Juan Antonio González Fuentes
La grúa de piedra es una vieja reliquia industrial, situada en pleno muelle turístico de Santander, que los santanderinos han convertido en símbolo, en metáfora. La grúa de piedra es una antigua grúa levantada sobre un gran podio de piedra cuyo destino era ayudar a cargar y descargar barcos. Hoy, en desuso desde hace décadas, sustituida en el esfuerzo por maquinaria más joven y vigorosa, la grúa de piedra es una casita sobre el mar al que aún le queda un brazo que parece querer pescar cuando sube la marea.
Todos los santanderinos, sin excepción alguna ni de raza o condición, ignora qué y dónde la grúa de piedra. Pero sin embargo casi todos ignoran que la grúa de piedra también es una tertulia literaria, y que de ella nació una criatura electrónica (La grúa de piedra, revista de literatura y malas artes), y es que los tiempos, como se decía en la zarzuela, adelantan una barbaridad.
Hace ya algunos meses, puede que incluso más de un año, un reducido grupo de escribidores y juntaletras decidimos reunirnos los viernes por la tarde para entablar conversación, meternos en y con la vida de los ausentes, y tratar de libros, escrituras, películas, músicas, mujeres, hombres, manjares y bebidas espiritosas. Éramos en principio cinco. A saber: el poeta, profesor, excelso cuentista breve y novelista en ciernes Miguel Ibáñez; el profesor y poeta hondo y profundo Fernando Abascal; el profesor, antólogo e incansable “activista” cultural Luis Alberto Salcines; la profesora, afilada narradora de altura y bellísima filósofa Carmela Greciet; y quien esto escribe.
Buscamos infructuosamente durante meses un lugar adecuado para departir, debatir, beber y compartir, pero los feroces grupos de ancianas alfombradas en pieles, las máquinas tragaperras multicolores, los hilos musicales con los grandes éxitos de Ray Conniff, los insufribles niños chillones e indisciplinados (¡anhelado Herodes!), y los camareros malencarados..., fueron sitiándonos con paciencia hasta casi obligarnos a mostrar bandera blanca.
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Biblioteca del santanderino restaurante Deluz, donde se reúne la tertulia literaria La Grúa de Piedra
Pero nunca hay que desesperar, y cuando pensábamos que todo estaba perdido, a la cabeza pensante y alma mater del grupo, el señor Ibáñez, se le ocurrió hablar con Carlos Zamora, cabeza visible del apartado y paradisíaco restaurante Deluz, quien amablemente se ofreció a acogernos en la tranquilidad acogedora de su casa, y hacia allá nos encaminamos los cinco una tarde decididos a morir matando por amor a la tertulia que íbamos a instaurar en la bonita biblioteca del restaurante.
Han pasado los meses y allí nos seguimos reuniendo los viernes para hablar de libros y para cultivarnos mutuamente a la luz y lumbre de Deluz. Por razones profesionales Carmela se ha afincado en Asturias, y yo, por razones sentimentales y amorosas, suelo encaminarme ahora los viernes hacia Madrid, pero cuando las circunstancias me lo permiten, me dejo caer gustoso por la tertulia.
Han pasado los meses y fruto de la tertulia ha surgido una revista electrónica que acoge nuestros poemas, demás escritos y circunstancias: www.lagruadepiedra.blogspot.com. El motor de explosión de la iniciativa es el señor Ibáñez, cuyo entusiasmo y capacidad de trabajo hace tiempo que nos tiene a todos hablando solos. Hoy jueves 17 de enero La grúa de piedra ha sido reseñada en El País, más concretamente en la pág. 2 del suplemento Ciberpaís. ¿Quién nos lo iba a decir?
Pero lo mejor es hacer como si tal cosa, como si ya no fuéramos famosos y tuviésemos que firmar autógrafos a los comensales de Deluz que se agolpan en las estancias de la casa restaurante para degustar manjares y contemplar a los afamados tertulianos que reseña la prensa. No, nosotros somos muy modestos, y no le queremos dar importancia a la cosa. Simplemente seguiremos con nuestra rutina habitual, viendo crecer a nuestro alrededor la gloria y la fortuna como algo lógico y natural.
¡La grúa de piedra! Lo más probable es acabemos los cinco como el original industrial y marítimo, siendo vetustos vestigios de épocas pretéritas y finiquitadas, reliquias con opciones a engrosar las salas polvorientas de museos..., de cera. ¿Acabaremos siendo visitados por los turistas como lo es la grúa de piedra de quien tomamos el nombre? ¿Querrán retratarse junto a nosotros para mostrar en sus destinos ignotos la rara curiosidad de la que fueron testigos y testimonio? Llevamos meses hablando casi sólo de libros y poesía..., así que cualquier cosa podrá ocurrir. Les mantendré informados.
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.