Juan Antonio González Fuentes
Por razones que ahora no vienen al caso, lo cierto es que disfruto de algún tipo de relación personal e indirecta con el mundo de la moda en España. Y ojeando el otro día una de esas revistas costosísimas que sirven de escaparate y acicate para el sector, una revista de cuyo título no puedo acordarme y que no puede adquirirse en los kioskos, una revista en la que se nos propone llevar una vida en la que los productos fabricados por
Chanel, Ferrari, Gucci, Louis Vuitton, Armani, Chopart, Loewe, Rolex, etc..., estén preferentemente presentes en nuestro cotidiano día a día. Pues bien, en las páginas lujosamente impresas de esa revista me topé con la recomendación un libro. ¿Autor?:
Jaime Royo-Villanova. ¿Título?:
Porfirio Rubirosa, el último playboy (Espejo de Tinta, Madrid, 2006).
Punto y aparte.
No hace muchos días, una buen amiga madrileña, espléndida lectora y aún mejor profesora de literatura y lengua, casi cabizbaja y un poco avergonzada , nos confesaba a un grupo de amigos que durante los últimos días de sus vacaciones se había dedicado a leer una novela policiaca de
Henning Mankell, y que le había resultado tan irresistible, que prácticamente no había soltado de sus manos el libro hasta que lo terminó.
Nuevo punto y aparte.
No recuerdo exactamente desde cuándo, pero sí que ahora leo lo que por mil razones o motivos me resulta atractivo o simplemente me interesa. Y la figura del
playboy dominicano
Porfirio Rubirosa (1909-1965) me interesó desde que lo descubrí como personaje en
La fiesta del Chivo de
Mario Vargas Llosa. Así que compré el libro y lo he leído sin desmayo, casi como mi buena amiga la novela de Mankell.
No voy a desvelar aquí todos los pormenores de la historia contada por Jaime Royo-Villanova, sólo diré que se trata de una bien escrita biografía novelada del interesante y enigmático tipo que fue el seductor dominicano de nombre tan imposible. A lo largo de las páginas de esta “novela reportaje”, conocemos, por ejemplo, las “muy especiales” relaciones que tuvo el
playboy con el sanguinario dictador
Trujillo, de quien fue yerno; su relajado trabajo como diplomático dominicano en diversas capitales del mundo; sus habilidades sexuales de raíz oriental, tan aclamadas, según parece, por las mujeres que las probaron; su afición por deportes como el boxeo, el polo o el automovilismo; sus ventajosos matrimonios con dos de las mujeres más ricas del mundo:
Doris Duke y
Barbara Hutton; su relación con los
Kennedy y el grupo de juerguistas, los
Rat-pack, encabezados por
Frank Sinatra; sus controvertidos “amores” con estrellas de Hollywood como
Zsa Zsa Gabor, Dolores del Río, Verónica Lake, Ava Gadner, Marilyn Monroe...; su vida peligrosa y bohemia en el París ocupado por las tropas alemanas; la vigilancia a la que le tuvo sometido durante buena parte de su vida el FBI; su muerte en extrañas circunstancias en la época en la que mantenía una relación adultera con
Patricia Kennedy, esposa del actor
Peter Lawford; la vida de lujo y desenfreno en el París de los años 50, etc, etc...
La biografía novelada de Rubirosa es un libro muy entretenido y fácil de leer, quizá poco contundente y expeditivo con las zonas más oscuras, canallas y miserables del
playboy; y es que se nota demasiado que al autor le cae muy bien el señor Porfirio. Es un libro muy recomendable para quienes deseen pasar dos o tres buenos ratos leyendo algo interesante y con suficientes aristas y recovecos como para que no sea plano y superficial. Pero que huyan de sus páginas aquellos a los que el lujo y la vida casi regalada les pongan enfermos; aquellos que busquen acercamientos sesudos y documentadísimos a la vida y obra de los biografiados. Rubirosa no tuvo obra, no inventó nada, nada descubrió, no tuvo nunca oficio, pero sí muchos beneficios y una vida cuya descripción no admite medias tintas, o te fascina por sus turbios y brillantes perfiles, o te repugna por su vacuidad.
Lectura acta para fines de semana distendidos, y con cena en un buen restaurante por delante.