miércoles, 30 de abril de 2008
Alphonsine Plessis: la dama de las camelias, la Traviata de Verdi
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Artes en Blog personal por Música
Alphonsine Plessis fue una muchacha de vida más que azarosa que sirvió de inspiración a la “Dama de las camelias” de Dumas hijo y, de rebote, a la “Traviata” de Verdi

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

En 1853 Giuseppe Verdi estrenaba en el teatro La Fenice de Venecia su ópera La Traviata, dos meses después de haber estrenado en Roma Il Trovatore y poco menos de un año de haber puesto en escena por vez primera Rigoletto, también en el teatro veneciano. Con el estreno de La Traviata Verdi puso punto final a lo que él mismo llamó “años de galeras” y también a la que más adelante sería conocida como la trilogía romántica: las tres óperas escritas en poco más de un año que hoy forman parte del corpus verdiano más popular y aclamado, y que analizadas hoy en día suponen además un notable avance artístico con respecto a su producción anterior.
 
“Los años de galeras” verdianos son los que van desde 1839, año del estreno de la primera ópera del maestro, Oberto, hasta el ya aludido 1853; casi 15 años en los que Verdi escribió y estrenó nada más y nada menos que 19 óperas, a un ritmo frenético de una ópera al año y en ocasiones dos, entre ellas: Nabucco, Macbeth, Luisa Miller, Ernani, y las tres más arriba mencionadas.
 
La Traviata no es sólo una de las óperas más populares y exitosas de la prolífica carrera del músico italiano, sino que lo es de toda la historia del género. Las estadísticas aseguran que no hay ni un solo día del año en el que la ópera no se representa en algún lugar del globo, en algún teatro, en algún escenario de algún punto de cualquiera de los continentes.
 
La ópera está inspirada en la célebre obra teatral La dama de las camelias (1848) de Dumas hijo, obra que Verdi contempló junto a Giussepina Strepponi, la que sería más tarde su mujer, en una de sus frecuentes visitas a París. Verdi era un joven viudo cuando conoció a la que había sido por no mucho tiempo la gran soprano Strepponi, y pronto entablaron una relación marital en toda regla pero sin pasar por la vicaría. La situación a ambos les granjeó muy serios problemas personales, y Verdi vio, en cierto modo, un paralelismo entre la situación de su mujer y la de Margarita Gautier, el personaje protagonista de La dama de las camelias. Con tales ideas en la cabeza, el compositor se puso manos a la obra y le puso música a la historia de una mujer parisina libre y liberada que lo deja todo, incluso su propia salud, por amor a un hombre que no la merece. La música de la ópera es hermosísima, abundando en ella los momentos emocionantes y conmovedores, logrando el maestro uno de los títulos esenciales en la historia del melodrama de la cultura occidental, quizá la pieza más redonda y ejemplar por excelencia.
 
 
Verdi: La Traviata. 2. Brindis. Netrebko. Villazón. Salzbourg, 2005 (vídeo colgado en YouTube por llunatiq)
 
Lo que desconozco a estas alturas es si el músico sabía de primera mano la verdadera historia de la mujer auténtica que había inspirado la obra de Dumas y la suya propia, Alphonsine Plessis, la traviata y dama de las camelias de carne y hueso. Esta mujer pronto conoció la cárcel por andar vagando por los caminos sin rumbo fijo, y prostituída por su propio padre, a los catorce años dio a luz a un hijo del que nunca más se supo. Un tabernero con ciertos posibles la convirtió en su amante y mantenida a la manera tradicional de los términos, pero pronto se cansó de la taberna y de su dueño y decidió dedicarse a lo mismo pero en la gran ciudad, París, y en un entorno más sofisticado y propicio a la buena vida. En París cambió de nombre, como con posterioridad hicieron las estrellas de Hollywood para sonar rimbombantes y pegadizas, y pasó a llamarse Marie Duplessis.
 
Lanzada ya de firme a la carrera del medraje entre las sábanas, oficio quizá en exceso concurrido en nuestros días entre todos los sexos habidos e inventados, nuestra “heroína” alcanzó la cima al convertirse en amante cotidiana del duque de Guisa, quien encontraba a la joven de apenas 16 años además de hermosa y esbelta, que al parecer lo era, también muy inteligente y habilidosa, lo que al parecer también era.
 
Lo de las camelias viene porque le gustaba estar permanentemente rodeada de flores, pero al no soportar el olor de la rosas, se acostumbró a envolverse en camelias sin olor. Además del aristocrático Guisa, Marie hizo acopio de amantes y protectores, entre los que figuraron artistas de renombre como Franz Lizst (futuro suegro de Wagner), o el escritor que la acabó inmortalizando, el aludido Dumas hijo, quien a sus veinte años se arruinó llevado por la pasión que sentía por esta peculiar mujer.
 
Las lenguas de aquella época, desconozco si las malas o las buenas, subrayaron que Marie llegó a gastar en sus mejores tiempos la cantidad desproporcionada de cien mil francos de oro al año, y que era una mentirosa compulsiva pues, según ella, decir mentiras ayuda a mantener blancos los dientes, fórmula que, de ser cierta, hubiera provocado ya la desaparición de buena parte de la profesión odontológica.
 
Alphonsine o Marie murió a los veintitrés años, y un año antes se había casado en Londres con el conde Perregaux, matrimonio que sucumbió a los pocos días, probablemente por las llamadas “diferencias de carácter”. Transcurridos tan sólo dos meses después de su muerte, el ex amante y veinteañero Dumas se enclaustró en una habitación con papel y pluma y no salió de la misma hasta haber transformado a Marie en Margarita Gautier, en una dama de las camelias que no tardó mucho en convertirse a su vez en Violeta Valery, La Traviata, y llegar en forma de preludio operístico a pellizcar el interior de millones y millones de anónimos espectadores y oyentes.
 
Nota de la Redacción: otros artículos de Juan Antonio González Fuentes sobre Verdi y sus obras:


 
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.