lunes, 8 de marzo de 2010
La lírica como motor para salir de la crisis
Autor: José Membrive - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Sociedad en Blog personal por Sociedad
La lírica es un asunto integral, en el que cada sujeto tiene nombre, apellidos y proyecto y en el que es insustituible. En la épica el sujeto es un ejército cuyos miembros son intercambiables. A la larga siempre vence la lírica, esos sujetos y “sujetas” de apariencia enfermiza y algo tímida, se impone sobre los “feroces guerreros”

José Membrive

José Membrive

No es la primera vez que la desmedida ansia de poder de una oligarquía coloca a la sociedad en un callejón sin salida apelando a lo más ruin y oscuro de la condición humana, a nuestra herencia simiesca de tiranizar a la manada. No es la primera vez tampoco que la literatura, esa voz profunda y múltiple, lúcida y rebelde, viene en ayuda y rescate.

Ya ocurrió durante el oscuro milenio medieval (siglos V-XV), en el que, aprovechándose de la invasión nórdica, la proliferación de manadas de caudillos locales (condados, ducados, marcas, baronías) territorializó el poder fragmentando el mundo en jaulas de dominio directo, en el que los vasallos tenían que perder la vida defendiendo a su propio avasallador.

La épica aparece siempre en el origen de los pueblos dotándoles de una misión común, legendaria, bajo la tutela de dioses. Pero muy a menudo estos dioses se encarnan en caudillos desalmados que se aprovechan de la sangre de sus vasallos para establecer sus imperios.

Hasta hace muy poco siempre había creído en la épica hasta que conocí las reflexiones de Bernardo Souvirón que en su libro Hijos de Homero. Destaca el autor un hecho paradójico y llamativo: los grandes héroes de la Iliada y de la Odisea, en realidad eran piezas secundarias en el entramado de los dioses y oscuros imperios que utilizaban a los humanos como meros peones de sus disputas. Estos héroes míticos no dejaban de ser prototipos, muy valientes pero terriblemente sumisos ante los intereses de lo grandes mandamases. Carecían de voluntad, de proyecto propio: “el hombre homérico se define por su status, incluso por su función dentro del grupo. Fuera del grupo y sin la intervención de los dioses (cualesquiera que éstos sean) no es nadie, no tiene identidad. Todavía no existe un sujeto, un hombre libre y, por tanto, responsable”.

Sin embargo la épica, como género literario, tiene el don de romper el discurso del poder, porque al final estos héroes acaban humanizándose y la mera humanización desvela el carácter avasallador de sus mandamases, sean dioses o humanos “oh, dios, que buen vasallo, si oviese gran señor”, dice alguien en el poema de Mío Cid. La épica helénica sacó del anonimato a ilustres “criados” de los dioses para catapultarlos a la memoria colectiva como emblemas de valores netamente humanos (fidelidad, valentía, amor).

La épica es para consumo de grupo. Es un género pre-individual. Es la emergencia de la lírica la que da la puntilla a estas situaciones oscuras de la humanidad.

Bernardo Souvieron: Los hijos de Homero (Alianza Editorial)

Bernardo SouvierónHijos de Homero (Alianza Editorial)

B. Souviron afirma: “Será necesaria… la irrupción de la lírica, con todo su mundo radicalmente opuesto al de la épica, cargado de connotaciones individuales y de propuestas valientes y difíciles-, para que la voluntad de elegir, asociada a la libertad individual, aparezca por primera vez entre los antiguos griegos”.

Vivir para ver: fue la lírica la que nos otorgó los cimientos de la civilización occidental.
Pero hay más: mientras que la fortaleza de los héroes homéricos crecía a la sombra de los oscuros imperios micénicos, los primeros líricos, débiles “inútiles” para la guerra, individualistas, hacían estallar los durísimos cimientos del imperio y formaron la primera civilización atomizada en ciudades estado en donde gobernantes y gobernados compartían tabiques, casas y juegos ¿Cómo pudieron sobrevivir esas minúsculas ciudades-estado, a la furia depredadora de los grandes imperios, provistos de ejércitos numerosísimos que una vez y otra intentaron aniquilar esa presa tan aparentemente frágil y delicada? Apelando simplemente a la lírica frente a la épica.

Es decir, cada ciudadano griego se batía por un proyecto en el que estaba implicado hasta la médula, se batía por su propio proyecto en el que él era pieza clave, mientras que la masa de soldados persas, trabajaba para saciar la desmedida avaricia, la megalomanía de un dictador. La lírica es un asunto integral, en el que cada sujeto tiene nombre, apellidos y proyecto y en el que es insustituible. En la épica el sujeto es un ejército cuyos miembros son intercambiables. A la larga siempre vence la lírica, esos sujetos y “sujetas” de apariencia enfermiza y algo tímida, se impone sobre los “feroces guerreros”.

Si la lírica fue el género que inventó al ser humano libre y autónomo, a ella ha tenido que apelar a lo largo de la historia, aunque esta no lo constate porque, como se sabe, la historia oficial es una variante de la épica y se dicta desde el poder, sea cual sea.
El “dulce estilo nuevo” petrarquista volvió a liberar al individuo derribando los fortísimos muros de la teocracia cristiana medieval. A la lírica se debe la explosión del humanismo renacentista que ahora emite sus últimos estertores y, como no podría ser de otra manera, a la lírica hemos de apelar para hacer frente a este imperio de la vulgaridad, a este dominio de la sinrazón, a este ambiente putrefacto que hiede desde los centros de poder y cuyos “des-cerebros” operan en ámbitos macroempresariales.

El sistema capitalista, tras su triunfo avasallador, está pidiendo a gritos una alternativa.
El fruto de los proyectos, de las doctrinas, de las teorías, sólo se puede calibrar cuando éstas alcanzan su poder y comienzan a desarrollarse sin ataduras. El triunfo de la alianza católica con el poder originó la teocracia de la edad media. Toda teocracia (véase en la actualidad a los israelíes y árabes) genera su edad media. Las inquisiciones, las hogueras, las lapidaciones se perpetran en nombre de la épica “del pueblo” a los “líricos” disidentes, es decir a quienes tratan de pensar por sí mismos.

El triunfo de la vía al comunismo desnudó el estalinismo que lo impulsaba y originó su propio harakiri. El triunfo le capitalismo está originando un mundo repugnante: toda la humanidad está condenada a trabajar para saciar la voracidad economicista de unas quinientas familias dispuestas ya a convertir en un erial al propio planeta. Estos ricos son humanamente, líricamente unos desarrapados. Por no tener no tienen ni épica, ni ética. No se fían ni de su sombra. Están rodeados por sus propios fantasmas. Carecen de elocuencia, de proyecto, de palabra. Tienen ego pero no personalidad, han aplastado su propio sujeto lírico.

Es por eso por lo que, en estos momentos, la historia reclama y apela a la lírica, para que esta (nos queda la palabra, es decir, el pensamiento) venga de nuevo en ayuda de lo más auténtico de la humanidad.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.