Aleksandr R. Beliáiev: <i>La cabeza del profesor Dowell</i> (Barcelona, 2013)

Aleksandr R. Beliáiev: La cabeza del profesor Dowell (Barcelona, 2013)

    TÍTULO
La cabeza del profesor Dowell

    AUTOR
Aleksandr R. Beliáiev

    EDITORIAL
Alba (Colección Rara Avis)

    TRADUCCCION
Alberto Pérez Vivas

    OTROS DATOS
ISBN: 97884-84288268. Barcelona, 2013, 358 páginas. 19,50 €



Aleksandr R. Beliáiev

Aleksandr R. Beliáiev

Ana Matellanes García

Ana Matellanes García


Reseñas de libros/No ficción
La cabeza del profesor Dowell, de Aleksandr R. Beliáiev (Alba, 2013)
Por Ana Matellanes García, jueves, 1 de agosto de 2013
No extraña que en la literatura del periodo soviético surgieran novelas que escapan deliberadamente de la realidad para trasladar las historias a un mundo alternativo, dominado por los avances tecnológicos. Un entorno frío y opresor es un buen campo de abono para ficciones que recrean sociedades tecnológicas de las que se imagina un futuro fascinante y, en ocasiones, también aterrador. El caso más vanguardista es sin duda la novela de Evgueni Zamiátin Nosotros, pero durante el siglo XX la literatura rusa fue prolífica en novelas y relatos de ciencia-ficción que consolidaron un género pujante en la Unión Soviética.

La ciencia-ficción rusa en el siglo XX

Durante el periodo soviético la producción de ciencia-ficción tuvo dos “vertientes”. Por un lado, la “oficial”, compuesta por novelas que elogiaban el desarrollo de la tecnología y la ciencia y que, con un punto panfletario, situaban a sus protagonistas en mundos modernos, haciéndolos entrar en contacto con marcianos o viajar a través del tiempo. En esta corriente destaca Aelita (1922), de Alexéi Tolstoi (1882-1945) y Aleksandr R. Beliáiev (1884-1942), denominado el “Julio Verne” de la ciencia-ficción soviética. En el otro extremo se sitúa la ciencia-ficción “disidente”, en la que destaca la figura de Evgueni Zamiatin (1884-1937), que con la novela Nosotros (1921), a la que tanto deben Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell, se encuentra por derecho propio entre los más destacados narradores rusos del siglo XX. Su retrato de la deshumanizada sociedad del opresivo y matemático Estado que controla a los individuos hasta en sus más mínimos deseos y anhelos, le valió críticas en el partido bolchevique y le llevó a la postre al exilio en París.

Historias delirantes en un contexto científico

Aleksandr R. Beliáiev fue uno de los autores indiscutibles de la ciencia-ficción rusa de la primera mitad del siglo XX. Sus más de ochenta novelas y relatos sientan las bases de una narración de tono “cientifista” que no ha envejecido excesivamente bien pero que tiene un cierto encanto por lo delirante de sus argumentos. En este contexto destaca la novela La cabeza del profesor Dowell (1925), que la editorial Alba ha publicado en su colección Rara Avis acompañada por el relato El día del Juicio Final (1929), una fantasía que tiene como protagonista la desaceleración de la velocidad de la luz y sus efectos en la vida de los personajes.

La cabeza del profesor Dowell es una novela estridente, delirante y loquísima, en la que se entremezclan géneros como la ciencia ficción, la aventura y el folletín. En ella, un reconocido científico experto en el trasplante de órganos es asesinado por uno de sus discípulos, el profesor Kern, quien decide conservar su cabeza  en secreto y mantenerla con vida mediante una prodigiosa solución científica, obligándole de este modo a supervisar sus estudios. Un día contrata a una ayudante para que le apoye en el mantenimiento de la cabeza, la doctora Marie Laurane, quien muy pronto se encariña con ella y entabla una relación de amistad. Mientras tanto, el doctor Kern lleva a cabo trasplantes de cabezas en cuerpos de cadáveres y busca presentar los avances desarrollados gracias al profesor Dowell, encontrándose con la oposición de la doctora Marie Laurane y con la entrada en escena del hijo del profesor y un amigo de éste, que intentarán por todos los medios liberar a los cautivos.

El argumento, ya de por sí fantástico, tiene sin embargo una base real: los experimentos del científico Serguéi S. Briujonienko, del Instituto de Investigación de Cirugía Experimental, realizados en la década de los años veinte para mantener con vida la cabeza amputada de un perro, con el fin de construir un sistema que permitiera mantener con vida los órganos separados del cuerpo humano.

La visión de Beliáiev de la ciencia es oscura y, a la vez, vitalista, en la que el desarrollo de la historia y los eventos importan mucho más que la verosimilitud y la construcción de personajes. La cabeza del profesor Dowell es pura acción: los eventos se desarrollan encadenados y, en muchas ocasiones, a trompicones, pasando de un tono marcadamente fantástico a otro casi folletinesco, con una capa pulp que hace de la lectura del relato una experiencia delirante.

Igualmente divertido es el relato que completa la edición de Alba: El día del Juicio Final. Su punto de partida es, cuanto menos, original: en el Berlín de entreguerras, un grupo de periodistas asisten desconcertados a la ralentización de la velocidad de la luz en todo el planeta. Esta modificación de las leyes de la naturaleza provoca que la realidad que perciben los personajes en sus ojos llegue con retraso. Mientras se puede oír sin problemas lo que está sucediendo (por ejemplo, un coche que choca contra otro), los ojos no pueden verlo hasta pasados unos minutos, provocando una realidad confusa y enloquecida. Al mismo tiempo, los periodistas luchan por encontrar una exclusiva y hacerse con un expediente confidencial sobre un pacto secreto germano-soviético, robando al amparo de la nueva situación visual si es preciso.

Al igual que en La cabeza del profesor Dowell, en El día del Juicio Final Beliáiev se vale de avances y teorías científicas como la relatividad de Einstein para crear una historia de tono “cientifista” pasado por el tamiz del humor (que lo hay en este relato) y la imaginación.

Hay que acercarse a ambos relatos sin prejuicios y abiertos a encontrar cualquier cosa. Es posible que Beliáiev se tomara en serio sus historias, pero la propia trama y sus momentos cómicos convierten a La cabeza del profesor Dowell en un divertimento más que en una obra literaria. Una curiosidad para momentos de relax poco exigentes. En definitiva, una entretenida lectura de verano.