Juan Antonio González Fuentes
El actual ministro de Justicia ha lanzado una novedosa propuesta de la que les supongo a todos ustedes enterados: eliminar las oposiciones para acceder a la carrera de juez, y ofrecerles el cargo a los mejores expedientes salidos de las universidades públicas, nunca de las privadas.
Dejando a un lado los problemas presupuestarios que dicha medida podría acarrear a las arcas públicas (imagínense a la administración entrando en competencia con los prestigiosos despachos privados ofreciendo sueldos elevados para hacerse con los estudiantes más brillantes), la solución ministerial no me parece del todo mal, he de reconocerlo, pero sí me parece insuficiente. ¿Por qué dicho sistema para acceder a la carrera de juez, y no al resto que dependen de la función pública? De aplicarse, me parecería una medida discriminatoria intolerable, ideada en contra de los principios constitucionales, de los Derechos del Hombre, y del progresismo en toda regla.
Mariano Fernández Bermejo, ministro de Justicia del Gobierno de España
Yo lo que sugiero es que todos los puestos profesionales dependientes de las administraciones públicas se cubran como el ministro ha propuesto, contando, claro, con la voluntad de los protagonistas. Así, los mejores expedientes de las Facultades de Medicina públicas, sin necesidad de aprobar el MIR, deberían escoger puesto, trabajo y destino. Los mejores expedientes de las Facultades de Letras deberían acceder inmediatamente a la carrera docente en las Universidad o Institutos que más les convenga, para impartir clases de historia, geografía, literatura.... Los que acabasen las distintas ingenierías o arquitectura con buenas notas, inmediatamente, deberían entrar a trabajar construyendo puentes, aves, estaciones, aeropuertos, edificios públicos, autopistas... Los que acabasen con brillantez Económicas o Empresariales directamente al Ministerio de Economía y Hacienda, y así podríamos seguir y seguir hasta donde la imaginación nos lleve.
Y ya puestos, ¿por qué discriminar al resto de la población, a quienes no han estudiado en la Universidad, por ejemplo? Los estudiantes con mejores expedientes salidos de Formación Profesional, directamente deberían entrar a trabajar en los puestos correspondientes de la Administración Pública. Carpinteros, electricistas, fontaneros, cocineros, etc..., todos los mejores según sus notas, a cobrar un suelo del Estado sin necesidad alguna de las engorrosas oposiciones.
¿Pero eso no sería seguir discriminando al resto de la sociedad que no ha cursado ningún tipo de estudios? Vamos a ver. Si un chaval o chavala demuestra en infantiles que es un fenómeno jugando al fútbol, ¿por qué no obligar al Real Madrid, al Barcelona o a cualquier club profesional a que lo fiche de inmediato con un contrato millonario?
Es más, vamos a ser serios. Por qué no llevar de una vez a la práctica lo que de verdad se quiere, lo que muchos progresistas españoles llevan demandando cada vez que han tenido oportunidad desde hace décadas (la última claramente en la lamentable etapa del Frente Popular): implantar el viejo sistema soviético de una vez por todas en España, y que sea el Estado, dirigido, eso sí, por los dirigentes del partido único de los progresistas, quién decida el destino y futuro de los ciudadanos, de qué manera sirven mejor a los intereses del Estado, apelando, siempre a la sacrosanta igualdad; igualdad ante todo.
Pero yo me quedo preocupado. Primero porque para ser ministro, qué casualidad, al parecer no hace falta tener el mejor expediente, ni siquiera ser un buen profesional, ni siquiera saber hilar dos frases seguidas coherentes, ni siquiera saber escribir tres o cuatro párrafos legibles y sin faltas de ortografía. Y me temo que a los dirigentes del futurible partido único que iban a dirigir y decidir nuestros destinos, tampoco nadie les iba a exigir buenos expedientes académicos, ni siquiera obtenidos en las públicas universidades del señor Estado. Claro que pedirle a un ministro o a un alto dirigente político del alto progresismo currículo, estudios, inteligencia y bagaje cultural, es atentar contra la sacrosanta igualdad, y apelar directamente a la discriminación. Precisamente, según parece, una de las condiciones primeras para ser progresista de ley es pensar y admitir que ministro puede ser llegar a serlo cualquiera.
Y segundo, también me quedo preocupado porque he descubierto de una vez para siempre que no, no soy progresista. Es más, debo ser un infecto reaccionario, porque para mí la libertad personal está por encima de la igualdad, y esa forma de pensar me convierte automáticamente en un canalla antiprogresista, en un integrante más de la creciente reacción.
Esta claro que esta noche no voy a poder pegar ojo.
______________________________________________________________________
NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.