lunes, 29 de octubre de 2007
Drácula, ilustrado por Luis Scafati
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
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El ilustrador argentino Luis Scafati ofrece en edición de Libros del Zorro Rojo una versión del Drácula de Bram Stoker imprescindible, un inquilino seguro para nuestra biblioteca

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Juan Antonio González Fuentes

Estoy en un posada antigua y polvorienta, toda ella de madera, al igual que todos los elementos que encierra, incluidas las mesas y las pequeñas sillas que me rodean. El ambiente es cálido y animado, sobre todo cuando pienso que fuera hace ya un frío atroz, que la niebla espesa ha ido envolviendo los caminos y los bosques que rodean la posada y el pequeño pueblo cercano, y que la lluvia fina es persistente desde hace varios días, habiendo dejado los caminos casi convertidos en impracticables lodazales...

Dentro de la posada suena animada la música de un pequeño acordeón, un gran fuego calienta los cuerpos de los parroquianos por fuera, y el vino y bebidas más fuertes calientan los cuerpos por dentro. En escudillas de madera se le sirve a quien pueda pagar unas monedas un buen plato de estofado hirviente. Da gusto estar sentado en un rincón de la sala iluminada por el ir y venir de las luces de las velas, contemplar el fuego brincar entre los leños en la chimenea, prestar alguna atención a las tertulias de los hombres y mujeres que pueblan la espaciosa habitación, comer el estofado caliente y pegar de vez en cuando un trago del vino que cosechan en la comarca. La sensación de confort aumenta, insisto en ello, cuando dejo que la mirada se pierda más allá de los cristales de la pequeña ventana cercana, y contemplo la noche caer sobre los bosques negros y espesos, devorados por la niebla gris y castigados por una lluvia inmisericorde.

La verdad es que con gusto cerraría los ojos, me subiría el cuello del gabán, y me abandonaría al sueño profundo que siento, mecido por el calor del vino y del que sale a borbotones de la chimenea. Pero tengo que cumplir un trabajo, tengo que salir al frío húmedo de la noche, subir al pequeño coche de caballos que espera fuera y adentrarme por esos tenebrosos caminos que parecen estar pensados sólo para las fieras y los espectros. Tengo aún al menos dos horas de viaje hasta llegar al castillo.

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Luis Scafati: Drácula (Libros del Zorro Rojo)


Pido la cuenta al posadero, y con amabilidad campechana me dice que no debo tener ninguna prisa por marchar, que la noche va a ser de las más desapacibles que se recuerden, y que puedo pasar la noche en la posada sin problema alguno. Le digo que no puedo, que un trabajo urgente me arroja de nuevo a la noche, y con despreocupación simpática me pregunta por la naturaleza de ese trabajo que me impide pasar la terrible noche a cubierto. Le contesto que no puedo quedarme porque tengo que ir al castillo, al castillo del conde, del conde Drácula, quien me espera con impaciencia no disimulada, según se deduce de las cartas que llevo conmigo.

Nada más pronunciar estas palabras, la luz de un rayo penetra en la habitación iluminándola de azul oscuro, y un sonido tremebundo sacude los objetos. El silencio que sigue es tan denso que podría cortase. Todos los presentes han enmudecido y dirigen sus miradas aterrorizadas hacia mí. El posadero, en silencio, cobra mi consumición y me devuelven unas monedas sin apartar la vista de mi cara. Nada puede oírse alrededor, sólo el repicar de la lluvia en los cristales. La intensidad malsana del momento es tal que siento la necesidad imperiosa de salir de la habitación, y casi siento alivio cuando me subo al coche de caballos, a pesar de que la humedad de su interior me produce un escalofrío. Y de repente veo cómo las ventanas de la posada se cierran todas de golpe, al igual que la puerta maciza. El silencio en el interior es ahora absoluto, como el de un cementerio, y las luces, al unísono se apagan todas, dejando la noche mucho más oscura si cabe.

Me he adormilado en el interior del coche, y me percato de que llevo casi dos horas de viaje, por lo que pronto veré el castillo del señor conde. Me desperezo un momento, y a través de las ventanas del coche veo la sombra pálida de los caballos que me llevan, y una gran luna que iluminada ahora la oscuridad como si de un farol enorme se tratase. A lo lados del camino se ve la negrura del bosque como si de una muralla gigantesca, inacabable se tratase. Salimos de una curva pronunciada del camino y un extraño escalofrío me recorre todo el cuerpo, haciendo que los cabellos de mi cuerpo se ericen presagiando, adelantando acontecimientos funestos. Sí, en lo alto de una escarpada colina, desnuda de vegetación y erizada de piedras afiladas, observo la silueta de una enorme y altísima construcción medio derruida y abandonada, pero en la que algunas luces tenues señalan la presencia de vida, pero de una vida extraña. El aullido asesino de un lobo o de cualquier otra criatura atrozmente salvaje rompe el silencio y tensiona aún más el momento. No cabe duda, estoy llegando a la mansión del conde, del conde Drácula.

Bueno, he escrito estos párrafos de memoria, mezclando probablemente las imágenes que todos hemos visto alguna vez en las películas sobre el conde Drácula de serie b, y algunos elementos originales de la celebérrima novela del irlandés Bram Stoker. El escritor creó con su pluma un mito inconfundible en la cultura occidental, un ser reconocible por la inmensa mayoría de los seres humanos que en el mundo han sido a lo largo del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Un mito maléfico y elegante, abominable pero del que no podemos apartar la vista en cuando se hace presente ante nuestros ojos o en nuestra imaginación. Un mito de las letras, el cine, la fotografía, la pintura..., y también del cómic y las narraciones ilustradas.

La editorial madrileña Libros del Zorro Rojo acaba de lanzar un álbum de 108 páginas que vuelve a recoger la historia del mito creado por Stoker, pero esta vez ilustrada y narrada con una calidad excepcional por el imprescindible artista argentino Luis Scafati. El libro ofrece la conocida historia del conde de forma concisa y ajustada, empleando las palabras justas y ofreciendo además unas ilustraciones que reflejan con enorme calidad y precisión la ambivalencia de un personaje a la vez terrible y cruel, terrorífico, pero también deshumanizado por una existencia de condena y tinieblas impuestas.

Este Drácula de Scafati/Stoker es una obra maestra de la ilustración y de las novelas esencializadas, y en modo alguno está dirigido sólo a un público juvenil o primerizo en la absorción de leyendas y mitos, sino que, dado su nivel artístico, su acabado fruto de la mayor exigencia, y la excepcionalidad de la edición, el lector adulto y ducho en sofisticaciones intelectuales y creativas encontrará en esta páginas una obra dadora de satisfacciones múltiples.

Qué libro más hermoso, qué regalo tan perfecto y adecuado, qué páginas tan poderosas, qué aventura creativa y editorial para atesorar y disfrutar una y mil veces.


Otro texto de Juan Antonio González Fuentes sobre el tema vampírico:

Vampiros!!!

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NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.