en especial los socializantes y anticapitalistas, reducidos a la condena de la dominación financiera judía) y exhibiendo de forma dosificada su programa e intenciones. En este proceso, el partido ganó en cohesión tras los Congresos de Weimar (1926) y Nuremberg (1927) y se crearon las SS (Secciones de Protección del Führer). En 1928 el partido consiguió 800.000 votos, lo que le hacía aún muy minoritario, pero con una base relevante.

La marcha al poder del nazismo encontró un aliado en la crisis económica y política de la República de Weimar. Entre 1924 y 1928 la situación de Alemania había sido de estabilidad gracias a las mejoras tanto del panorama interno como exterior. La recuperación económica tuvo su correlato en la consolidación de los partidos de la Gran Coalición y en el frenazo de las tendencias políticas antirrepublicanas de izquierda y de derecha. Desde de 1929 la situación cambió radicalmente y un número creciente de alemanes se dejó seducir por la teoría nazi de la crisis como resultado de una conspiración de judíos y comunistas. Hitler consiguió atraer el voto de millones de ciudadanos prometiendo reconstruir una Alemania fuerte, crear puestos de trabajo y devolver la gloria nacional. En las elecciones de 1930, a comienzos de la crisis económica, tuvo lugar un hundimiento electoral de los partidos de la coalición y un fuerte ascenso del nazismo, que pasó de 28 a 107 escaños, así como del comunismo (77 escaños). El partido nazi continuó creciendo en los dos años siguientes aprovechando la situación creada por el aumento del desempleo, por la acentuación de la crítica situación económica y social del país, por el miedo al comunismo y por la falta de decisión de sus rivales políticos. Hitler obtuvo 13’4 millones de votos en las elecciones presidenciales de 1932 (ganadas por Hindenburg), mientras que la prohibición de las SA y las SS no logró parar sus violentas acciones callejeras contra los comunistas. Además el fracaso de la política económica deflacionaria, unida a la falta de apoyo parlamentario por la división de las fuerzas políticas que le sostenían y el crecimiento de las opciones extremistas hicieron dimitir al canciller Brüning en mayo de 1932.



Documental de Leni Riefenstahl, Triunfo de la voluntad (1935). Parte II (vídeo colgado en YouTube por andersonlamarca)

En las dos elecciones de 1932 los nazis obtuvieron respectivamente 230 y 196 escaños, convirtiéndose en una fuerza clave. En esta coyuntura el presidente Hindenburg, un veterano militar ultraconservador, prefirió nombrar canciller a Hitler al frente de una gobierno de coalición, pensando que el radicalismo nazi podría ser moderado y controlado por los sectores conservadores. De esta manera Hitler fue designado canciller en enero de 1933, nombrando un gobierno integrado por sólo dos ministros nazis (Goering y Frick) y una mayoría de ministros procedentes de partidos derechistas.

Sin embargo una vez que accedió a la dirección del país, Hitler acometió una rápida transformación de Alemania en una dictadura totalitaria gracias a una combinación de métodos legales e ilegales, de represión y apoyo popular. En febrero de 1933 utilizó el incendio del Reichstag, falsamente atribuido a un complot comunista, para suspender las garantías constitucionales. Al mes siguiente unas nuevas elecciones celebradas en medio de un amplio despliegue propagandístico y coactivo nazi convirtieron al NSDAP en la primera fuerza política. Inmediatamente, tras conseguir la mayoría parlamentaria gracias al derechista Partido Popular Nacional, se procedió a transferir el poder legislativo al ejecutivo por cuatro años (Ley de Defensa del Pueblo y del Estado). En el nuevo gobierno, más homogéneo, Hitler incorporó a Goebbels como Ministro de Propaganda, iniciándose un programa en diversos frentes (educación nacional, encuadramiento juvenil, formación de elites del nazismo) con el fin del adoctrinamiento de la población en el nazismo. Su propósito era controlar los medios de comunicación y galvanizar al pueblo alemán según sus directrices. Días más tarde, por la Ley de Reorganización de la Burocracia fueron excluidos de la administración los no arios y los no adictos al régimen. Se suspendieron las autonomías estatales, se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos, convirtiendo el NSDAP en partido único.

 

Documental de Leni Riefenstahl, Triunfo de la voluntad (1935). Parte III (vídeo colgado en YouTube por andersonlamarca)

En agosto de 1933 Hitler anunció el nacimiento del III Reich y simultáneamente el abandono de la Sociedad de Naciones. En enero de 1934 quedó autorizado a modificar la Constitución. En agosto murió el presidente Hindenburg y un Reichstag nazi nombró a Hitler presidente del Reich, lo que fue de inmediato confirmado por un plebiscito.

Al tiempo, el nazismo buscó afianzar su posición en todas las clases, sectores e instituciones, eliminando cualquier oposición. El ejército, remiso en un principio a los nazis, se puso en su práctica totalidad detrás de Hitler después de la noche de los cuchillos largos (30 de junio de 1934), cuando el dictador dispuso el fusilamiento de Roehm y de los principales jefes de las SA, así como de otros dirigentes nazis adversarios suyos. Con ello puso fin a la competencia y tirantez entre las SA y el ejército (Wehrmacht), al tiempo que acabó con toda oposición dentro del partido a su persona y a su política. El ejército, cómplice de los acontecimientos, se convirtió en uno de los puntales del totalitarismo hitleriano. Las autoridades nazis tomaron asimismo el control de la economía, de los medios de comunicación y de todas las actividades culturales, haciendo depender los puestos de trabajo de la lealtad a su ideología: una ley transfirió al partido nazi el control de la burocracia y el sistema judicial y reemplazó los sindicatos por un Frente del Trabajo. Los resortes del control político quedaron completados con la creación en abril de 1933 de la Gestapo, la policía secreta del Estado. Fue ésta la principal agencia del nazismo en el desarrollo de las detenciones en campos de concentración para intimidar a sus oponentes, donde al principio fueron a parar sobre todo comunistas y opositores de izquierda, luego para todo tipo de opositores, judíos, gitanos y homosexuales.



Documental de Leni Riefenstahl, Triunfo de la voluntad (1935). Parte IV (vídeo colgado en YouTube por andersonlamarca)

La política antisemita se desarrolló en principio de manera progresiva, a través de sucesivas leyes depurando el funcionariado, retirando a los judíos la ciudadanía, prohibiéndoles el ejercicio de profesiones y con medidas de presión. Desde 1938 las medidas antisemitas se dispararon, siendo la Noche de los Cristales Rotos de noviembre de ese año el pistoletazo de salida de la persecución sistemática de los judíos, traducida legalmente en la Ley de Exclusión de la Vida Alemana (prohibición actividades económicas, venta de todas sus propiedades, expulsión escuelas, etc.). El objetivo de los nazis era convertir Alemania en una Comunidad Nacional vertebrada según el principio racial, cuya cohesión implicaba la supresión de cualquier amenaza interna de degeneración, considerando a los judíos como enemigos del Estado y la raza aria.

Al tiempo, la definitiva consolidación de la dictadura nazi vino del lado de la economía. El éxito económico nazi en el aumento de la producción y en la práctica desaparición del paro, que era de casi 6 millones en 1933, hizo olvidar al pueblo alemán los sacrificios impuestos por la política de autarquía y rearme. Los nazis estimularon la iniciativa privada, favorecieron la concentración, controlaron las relaciones laborales y combatieron el desempleo, a través de una política de grandes obras públicas y de rearme intensivo. Sin embargo Alemania carecía de recursos suficientes para hacer viable su proyecto económico autárquico, por lo que desde 1936 se buscó como solución la conquista del denominado “espacio vital”, dando lugar a una política de expansión territorial que desembocaría en la II Guerra Mundial.



Documental de Leni Riefenstahl, Triunfo de la voluntad (1935). Parte V (vídeo colgado en YouTube por andersonlamarca)


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