Je Suis Charlie

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    NOMBRE
Manuel López Blanco

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
La Coruña (España), 1948

    BREVE CV
Licenciado en Ciencias Económicas (Santiago de Compostela) y PhD en Economía por Michigan State University. Funcionario de la Unión Europea, Comisión entre 1986 y 2010 y Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) 2011 y 2012

    CARGOS
Embajador y Jefe de Delegación de la Comisión Europea en México (acreditado en Cuba) entre 1998 y 2002 y en Senegal (Gambia y Cabo Verde) entre 2002 y 2006. Desde 2006 jefe de división África Occidental en la DG DEV y desde 2008, Director en la Comisión (DG DEV) y en el SEAE (Departamento África) con responsabilidad sobre África del Oeste y Central y en particular sobre el Sahel (Estrategia de Seguridad y Desarrollo de 2011). Jubilado desde el 1 de enero de 2013



Manuel López Blanco

Manuel López Blanco


Tribuna/Tribuna internacional
Charlie Hebdo y los dos salafismos: los mecanismos de construcción del discurso identitario del Frente Nacional francés
Por Manuel López Blanco, viernes, 6 de marzo de 2015
El objeto de este artículo es el análisis de los elementos y el escrutinio de los mecanismos de construcción del discurso identitario del FN, y su relación estrecha con un discurso identitario paralelo, enemigo, que paradójicamente lo valida y confirma, es decir el discurso islamista, jihadista de Al Qaida y afiliados o rivales como el Estado Islámico (ISIS). El objetivo es también identificar el desafío que ambos discursos antagónicos presentan para el conjunto de fuerzas políticas moderadas, de izquierda y derecha, que en este momento parecen no disponer ni de análisis adecuados del problema ni, en consecuencia, de línea política eficaz que ofrezca a la ciudadanía soluciones creíbles al mismo

Los atentados del 7 de enero 2015 en Paris con los asesinatos de caricaturistas irreverentes y anárquicos de Charlie Hebdo (motivados por sus “blasfematorias” imágenes del Profeta), de judíos (asesinados por ser judíos) y de funcionarios policiales (por representar el Estado) han disparado en  Francia y Europa, así como el resto del mundo, de nuevo (después de los atentados del 9/11, Atocha en Madrid y Londres como acontecimientos referenciales) el análisis y la búsqueda de explicaciones sobre las causas profundas del crimen y corolario, la atribución de responsabilidades.

Esta búsqueda intensa de explicaciones y atribución de responsabilidades interacciona de forma potente con los conflictos ideológicos y políticos en curso en Francia (y en Europa) en una coyuntura económica y política de crisis profunda en la cual la identidad nacional, el modelo social, el modelo de gobernamentabilidad, la convivencia intercomunitaria (el multiculturalismo) y la laicidad, la seguridad nacional, la inmigración, el modelo educativo, el modelo de familia (el debate sobre el matrimonio gay) y el papel de Francia en Europa y el Mundo y otros temas de sociedad conectados, son objeto de dudas, contestaciones, rechazos e interpretaciones excluyentes.

Los atentados también sirven de caballos de batalla en la más prosaica lucha política por el poder, que pasa por alcanzar la hegemonía discursiva (como lo practica tan óptimamente Podemos en España). El auge de la extrema derecha (el Front National, FN), que está alcanzando niveles inquietantes de adhesión popular (un tercio del electorado), alzando la bandera del patriotismo, un valor seguro de la extrema derecha, pero también la laicidad, el republicanismo, el modelo social francés y la democracia (más bien valores de los partidos clásicos), testimoniando así la plasticidad del discurso político actual, refleja la inseguridad y la volatilidad de la escena política francesa. 

La autoría del crimen, ciudadanos franceses, nacidos en Francia, educados en la escuela republicana y nacional, aunque de origen extranjero y religión islámica, interpela profundamente a la opinión política sobre las motivaciones o causas que han motivado la acción asesina y el ataque a su propio país. Aunque la reivindicación de los atentados y sus vínculos con la ideología jihadista de Al Qaida e ISIS, y a través de ella con una versión radical y violenta del Islam, no admiten equívocos, el público se pregunta cómo es posible que ciudadanos franceses, de cualquier origen o confesión, puedan haber cometido tales horrores, incompatibles con los principios de ciudadanía republicana.

Dichos autores son parte, y las opiniones públicas europeas comienzan a aceptarlo, de una nebulosa, de dimensión imprecisa y por eso amenazante, presente en toda Europa, constituida por jóvenes, que han seguido procesos de radicalización diversos (en prisión, en lugares de culto, a través de internet mediante viajes de ida y vuelta a teatros de guerra, etc.) y dispuestos a la violencia sin límites y a golpear las sociedades de las que son parte a requerimiento y en función de las necesidades estratégicas y tácticas de Al Qaida o de ISIS.

En este combate o lucha contra la nebulosa Jihadista, Francia se ha puesto en primera fila y figura claramente como uno de los enemigos principales, tanto por su acción en el exterior como en sus políticas internas.

En África, con su intervención en Libia, el Sahel (Mali) y contra ISIS en Siria-Iraq (además de Afganistán) y otros teatros más o menos importantes correspondiendo esta acción al imperativo nacional del mito de la Gran Nación, con responsabilidades mundiales (miembro permanente del Consejo de Seguridad y potencia nuclear) en el emergente y multipolar Concierto de las Naciones. Elemento esencial de la identidad nacional francesa, como no cesan de repetir las más altas autoridades gubernamentales francesas.

En el nivel doméstico por su visión estricta de la laicidad y sus política de asimilación/integración fundadas en el modelo de adhesión a los valores republicanos, individuales y al rechazo del comunitarismo. El ejemplo más claro es la ley contra el uso del velo en ciertos espacios públicos, considerado por muchos musulmanes como un ataque a su religión y cultura.

Por analogía con el ya viejo diseño estratégico de Ben Laden y de al Zawahari (Al Qaida) que distingue el “enemigo próximo” (los regímenes apóstatas locales) del “enemigo lejano” (USA y la coalición occidental), Francia percibe que, al mismo tiempo que confronta a un “enemigo lejano” en los diferentes teatros de guerra en los que interviene, debe hacer frente en casa a un “enemigo próximo” compuesto, y esta es la particularidad francesa (y europea) de ciudadanos nacionales que atacan su propio país.

Apoyándose en la presencia de importantes poblaciones culturalmente musulmanas en las sociedades de los “enemigos lejanos”, resultado de una inmigración pasada, la estrategia de Al Qaida y del nuevo avatar ISIS, mantenida con persistencia, ha buscado constituir, a través de procesos y mecanismos de proselitismo y radicalización directos (imanes radicales, proselitismo en las prisiones) o indirectos (Internet, redes sociales) núcleos de simpatizantes / combatientes / terroristas, que reclamándose del Islam, y a través de sus operaciones terroristas y la generación de represalias y actos generales presentados como Islamófobos, persiguen la polarización entre los “fieles” (verdaderos) de un lado y los “infieles” (cristianos, ateo, judíos, musulmanes tibios, apóstatas o heréticos) del otro.

La eficacia de esta estrategia y la amenaza que conlleva aparece más presente y aguda en la medida en que la integración/asimilación de la numerosa población de origen principalmente norte-africano y sub-sahariano y confesión musulmana se “percibe” (falsamente), por una parte de la opinión pública francesa,  como totalmente fracasado.

Esta “percepción de fracaso” de la integración se construye en torno al aparente progreso en el seno de la amplia comunidad musulmana, en particular entre las jóvenes generaciones, de una identidad musulmana separada, desterritorializada, anclada en una revisión tradicionalista (fundamentalista) de la religiosidad musulmana, que busca un reconocimiento de derechos comunitarios en materia social (derecho de la familia, relaciones de género, etc) y religiosa, en clara oposición a una política de asimilación centrada en una cultura occidental, republicana, laica y al derecho público francés que no reconoce derechos de grupo de raíz cultural o religiosa (es decir claramente anti-comunitarista) y que es percibida, bajo el prisma de dicha identidad, como claramente opresiva. El sentimiento predominante es igualmente y de forma alarmante el de un distanciamiento creciente entre ambas identidades.

La construcción de esta “percepción”, sin matices, que homogeneiza un grupo sociológico, constituyendo una imagen de los “musulmanes”, con una  identidad separada y no asimilable, que representaría una amenaza al “ser francés”, es el pilar sobre el que se construye el discurso xenófobo del Front National (FN) y sus círculos simpatizantes.

Sobre este núcleo central, antiguo en el ADN del FN, del “otro-musulmán”, conjugado con el de la “inmigración” como fuente y causa de la existencia de esa población alienígena en Francia, se superponen otras características negativas ligadas a la explotación del sistema de seguridad social francés (modelo universalmente envidiado) por parte del “musulmán, inmigrado”, que le roba el pan a los “franceses”, y que con mayor frecuencia que estos cae en la criminalidad, en particular el tráfico de droga, constituyéndose así en una amenaza adicional a la seguridad ciudadana. La equivalencia que algunos sectores del FN formulan más o menos explícitamente es la siguiente: “musulmán=narcotraficante=terrorista”.

¿Cabe preguntarse cómo es posible que esta imagen tan obviamente caricatural encuentre eco en una sociedad en principio bien informada, ilustrada y culta como la francesa? De hecho, y en paralelo a la “percibida” crisis de la integración (y sin duda como uno de los factores contribuyentes) y a la presencia creciente de un “otro” resistente a la asimilación socio-cultural, la sociedad francesa (como otras europeas) se ve confrontada a la crisis económica, a la globalización, a la europeización, a la emergencia de amenazas globales que se multiplican (crimen organizado, epidemias, terrorismo global, Estados Fallidos, emergencia de nuevos poderes mundiales, miedo al desclasamiento internacional y europeo).

Este panorama de estancamiento duradero de una economía incapaz de asegurar un crecimiento adecuado, que conlleva un crecimiento del desempleo imparable, productora de  marginación social, de desindustrialización, del desclasamiento de las clases medias, de la desigualdad creciente entre los ricos y los pobres, constituye el entorno problemático de la “crisis” que amenaza el país. Es sobre esta percepción o imagen,  de “crisis” socioeconómica duradera, de crisis cultural, de dudas sobre la identidad nacional, de futuro incierto y amenazante,  sobre la que resuena con fuerza el discurso del FN.

Esta construcción del “Otro” amenazante al “ser francés” se completa necesariamente con la atribución de responsabilidad de esta situación de peligro existencial. En esta atribución el discurso del FN procede a otro proceso de homogeneización/equivalencia, similar al practicado en torno al grupo sociológico musulmán.

Son responsables los partidos republicanos clásicos, UMP (Unión por un Movimiento Popular) y PS (Partido Socialista), subsumidos en una “casta” (termino que resuena con fuerza en España, el “catchword” de Podemos) la UMPS, que han favorecido la “inmigración” y el “comunitarismo”, acomodaticios ante las presiones culturalistas musulmanas (a pesar de la ley sobre el velo), facilitadores de la explotación del sistema social por parte de los inmigrados (musulmanes en mayoría), subestimando o despreciando la demanda de seguridad por parte de la ciudadanía, del “pueblo”, negando el principio de la “preferencia nacional”, favorecedores del gran capital y la globalización.

Es responsable Bruselas, es decir, la Unión Europea (subliminalmente, la dominación alemana de la UE) y el mercado único, el euro, Schengen, favorecidos de siempre por la “casta UMPS”, que atacan la soberanía francesa, el “ser francés”, e impiden la adopción de políticas eficaces contra las amenazas al mismo. Europa es un “otro” enemigo amenazante. La “casta UMPS”, pro-europea, se constituye de esta forma en anti-patriótica y el discurso del FN centrifuga las posturas euroescépticas de derecha e izquierda, que en el pasado han cristalizado en el desastre del referéndum sobre la constitución europea y que, sin participar del discurso xenófobo del FN, constituyen los aliados objetivos de su discurso ensimismado, introvertido, cerrado, homogeneizador, polarizador, negador de la existencia de identidades múltiples y superpuestas, persiguiendo la construcción de la “Fortaleza Francia” contra el resto del mundo.

El discurso sobre el “ser francés” a la manera del FN se ve apuntalado y sostenido por los discursos y construcciones más o menos filosóficas y literarias de ensayistas, filósofos, literarios y por teorías anacrónicas que dan sustento al discurso. Mencionemos tres autores y creaciones que de una forma más o menos directa promueven, o ilustran, el discurso del FN.

La teoría del “Grand Remplacement” promovida por el intelectual de extrema derecha Renaud Camus postula la gradual desaparición de la Francia católica, laica (contradicción aparente), republicana, europea (de civilización), tolerante, y su sustitución por una Francia, musulmana, oscurantista, teocrática, intolerante, ligada a los intereses árabes (enemiga de Israel, objetivo prioritario por otro lado del discurso tradicional, negativista del Holocausto nazi, y anti-semita del FN). Este remplazamiento, en el curso de una/dos generaciones, es el resultado inevitable de la inmigración, del crecimiento demográfico, más elevado en la población musulmana que en el resto de la población, ayudado por las políticas de la casta UMPS.

En la misma línea, postulando procesos similares de declive, se sitúa el panfleto, “le suicide français” del polemista E. Zemmour, que curiosamente en sus posturas notablemente marcadas por el patriarcalismo y anti-feminismo más rancio se encuentra en buena compañía con el Islam más oscurantista y retrógrado que constituye su enemigo.

Terminando con la última producción del novelista M. Houellebecq, Soumission que traza un escenario (hacia 2022, es decir dentro de muy pocos años), que pretende plausible, de toma del poder en Francia de un partido islamista (moderado, la “fraternidad musulmana”) con el apoyo de la casta UMPS (“partidos que persiguen la desaparición de Francia dentro de Europa”, según un personaje de la novela, agente de los servicios de inteligencia, dotado de esta forma de autoridad y saber privilegiado) en oposición al FN, portador de los valores identitarios auténticos del “ser francés”. Esta conquista, seguida de la islamización rápida de la sociedad francesa (en particular de las elites), procede a través de la explotación de los miedos, ambiciones, egoísmos, del ciudadano medio que se acomoda a la nueva situación, apoyada por las capitales árabes y sometido a la influencia de esos intereses. Situaciones similares de toma del poder por partidos islamistas se producen en el resto de Europa, lo que establece la equivalencia islamismo = integración europea característica del discurso FN (y que en forma subliminal disculpa a Francia de su “sumisión”, puesto que el problema no es Francia, sino Europa). Esta novela aporta claramente, aunque quizás no deliberadamente, una narrativa de plausibilidad al discurso del FN.

El discurso político esencialista e identitario del FN, apoyado por los ejercicios panfletarios y  literarios señalados más arriba, continúa su proceso hegemónico de persuasión de la opinión pública francesa, conquistando gradualmente mayores cuotas de mercado. Esta dinámica política positiva se refleja en los resultados de las recientes elecciones que sitúan al FN consistentemente en una de las dos primeras posiciones lo que incita a los partidos llamados “republicanos”, UMP, centristas, PS, a aunar fuerzas contra el FN. Naturalmente, esta alianza (contra natura, izquierda y derecha confundidas) confirma la acusación del FN que dichos partidos constituyen la misma casta UMPS y conforta su discurso homogeneizador del resto del espectro político anti-patriótico.

Vemos así el fascismo emergiendo en Europa una vez más, al amparo de la crisis económica, de la cacofonía de los discursos políticos de los actores clásicos, de la crisis de gobernabilidad y de la sensación que el poder político, el Estado, carece de instrumentos eficaces para hacer frente a los desafíos modernos que vienen de fuera y de dentro. Un fascismo-populismo que, como hemos visto, utilizando recetas clásicas de dominación hegemónica de la escena política.

El discurso hegemónico del FN no se reduce a la construcción de un “otro islámico” amenaza existencial al “ser francés” que debe ser confrontada por todos los medios. El discurso se extiende sobre otros campos discursivos en los que se constituyen dimensiones adicionales de la identidad fundamental, del “ser francés”. Estos campos son, el régimen político-económico, la respuesta a la globalización, la posición ante Europa y la identidad internacional. Estos discursos complementarios necesitan establecer una coherencia a través de los diferentes campos discursivos así como con el discurso central identitario afín de dar estabilidad y credibilidad a este. El análisis de estos discursos complementarios será objeto de un artículo posterior.

 Al Qaida e Isis por un lado y el FN por el otro (dos tipos de salafismo opuestos), se complementan participando en un juego cooperativo en el cual ambas partes persiguen un mismo objetivo: la polarización de la población francesa, de orígenes diversos y atravesada por múltiples identidades complementarias o superpuestas, en dos grupos homogéneos, sin fisuras, constituido por un “Nosotros” y un “Ellos” (“franceses” o “musulmanes” ocupando una posición o la otra en función de la perspectiva adoptada), que se amenazan mutualmente en su esencia/existencia.

El peligro de la presente situación en Francia, repetible en otros países miembros de la UE, es que ambas estrategias, la de AQ/ISIS y la del FN continúen funcionando ventajosamente en beneficio propio y mutuo. Ambos parecen aumentar su cuota de mercado, por decirlo así, a expensas de la oferta y el discurso político de los moderados. Es una situación clásica en conflictos en fase de agudización en la que los extremos ganan a expensas de los moderados. El clásico choque de trenes que no puede llevar más que a la guerra civil.

¿Cuál es el resultado que se puede pronosticar extrapolando estas tendencias? En primer lugar, la instauración de una república autoritaria, fascista, autárquica, una democracia “iliberal” en Francia, a la manera Putin (elecciones plebiscitarias y bajo control policial); en segundo lugar, y como consecuencia (con otros acontecimientos probables como la salida del Reino Unido de la UE, Brexit, o de Grecia, pueden contribuir también al mismo resultado) al desmantelamiento de la UE, a la desestabilización política de Europa y, en último término y una vez más (como los comentaristas geopolíticos americanos pronostican desde el fin de la Guerra Fría), a la confrontación geopolítica entre los Estados europeos.

Los partidos moderados, de izquierda y derecha, divididos en cuanto a objetivos y políticas en el campo político-económico, de la globalización, de la construcción europea y de la política extranjera se encuentran igualmente confrontados al doble enemigo de: por un lado, la acción de AQ/ISIS en el teatro interno y en el externo que persigue, a través de la realización de atentados terroristas y la provocación de actos islamófobos, la polarización de la población musulmana en torno a la ideología jihadista (la oumma desterritorializada) y, por el otro lado, la acción del FN que construyendo una identidad nacional exclusiva del “otro-islámico”, inasimilable y amenaza existencial del “ser francés”,  coopera objetivamente con la estrategia de polarización de AQ/ISIS.

Frente a esta estrategia doble, de pinza, el desafío para los partidos republicanos, de izquierda y derecha, es la construcción de una estrategia, en primer lugar discursiva, narrativa, que combata eficazmente por un lado el discurso beligerante y xenófobo del FN y por el otro las estrategias de proselitismo, radicalización y de inseguridad/terror de AQ/ISIS.

Un discurso que de-construya, desestabilice y desmonte ambos discursos y que encuentre resonancia en el cuerpo político francés. Esto pasa por la puesta en evidencia de las incoherencias de ambos discursos, la desconexión de los mismos con la “realidad” (en la línea del trabajo de J Laurence y J Vaisse, “Integrer l’islam. La France et ses musulmans, enjeux et reussites”, Editions Odile Jacob, Paris, 2007), así como de sus afinidades ideológicas (por ejemplo ambos discursos promueven une sociedad patriarcal, anti-feminista y homófoba,). Pasa igualmente por revisitar, con lucidez y honestidad, abriendo el debate, la historia de la colonización francesa en África del Norte y Africa Sub-sahariana, los traumas de la guerra de Argelia, y los efectos políticos y culturales sobre las relaciones entre franceses por un lado y norteafricanos y sub-saharianos por el otro, de estos acontecimientos. 

En segundo lugar, la estrategia pasa por la revisión en profundidad y de forma creíble (de cara a la opinión pública) de las políticas de integración, reconociendo frente al éxito de la integración de la mayoría de los musulmanes franceses, la existencia de núcleos duros de re-identificación en torno a una identidad musulmana “dura”, transnacional, en la que resuena con fuerza el mensaje Jihadista.

Reconociendo igualmente la concentración de este problema (Manuel Valls ha utilizado el término de “apartheid” para referirse a esas zonas) en ciertas áreas de la república, las “banlieux”, en proceso de auto-segregación, resultado de la inseguridad (provocada por la acción de grupos criminales) de la marginalización social, el paro y pobreza creciente, la inoperancia del sistema educativo y el abandono de la administración, sometidas al control de gangs de narcotraficantes y grupos jihadistas. Situación que favorece el proselitismo jihadista y el crecimiento de la criminalidad, ambos procesos complementándose y autoalimentándose.

Este reconocimiento debe traducirse en una estrategia de reconquista republicana de estos territorios urbanos fundada en políticas nuevas, más voluntaristas, integradas que, trabajando sobre y con las poblaciones de dichos barrios (que deben ser consideradas como los protagonistas y no los objetos de una intervención aséptica y exterior) que aúnen de forma sinérgica componentes de seguridad, educativos, económicos (garantizando el restablecimiento de comercios y PYMES), de des-radicalización y contra-radicalización, de acción política y participación ciudadana, en la que las diferentes administraciones del Estado funcionen según un modo integrado (al contrario de su funcionamiento normal). Es decir salir del “business as usual”.

La alternativa a estas estrategias de reintegración, por medios esencialmente persuasivos y políticos, es la que el FN pondría seguramente en práctica basada en una acción militarista, puramente securitaria, de contención de las amenazas que provienen de esas “banlieux”, consistente en rodearlas de murallas de varios tipos, identificando a toda la población de esos barrios como el “enemigo” o al menos el objetivo de la acción policial. El ejemplo de esta estrategia de pacificación-securizacion lo vemos en Brasil en las intervenciones de tipo policial-militar en las favelas. Sin embargo, a diferencia de Brasil, donde no hay contencioso identitario, en el caso francés la puesta en práctica  de tal estrategia securitaria seria explosiva.

Por último, un comentario de clarificación que considero necesario. En diferentes lugares de este artículo se hacen paralelos entre el FN y Podemos. No hay pretensión alguna de amalgamar ambas ofertas políticas, ni en cuanto al contenido ni en cuanto a los presupuestos éticos. Hay sin embargo tres semejanzas que pueden señalarse y que motivan preocupación.

La primera concierne la similitud de técnicas y mecanismos de obtención de la hegemonía discursiva. En particular la equivalencia establecida entre el enemigo común, la izquierda y la derecha clásica, que son así descalificados. El “UMPS” (fusión de la UMP y el PS) para el FN, la “casta” para Podemos.

La segunda es la tonalidad del lenguaje utilizado en la descalificación política, claramente estridente cuando no histérico, que eleva la tensión de la contienda política convirtiéndola casi en una lucha existencial para los partidos (cuando en democracia se gana unas veces y se pierde otras). Este lenguaje parece indicar la pretensión del movimiento político que lo utiliza de disponer de la verdad absoluta y por tanto su pretensión de obtener el poder y mantenerlo por “mucho tiempo”.

La tercera, bastante ligada a la anterior es la construcción de una postura revisionista con respecto al marco institucional existente, calificado de “falsa democracia”, de régimen de elites que no representan al “pueblo”. Estas tres semejanzas indican la tendencia de ambos movimientos hacia la intolerancia política, el dogmatismo y el cultivo de una atmósfera de guerra civil política.