Juan Antonio González Fuentes
El 28 de junio de 1921, el poeta José de Ciria y Escalante publicó en el santanderino periódico La Atalaya, un artículo sobre el poeta francés Paul Verlaine (1844-1896) y la recepción de su obra en España. El artículo es muy interesante porque habla de cómo había sido la recepción de la poesía simbolista en nuestro país y en nuestro idioma, y porque implícitamente subraya el estado de la cultura española: hablar en 1921, en uno de los momentos cumbre de lo que hoy llamamos las Vanguardias históricas, un jovencísimo poeta español aún publicaba un artículo en un periódico de provincias clamando por el desconocimiento de la obra y la figura de un poeta que había tenido su impacto principal casi medio siglo antes. Aquí les dejo con el artículo de Ciria, me parece, insisto, de verdad interesante y significativo.
PAUL VERLAINE EN ESPAÑA (publicado en La Atalaya, 28-VI-1921)
En una ocasión escribía Rubén Darío refiriéndose a Verlaine: “En España es casi desconocido y seralo por mucho tiempo: solamente el talento de Clarín creo que lo tuvo en alta estima: en lengua española no se ha escrito aún nada digno de Verlaine: apenas lo publicado por Gómez Carrillo; pues las impresiones y notas de Bonafoux y Eduardo Pardo son ligerísimas”.
Hará, próximamente, unos treinta años que escribió estas líneas el poeta nicaragüense.
El nombre de Verlaine, efectivamente, ha permanecido en España ignorado de la mayor parte de las gentes. Nuestros críticos apenas si se han preocupado de poner de relieve la personalidad y significación del jefe más famoso del simbolismo. Y algunos de nuestros poetas que de más renombre gozan, aprovechándose del desconocimiento que de la obra del excelso creador de Fiestas galantes había entre el público español, han ido apropiándose, más o menos disimuladamente, los caracteres que perfilan el alma cristiana y torturada, sutil y profunda, inocente e irónica, sincera siempre del pobre Lelián.
Era necesario que en España se conociese a Verlaine, que se profundizase en su obra, que se apreciara la extraordinaria importancia de la revolución llevada a cabo por el poeta francés, revolución que marca en la historia literaria el fin de un periodo y el comienzo de otro.
La editorial Mundo Latino está realizando la loable empresa de dar a conocer en castellano toda la obra de Paul Verlaine, dos de cuyos tomos están ya publicados: Los poemas saturnianos, traducido por Emilio Carrere y Los poetas malditos, vertido a nuestro idioma por Mauricio Bacarisse.
Paul Verlaine fotografiado por Dornac (wikipedia)
En Los poemas saturnianos se nota todavía la influencia clásica y parnasiana en la forma. Verlaine no ha roto aún las cadenas que le unen con la anterior generación. El mismo Baudelaire ha dejado sus huellas en este libro, que el glorioso autor de Sagesse dedicó a su padrino Saturno, el cual ejerció una maligna influencia en su vida.
El poeta dice:
Los sabios de otros tiempos, doctos en brujería
creyeron (y es un caso confuso todavía)
saber la suerte humana por los celestes rastros,
porque están los espíritus ligados con los astros.
Ha habido siempre un vulgo escéptico y burlón
que no ha tomado en serio la oculta tradición
que explica los enigmas del misterio nocturno.
Así pues los que nacen bajo el signo Saturno,
el planeta siniestro que aman los nigromantes,
en su horóscopo tienen estigmas inquietantes,
según dicen los viejos grimorios ancestrales
en su raro alfabeto de los signos fatales.
La desgracia a su lado marcha día tras día
como un cuervo fatídico: su loca fantasía
frustra de la razón el discurso sereno,
en las venas la sangre, sutil como un veneno,
como una lava ardiente, corre, fluye y abrasa
viendo su grande y triste ideal, que fracasa.
Tales los saturnianos deben sufrir y tales
morir (esto, admitiendo que seamos mortales).
Su vida está trazada así, signo por signo,
por la influencia de un elemento maligno.
Saturno acompañó durante toda la vida al pobre Lelián, conduciéndole por último al hospital -su palacio de invierno, como irónicamente decía el poeta- donde le besó la frente por última vez.
En el hospital le encontramos en diversas ocasiones, siempre dispuesto a la burla terrible, tendido sobre una cama estrecha. Su rostro enorme y de una atrayente simpatía cuya palidez exagerada nos hace pensar en las figuras pintadas por Ribera, tiene un aspecto hierático. Su nariz pequeña se dilata a cada momento para aspirar con delicia el humo del cigarro. Sus labios gruesos que se entreabren con amor para recitar las estrofas de Villon o para maldecir contra los poemas de Ronsard, conservan siempre su mueca original, en donde el vicio y la bondad se mezclan para formar la expresión de la sonrisa.
Se decía que padecía pesadillas espantosas y visiones en las cuales los recuerdos de la leyenda oscura y misteriosa de su vida, se complicaban con la tristeza y el terror alcohólicos. Pasaba sus horas de enfermedad, a veces en un penoso aislamiento, abandonado y olvidado, a pesar de las bondadosas iniciativas de los Méndes o de los Leas Deschamps.
En Los poetas malditos están reunidos los artículos críticos de Verlaine y extractos y fragmentos de sus conferencias. Por las páginas del libro vemos pasar a Villiers de l’Isle Adam, el rey sin trono; al bretón, marino y desdeñoso Tristán Corbière; a la enamorada Marcelina Desbordes-Valmore; a Remy de Gourmont, paseante diario por el Luxemburgo; a la mala cabeza de Rimbaud, a Estéfano Mallarmé, modisto de almas, a todos, en fin, los que en aquella época gloriosa para la poesía de Francia guerrearon bajo la bandera simbolista...
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-LIBRO (julio): Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009)
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Más de Stieg Larsson:
-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)
-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, creación, historia, artes, música y libros) como cronológicamente.