Juan Antonio González Fuentes
Si hubiera nacido argentino, o judío hipocondriaco en Nueva York hace años que sería un asiduo de algún psiquiatra de diván, preguntas sin número y consultas asiduas. Lo digo porque sufro un incontrolable interés por los misterios que tengan que ver con casas encantadas, asesinos en serie y demás enigmas entre el delito y lo difícil de explicar.
En este perturbado terreno de mi interés personal hay muchos personajes y sucesos que han conquistado mi interés desde hace mucho tiempo, y entre ellos figura en un lugar especial
Jack the Ripper, más conocido entre nosotros como
Jack el Destripador.
Sus execrables crímenes londinenses no despiertan en mí sino repugnancia, perturbación y desasosiego, pero no deja de fascinarme el hecho de que casi ciento veinte años después aún no sé sepa a ciencia cierta quién fue el maniaco asesino en serie probablemente más famoso de la historia.
Fotograma de la película
Murder by Decree (1979), de
Bob Clark
A lo largo de más de un siglo se ha especulado con que el asesino fue un judío radical, un hombre de mar violento, un travestí, un leguyelo trastornado que acabó suicidándose arrojándose al Támesis..., incluso uno de los mismísimos nietos de la
reina Victoria, el
duque de Clarence, compinchado con uno de los cirujanos reales, hipótesis esta ultima que fue llevada al cine en el año 1979 en una muy entretenida película anglocanadiense dirigida por
Bob Clark,
Murder by Decree, en la que un
Sherlock Holmes interpretado por el actor
Christopher Plummer y un
doctor Watson encarnado por
James Mason, descubrían todo el asunto pero callaban el secreto por lealtad a la Corona y a Inglaterra.
Sin embargo, entre todas las hipótesis que se han planteado con el discurrir de los años, incluida la muy plausible que pone el nombre de
James Maybrick al asesino macabro, quizá la que ahora va cogiendo mayor peso sea la que ha dejado planteada el escritor
Michael Harrison en su libro
London by Gaslight, en cuyas páginas concluye que Jack el Destripador no fue el duque de Clarence sino un amigo suyo,
James Kenneth Stephen, también homosexual como el nieto de la reina, e hijo del entonces afamado
juez Stephen, hermano de
sir Leslie Stephen, editor del
Oxford Dictionnary of National Biography, padre de la escritora
Virginia Woolf y de la pintora e interiorista
Vanesa Bell, ambas destacadas voces y presencia del
Grupo de Bloomsbury.
En resumidas cuentas, de ser cierta la tesis desarrollada por Michael Harrison en su trabajo, Jack el Destripador y Virgina Wolf habrían sido nada más y nada menos que primos carnales, y a poco que se lo hubiera propuesto, quizá miembro del elitista Grupo de Bloomsbury, en el que ahora nos enteramos de que además pintores, novelistas, poetas, editores, ensayistas, economistas y decoradores, también pudo haber un reputado asesino en serie.
______________________________________________________________________
NOTA: En el blog titulado
El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.