martes, 22 de enero de 2008
El papel de la Fundación Gerardo Diego en la poesía actual
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Sociedad en Blog personal por Sociedad
Creo que parte del trabajo de la Fundación Gerardo Diego es poner cimientos del edificio en construcción de la vida poética de España y Cantabria, alentar el trabajo de los poetas que trabajan hoy entre nosotros

Juan Antonio González Fuentes

Juan Antonio González Fuentes

  Hagamos un poco de historia, y vayámonos atrás en el tiempo, hasta la posguerra española posterior a la última guerra civil. No voy a detenerme en las posibles razones que la historiografía ha apuntado sobre los orígenes de la cuestión, pero el hecho es que tras la guerra, y durante un periodo de tiempo que podríamos establecer en torno a los 15 años aproximadamente, en la ciudad de Santander convivieron, trabajaron y crearon un significativo número de poetas, escritores, críticos, pintores, y artistas en general.

Estos creadores eran de edades distintas, también eran dispares sus formaciones, sus clases sociales, sus talentos, sus orígenes, sus ambiciones. Pero insisto, todos, en la medida de sus posibilidades, contribuyeron a la ebullición intelectual de aquella época, haciendo de Santander otro “núcleo ardido”, en palabras del poeta Vicente Aleixandre, dentro del convulso y destrozado panorama creador español.

Editaron revistas y colecciones de libros, dieron recitales y conferencias, escribieron en los periódicos, pintaron y expusieron, crearon galerías de arte, mantuvieron tertulias, propiciaron congresos y debates… José Hierro, Pancho Cossío, Ángel de la Hoz, Ricardo Gullón, José Luis Hidalgo, Arroita-Jáuregui, García Cantalapiedra, Carlos Salomón, Antonio Quirós, Rodríguez Alcalde, Jesús Otero, Beltrán de Heredia, Julio Maruri, Manuel Arce, Alejandro Gago…, son sólo algunos de los nombres ineludibles de aquellos tiempos.

Los jóvenes poetas que emergían en aquel Santander devastado, destruido física y espiritualmente por la guerra y por el incendio del año 1941, encontraron en Gerardo Diego un maestro, un referente ineludible poético e intelectual, y también una sombra protectora. Fue Gerardo Diego el poeta-maestro que leyó los primeros versos de Hierro, Hidalgo, Salomón, o Maruri…, fue en la muy diversa poesía de Gerardo y en sus antologías de la poesía del momento donde estos jóvenes encontraron sendas de aprendizaje poético, y fue Gerardo quien en la sombra posibilitó sin duda, en gran medida, los primeros éxitos de estos poetas, o ¿acaso debemos dejar abandonado a la casualidad el hecho de que los santanderinos Hierro, Hidalgo, Salomón, Rodríguez Alcalde, Arce…, publicasen todos en el colección Adonais, en la que el santanderino Gerardo tenía tanto peso?

Sin embargo, aquella efervescencia terminó. Tampoco vamos aquí a plantear las razones del final, pero lo cierto es que sí se desaceleró el movimiento de forma radical. En torno a 1955 Hidalgo y Salomón ya habían muerto, muy jóvenes ambos; Ricardo Gullón también marchó a otras latitudes; José Hierro se afincó definitivamente en Madrid; Pablo Beltrán de Heredia desapareció de la ciudad; Julio Maruri ingresó en el Carmelo y marchó a Francia; y tanto Gómez Cantolla como Reguera Sevilla fueron destinados profesionalmente fuera de Santander.

Gerardo Diego

Gerardo Diego

Y tras la eclosión y el ruido, el silencio, o casi. Más de tres décadas en las que nada parecido volvió a suceder: de mediados los años cincuenta a mediados los años ochenta. Hubo sí algunas revistas importantes que nacieron y murieron en el largo periodo; alguna colección de libros que prosiguió contra viento y marea su camino; alguna galería de arte, Sur de Manuel Arce, que creció y se desarrolló convirtiéndose en un foco inexcusable de modernidad en el pacato y antiguo Santander de la época; y hubo también más poetas, más pintores, más escritores, más creadores, talentos algunos estimables que mostraron expectativas de evolución y crecimiento, pero que generalmente acabaron ahogados o cerrados sin duda por un contexto, por un entorno muy poco propicio para el trabajo creativo.

Mediada la década de los años 80 del siglo pasado, ya lo he dicho, algo empezó a cambiar, a moverse, consolidando iniciativas muy meritorias nacidas diez años antes, no lo olvidemos nunca. Pero fue ya de forma evidente a comienzos y mediados los años 90, es decir, hace aproximadamente ahora un poco más de una década, cuando de nuevo la efervescencia en el campo de la escritura poética volvió a echar sólidas raíces en la ciudad y en la región.

A lo largo de las últimas dos décadas, por establecer un intervalo temporal concreto, han emergido dos, tres nuevas generaciones de poetas y escritores que se han relacionado entre sí y lo han hecho también con las generaciones precedentes; han aparecido varias revistas nuevas ya hoy consolidadas y con una cierta repercusión nacional; nuevas y variopintas colecciones de libros; se han publicado ensayos, traducciones y estudios; se han ofrecido decenas de conferencias y lecturas; se han hecho exposiciones, se han creado un número significativo de premios literarios; se han editado un notable número de antologías muy diversas, se ha debatido, polemizado, criticado…, y sobre todo se han lanzado a la calle libros de calidad que se han visto acogidos por editoriales de prestigio dentro del panorama nacional. Es decir, la creación poética y literaria ha experimentando, en este contexto geográfico y social en el que nos desenvolvemos, una revitalización que hace algunos años hubiera sido francamente impensable.
 
Esta revitalización ahora mencionada, en su conjunto, creo que ha echado de menos la presencia sólida y constante de un maestro o unos maestros que jugasen el papel que en su día jugó Gerardo con los paisanos poetas emergentes. Un maestro que orientase, comentase y ayudase a crecer con su influencia a los más jóvenes. Pero insisto, no ha sido así y mi generación, por ejemplo, la de los que ya hemos pasado la cuarentena, en cierto modo ha evolucionado huérfana.

Por el contrario, sí creo que algunas instituciones han sido conscientes del fenómeno, al menos si nos referimos a los últimos años, y han favorecido de maneras diversas y en mayor o menor medida la vida y creación poética en la ciudad y la región. Pero sin duda la institución más consciente y atenta a lo que está sucediendo en el ámbito poético regional, también sin duda la más obligada por razones obvias a hacerlo, es la Fundación Gerardo Diego, quien ha recogido desde su refundación en el año 1999, bajo la dirección de la poeta Pureza Canelo y la atenta mirada de Elena Diego, el testigo del gran poeta.

Es muy probable que dentro de algún tiempo, y sería deseable, pueda hablarse de un antes y un después de la presencia de la Fundación Gerardo Diego en el impulso, desarrollo y protección de la creación poética en Cantabria y en España. El camino, desde luego, es ese. Para demostrarlo sólo hay que remitirse a las pruebas que van quedando, a las semillas de la siembra: edición y apoyo de antologías de poetas, apoyo a la edición de libros de poetas cántabros en colecciones de proyección nacional, organización de recitales y presentaciones de libros, reuniones de trabajo con los poetas, encuentros con autores de otras geografías, apoyo a la edición de revistas…, y organización de Jornadas de estudio de alto nivel en las que la Fundación ha confiado en el trabajo, el esfuerzo y la escritura de los poetas de Cantabria..., estos son algunos de los mejores cimientos del edificio en construcción del antes y después de la presencia y el trabajo de la Fundación Gerardo Diego en la vida poética de España y Cantabria, en el trabajo de los poetas que viven y trabajan hoy entre todos nosotros.


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.