martes, 20 de noviembre de 2007
El pianismo final de Brahms
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Artes en Blog personal por Música
La música escrita para piano por Brahms en el final de su vida es un diario preciso cara a cara con la muerte


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Juan Antonio González Fuentes

 

A punto de cumplir sesenta años, y acompañado de un pequeño grupo de amigos, Brahms inició su octavo y último viaje a su adorada Italia, y más concretamente a la isla de Sicilia. Al regreso se instaló en Ischl, una localidad balneario cercana a Viena elegida años atrás por él como lugar de retiro y meditación. En Ischl es donde Brahms encontró la serenidad necesaria para enfrentarse a los que serían sus últimos trabajos pianísticos, los nuevos klavierstücke (op. 116, op. 117, op. 118 y op. 119), composiciones que dentro del contexto de la música brahmsiana suponen el inicio de la última etapa creativa, la formada entre otras obras por las sonatas para clarinete o los preludios para órgano, todas esenciales dentro del universo musical tardorromántico.

 

La crítica ha señalado en multitud de ocasiones que le correspondió al piano el ejercer de puerta de entrada a los diversos periodos productivos del compositor hamburgués. La música para piano le sirvió siempre a Brahms como espacio de tránsito y experimentación, buscando en su sonido las claves que le ayudasen a cerrar una etapa creativa e inaugurar otra. En este sentido los últimos klavierstücke no fueron una excepción.

 

 

Johannes Brahms

 

 

Escritas en los años 1892 y 1893, estas cuatro colecciones se presentan conformadas por piezas de diversa naturaleza (caprichos, intermedios, romanzas, una berceuse...), lo que da una idea de la rica variedad de fuerzas que recorren las partituras. Brahms rechazaba lo literario o programático en relación a lo estrictamente musical, y los klavierstücke postreros permanecen ajenos a cualquier retórica que no tenga que ver con desnudar el espíritu de forma tierna y sincera. Sergio Martinotti explica que Brahms “supo adecuar el amor por las cosas terrenas a aquella nostalgia de ideales repetidamente quejosos, cuando se abrían los vacíos existenciales de su ánimo y cuando, transcurridas las horas de trabajo y relajación, al artista le inundaba el tedium vitae..., la vanidad y el dolor del mundo, el sentimiento de soledad y de proximidad de la muerte. Por estos rasgos, de los que los trabajos finales para piano son en verdad un diario precioso e íntimamente sincero, Brahms se convierte en el primer gran exponente del decadentismo, entendido como conciencia de la propia posición histórica”.

 

Este “pianismo” final de Brahms conforma las confidencias finales de un hombre maduro que camina hacia la muerte sumergido en la soledad y la meditación, ajeno a lo que él mismo denominaba la “turbulencia” de la ciudad. Confidencias construidas siguiendo la clásica forma tripartita del lied, con dos partes simétricas que encierran un tema central con el que establecen relación de carácter variable, y donde no es difícil vislumbrar las alargadas sombras de Schumann y Schubert. Y en esta escritura para piano última hay algo también de evocación juvenil puesta en lírica relación con la pasión otoñal; hay tierna vitalidad, melancólica audacia, y sobre todo emocionante confidencialidad. Del conjunto la pieza que siempre ha despertado mayor interés es el Intermedio nº 6, probablemente la obra maestra del pianismo tardío de Brahms; una “tragedia condensada” en palabras de Fuller-Maitland, donde cara a cara con la muerte Brahms concentra toda la fuerza emotiva de los intermedios anteriores y la sobrepasa, mostrando una decadente adhesión al sentir romántico, pero abriendo paso además a otros registros que apuntan un horizonte expresionista.

 

 


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.