viernes, 21 de septiembre de 2007
Francisco Silvela: Escritos y discursos políticos (CEPC, 2005)
Con un amplio estudio introductorio del profesor Luis Arranz, el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales ha reunido las principales aportaciones intelectuales del eminente político Francisco Silvela
Título:
Escritos y discursos políticos. Entre el liberalismo y el regeneracionismo
Autor: Francisco Silvela de la Vielleuze
Edición y estudio preliminar:
Luis Arranz Notario
Editorial: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales
Lugar y fecha: Madrid, 2005
Páginas: 572
Precio: 39 €
Son dos las reseñas que se pueden encontrar en la Red, la primera obra del profesor
Antonio Morales Moya, aparecida en el suplemento cultural del
ABC, y la otra de
Jorge Vilches publicada en
Libertad Digital. En su reseña para el
ABCD las Artes y las Letras (15-9-2007), titulada
El fracaso de Francisco Silvela, el Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Carlos III de Madrid,
Antonio Morales Moya, detalla el interés del libro y del estudio previo de
Luis Arranz, profesor titular de Pensamiento Político de la Universidad Complutense de Madrid:
Luis Arranz viene poniendo de relieve cómo, a la hora de fijar la trayectoria del liberalismo español, suele dejarse de lado a quienes en mayor medida contribuyeron a la edificación del régimen político de la Monarquía constitucional, a los que realizaron la obra esencial del liberalismo (...) Al empeño de Arranz por fijar la dimensión histórica del pensamiento y de las realizaciones del conservadurismo liberal, con sus contradicciones, en nuestra historia política y constitucional, corresponde la edición, con extenso y argumentado prólogo, de Escritos y discursos políticos. Entre el liberalismo y el regeneracionismo,
de Francisco Silvela...
(...)
Silvela (1843-1905), nieto de afrancesado, vivió la crisis política del moderantismo, evolucionando, desde el templado progresismo paterno, a las formulaciones de la Unión Liberal, para recalar, finalmente, en el liberalismo conservador de Antonio Cánovas del Castillo. El bagaje intelectual de Silvela fue extremadamente sólido. Liberal ante todo, verá siempre la apelación a la dictadura como el preludio del desastre total; profundamente religioso, defendió, frente a cualquier determinismo, el valor y el papel político del individuo, compatible con la necesidad de un Estado fuerte, capaz -con fundamentos filosóficos y éticos- de intervenir para alcanzar el reconocimiento de los derechos fundamentales de la persona. Fue disidente del canovismo por rechazo, sobre todo, de las exigencias de la política clientelar y por la distinta manera de entender las elecciones y el funcinamiento entero del régimen de la Restauración. Ejercerá el poder entre marzo de 1899 y octubre de 1900 y entre diciembre de 1902 y julio de 1903: poco más de dos años, repartidos en tres gobiernos, con una política económica fundada en el rigor presupuestario de Villaverde, como principal ejecutoria.
(...)
Aspiró Silvela, sensible al regionalismo catalán, a la renovación pragmática del conservadurismo español, legitimándolo democráticamente por elecciones competitivas en lugar de previamente pactadas, de modo que éstas permitieran el creciente acceso al poder, en vez de limitarse a constatar la fuerza efectiva del gobierno convocante. Al final Silvela habrá de fracasar, al sentirse incapaz de «cambiar radicalmente» una «España sin pulso», en riesgo de «total quebranto de los vínculos nacionales» y de «la condenación por nosotros mismos, de nuestro destino como pueblo europeo». Arranz ve como causa principal de tal fracaso la contradicción entre los principios liberales que fueron el sustrato de sus ideas y el eje orientador de su política y «los efectos causados por el plurisémico y heteróclito contenido» de un regeneracionismo inspirador de la Unión Conservadora de Silvela. Se trataba, en definitiva, de privilegiar políticas concretas, dejando de lado la política, la «ingeniería constitucional», sinónimo de incompetencia, esterilidad o abierta corrupción.
Por su parte,
Jorge Vlches en su comentario para
Libertad Digital (23-2-2006), titulado
Un conservador a debate, llega a unas conclusiones más atrevidas, que funda en el amplísimo estudio preliminar de Luis Arranz:
La idea más interesante del estudio preliminar es que Francisco Silvela, a pesar de su brillante trayectoria como diputado desde 1870, fracasó en su proyecto de gobierno. La razón, sostiene Luis Arranz, es que el político conservador se decidió a emprender una "regeneración desde arriba", un cambio en el régimen rompiendo la convivencia con el partido liberal que había hecho posible el régimen de la Restauración. El despropósito no acabó ahí. Silvela quiso que esa "regeneración" fuera acompañada de una descentralización administrativa que contentara al catalanismo. Además, se empeñó en la recuperación del "sentido imperial" con la construcción una flota de guerra que cortara la especulación sobre la "incapacidad de España para ejercer plenamente su soberanía como nación". Este proyecto suponía un gasto público que impedía el equilibrio presupuestario que postulaba su ministro Villaverde.
El político conservador dejó de ser liberal y se convirtió en regeneracionista. Intentó su particular vía de renacimiento nacional, con el 98 a rastras, asumiendo parte de los lugares comunes que repetían algunos intelectuales del momento, periódicos y partidos antisistema. Silvela olvidó la tradición liberal española, la que dio vida al régimen de la Restauración, a sus instituciones, costumbres y partidos, y con ello firmó su fracaso.
El político conservador dejó de ser liberal y se convirtió en regeneracionista. Intentó su particular vía de renacimiento nacional, con el 98 a rastras, asumiendo parte de los lugares comunes que repetían algunos intelectuales del momento, periódicos y partidos antisistema. Silvela olvidó la tradición liberal española, la que dio vida al régimen de la Restauración, a sus instituciones, costumbres y partidos, y con ello firmó su fracaso.
Silvela se presenta así, a mi entender, como un conservador a debate; es decir, ¿la modernización de la derecha consiste en asumir como propias las reivindicaciones de otros partidos, aunque sea a costa de perder las propias? Silvela creyó que la salvación era la "regeneración" y asumió la crítica al liberalismo, despreciando los cambios institucionales y la articulación de mecanismos para un nuevo funcionamiento del sistema. En este sentido, fue ingenua e irresponsable su creencia en que el sufragio universal por sí sólo, sin una reforma de las circunscripciones electorales ni una adecuación de los partidos y las instituciones, renovaría el régimen y permitiría acabar con la corrupción. Es como si su oposición al sufragio universal desde 1870 a 1890 no la hubiera hecho desde unos principios políticos y constitucionales sólidos. La falta de sentido político fue mayor, porque, además, la democracia, según señala Arranz, no era por aquel entonces más que una "aportación teórica de la izquierda del partido liberal", no una demanda social.
Silvela, por otro lado, construyó la Unión Conservadora, desmantelando inútilmente el conservadurismo en Barcelona; como indica Arranz, "en aras de la aproximación al regionalismo". Silvela veía el catalanismo únicamente como un impulso sentimental, pero aquél despreció el proyecto descentralizador y exigió la devolución de la Generalitat. La paradoja de aquel político conservador es que, en dos de sus discursos, en 1889 y 1892, sostuvo que la "autonomía le venía grande, por falta de personal cualificado, a no pocos de los ayuntamientos españoles, pasto de la corrupción y el desbarajuste".
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NOTA: Este blog es una suerte de
Escaparate dedicado a los libros y revistas, pero no a la crítica, sino a dar noticia de ellos a través de la información que proporcionan las editoriales, la prensa y las revistas y suplementos culturales.