Juan Antonio González Fuentes
Érase una vez una gran coalición militar, encabezada por los EEUU, que invadió un país de oriente de nombre Irak, en el que decían se guardaban armas de destrucción masiva con las que podían llevarse a cabo masacres en países occidentales más terribles que la ocurrida tiempo antes en la ciudad de Nueva York.
El ejército de Irak, no hacía muchos años, había invadido un país cercano conocido como Kuwait, y con no muy lejana anterioridad había guerreado durante tiempo y tiempo contra su vecino Irán, con un resultado de cientos y cientos de miles de muertos. Irak, por aquel entonces, estaba gobernada por un conocido sátrapa genocida llamado Sadam Hussein, quien entre otras muchas tropelías llevaba tiempo empeñado en limpiezas étnicas en el territorio por el dirigido con mano de hierro.
Y en efecto, Irak fue invadido, los aliados nunca encontraron las armas de destrucción masiva, y el dictador fue derrocado, juzgado y condenado por un tribunal de su propio pueblo.
Mientras esto sucedía, buena parte de la “progresía buenista” del mundo occidental, desde hacía décadas bien comida y mejor vestida, se lanzó a la calle para protestar contra la invasión del país árabe y, poniendo en su boca indignada palabras tan hermosas como Derecho Internacional y un genérico y angelical ¡No a la guerra!, encabezó manifestaciones a favor de la paz en el mundo apedreando al menor descuido embajadas norteamericanas y británicas allá donde se encontraran.
En nuestro país, la querida España, los progres más conocidos, solidarios y buenistas de la farándula con sede en el mismo centro del Ruedo Ibérico, rasgaron sus camisas de Dolce & Gabbana, adquiridas con el sudor de su frente, e indignados por la política pro americana de la malvada y diabólica derechona españolista y taurina de toda la vida, no perdieron oportunidad de protestar con valor y singular osadía en cuanta ceremonia y acto televisado y fotografiado les reunía para recoger los merecidos premios que por su magnífico trabajo habían cosechado en todo tipo de producciones subvencionadas generosamente, por lo general, a cargo de los dineros públicos; estos sí, de todo signo y condición.
Los Ana, Víctor y Bosé de turno, los Bardem en familiar tropel, los Ríos y Sabinas de fiebres del sábado noche, los Boris y Zerolos unidos en despampanante arco iris cantando arrobados Over the rainbow con pelos en las piernas, los García Montero y demás versificadores de sobrada experiencia…, y todos los buenistas, solidarios, alternativos, progresistas y republicanos izquierdistas de toda, toda la santa vida de Dios…, protestaron públicamente cuanto pudieron y les dejaron (que fue mucho) contra la invasión imperialista y petrolífera de los insaciables USA y de sus indignos monaguillos correveidiles europeos, con la vergonzante derechona bigotuda hispana a la cabeza bajándose los pantalones con tal de salir en la instantánea de un foto/matón (qué juego de palabras me ha salido!!!) de las Azores.
Ana Belén y Víctor Manuel
No a la guerra, sí a las salidas dialogadas de los conflictos, no al mercadeo que conlleva toda guerra, sí a la aplicación estricta de la legalidad internacional, no al imperialismo trasnochado de los americanos, fuera Bush, fuera Blair, fuera Aznar… Todo er mundo e güeno, zii zeñó!!! Sí a la solidaridad, la confraternización, los besos, los abrazos, la alianza intergaláctica de civilizaciones… Qué la fuerza nos acompañe!!! Imagine!!!, demos una oportunidad a la paz!!!…
La verdad es que me embarga la emoción pensando en aquellos momentos de solidaridad tan increíblemente sinceros y, de verdad, tan generosos y abiertamente solidarios, tan ajenos a la mezquindad de los intereses políticos, tan correctos, tan nuestros, tan espontáneos, tan nobles y decentes…
Sin duda, esta podría ser una historia hermosa y edificante, un ejemplo a tener en buena cuenta por muchos de nosotros si aquí encontrara su punto y final. Pero no, esta historia tiene una adenda, un añadido. Resulta que hace unas semanas un país independiente, Georgia, fue invadido por el ejército ruso. Unas pequeñas zonas de Georgia querían independizarse de la república, y ante la negativa del gobierno central y la consiguiente sublevación de los secesionistas, Rusia, la ex URSS, invadió con sus tanques, soldados y aviones de combate el territorio de la independiente Georgia.
El ejército ruso penetró en Georgia con toda facilidad, kilómetros y kilómetros. En apenas 3 ó 4 días masacró a más de 2.000 georgianos, casi todos civiles, destruyó cientos de infraestructuras básicas, provocó el éxodo de cientos de miles de personas, aniquiló una parte importante del ejército de Georgia, declaró unilateralmente independientes los territorios secesionistas contra las leyes internacionales, llevó a cabo una limpieza étnica encubierta y de consecuencias imprevisibles y, finalmente, amenazó al resto del planeta advirtiendo de que no iba a tolerar ninguna intervención foránea.
Pues bien, en esta singular y propicia ocasión, ni Ana, ni Víctor, ni Boris, ni Zerolo, ni nadie de la familia Bardem, ni ningún señalado buenista progre de la farándula patria ha dicho esta boca es mía. Ninguno ha interrumpido sus bien ganadas vacaciones veraniegas o sus bolos millonarios, ninguno ha salido públicamente a denunciar las atrocidades rusas, ninguno se ha puesto un lacito de color como símbolo de su tristeza y repulsa, ninguno se ha manifestado frente a la embajada rusa en Madrid como señal de protesta y demandando la retirada inmediata del ejército rojo de territorio georgiano, ninguno se ha acordado solidariamente de los georgianos perseguidos, ninguno se ha rasgado las vestiduras ante la limpieza étnica perpetrada por los del fusil kalashnikov al hombro, ni uno sólo de nuestros progres de carné y canon digital ha querido o quiere llevar a Putin ante un tribunal internacional por crímenes contra la humanidad, ninguno ha organizado manifestaciones contra el intervencionismo imperialista ruso, ninguno, repito, ha abierto el pico para señalarse.
Todos sin distinción han mirado hacia otro lado, no se han dado por enterados. Todos han seguido cantando, interpretando, escribiendo…, como si tal cosa. Todos han seguido tomando el sol en la playa, esperando que el moreno de su piel ayude a no delatar el rojo natural de su profunda desvergüenza.
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente