Juan Antonio González Fuentes
En más de una ocasión ya hemos hablado en estas mismas páginas electrónicas del auténtico fenómeno actual en el mundo de la ópera y más significativamente en el del bel canto. Me refiero al joven tenor peruano Juan Diego Flórez (Lima, 1973), sin duda ninguna el mejor representante en la actualidad del canto belcantista dentro, claro, de su cuerda tenoril.
Juan Diego Flórez, construyendo hasta ahora con paso serio y firme una carrera de coherencia pasmosa, va alcanzando metas, sobrepasando dificultades, rompiendo barreras y alcanzando hitos hasta ahora sólo al alcance de los más grandes, de los indiscutibles.
“La última” del tenor peruano es un hito más que lo eleva al rango de mito incipiente mucho más allá de moda pasajera y cíclica. Ocurrió hace unas semanas en uno de los coliseos operísticos por excelencia, el Metropolitan de Nueva York.
Viena 2007: Juan Diego Flórez interpreta el aria ¡Ah mes amis...! (vídeo colgado en YouTube por Gabba02)
Cantaba Flórez el papel protagonista de una de la óperas más representadas de Gaetano Donizetti, La fille du régiment, obra que generalmente se canta en su versión en francés. Esta ópera cómica tiene uno de los momentos cumbres por su belleza, gracia y dificultad extrema de toda la escritura belcantista para tenor, la celebérrima aria de los nueve “dos” que comienza ¡Ah mes amis...! Es esta, insito, un aria de dificultad extrema en la que el tenor debe evidenciar agilidades vocales de carácter casi circense, y a la vez gusto, elegancia e intención refinada y sutil en lo que está diciendo. Vamos, una prueba de fuego en la que lo más normal es pasar casi de puntillas para no abrasarse y dejarse las cuerdas vocales como torreznos chamuscados.
Pues bien, Juan Diego Flórez, dada su inmensa calidad vocal, su dominio portentoso del estilo, su técnica depurada, y su más que notable expresividad como cantante-actor, no sólo ha hecho de este aria una de sus más brillantes y demandadas cartas de presentación, es que además, prueba homérica de sus facultades, la bisa de forma no muy infrecuente.
Esto es lo que ocurrió en el Metropolitan neoyorkino ante un público entre enfervorizado y pasmado, ante un público con la boca abierta que no sabía muy bien si entregarse al ensimismamiento o a la locura definitiva y absoluta. Juan Diego Flórez cantó el aria de los nueve dos, y ante el delirio de los asistentes, sencillamente repitió la faena, marcándose los consabidos, inauditos y sobrecogedores dieciocho dos. El último en escalar este Everest vocal había sido el gran Luciano Pavarotti en una mítica y recordada velada de hace casi tres lustros, 1994.
Los dos, Pavarotti y Juan Diego Flórez, tras sus respectivas hazañas, salieron por la puerta grande que sólo se abre en contadísimas ocasiones. Una puerta grande que en la ciudad de los rascacielos consiste en ocupar la portada del día siguiente de uno de los periódicos más famosos, leídos y respetados de todo el globo terráqueo: la portada de The New York Times.
NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de
Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.