Kōda Rohan: <i>El samurái barbudo</i> (Satori, 2012)

Kōda Rohan: El samurái barbudo (Satori, 2012)

    TÍTULO
El samurái barbudo

    AUTOR
Kōda Rohan

    EDITORIAL
Satori

    TRADUCCCION
Naoaki Shimada

    OTROS DATOS
ISBN: 978-84-940164-4-8. Gijón, 2012, 328 páginas. 23 €



Koda Rohan (1867-1947)

Koda Rohan (1867-1947)

Ana Matellanes García

Ana Matellanes García


Reseñas de libros/Ficción
Honor, gestas y eternidad en el antiguo Japón: El samurái barbudo, de Kōda Rohan (Satori, 2012)
Por Ana Matellanes García, lunes, 3 de junio de 2013
La Restauración Meiji (1868-1912) fue para el Japón de finales del siglo XIX una época de apertura no sólo en el ámbito social, económico o político, sino también en el cultural. Tras siglos de aislamiento, el país nipón abrió sus fronteras a las influencias occidentales, iniciando un vertiginoso recorrido hacia la modernización en todos los frentes. En las letras niponas esas influencias se tradujeron en una corriente literaria integrada por autores dispares a los que unía sin embargo una voluntad de examinar el mundo desde nuevos puntos de vista, valiéndose para ello de una mayor libertad creativa para adoptar técnicas, usos y temas propios de la cultura europea, aunque sin abandonar rasgos propios de la identidad japonesa. Así, nombres como Yasunari Kawabata, Ryūnosuke Akutagawa, Natsume Sōseki o Junichiro Tanizaki, autores afortunadamente ya familiares entre los lectores en lengua española, forjaron una obra que dinamitó las bases de la “literatura del aislamiento” de siglos anteriores. Sin embargo, no todos sucumbieron ante la seducción occidental. Muchos autores continuaron cultivando temas y modos de la tradición literaria nipona, como es el caso de la colosal figura de Kōda Rohan (1867-1947), un escritor que apostó por temas clásicos pero sin perder por ello su modernidad.

Una de las obras más célebres y representativas de este autor fue El samurái barbudo, texto que podemos disfrutar gracias a la editorial gijonesa Satori, que en su última tanda de novedades para la colección Maestros de la Literatura Japonesa, vuelve a ser fiel a su costumbre de traer, en pareja, el texto un autor menos conocido por el gran público de la mano de otro que sí es más popular, como es el caso de Nagai Kafū.

Kōda Rohan: un puñetazo en la mesa

Las circunstancias personales y literarias de Kōda Rohan son importantes a la hora de aproximarse a su obra. Nacido en Tokio y educado con una esmerada formación clásica (en en Japón del XIX se traducía en el estudio del chino y su literatura), Kōda Rohan fue un escritor muy popular en su época, y su exitosa carrera literaria se explica por el propio momento en el que le tocó vivir. Como hemos dicho, la narrativa nipona estaba siendo renovada, al igual que otros ámbitos del país, por la corriente occidental impulsada por el emperador Meiji. Muchos escritores abrazaron con júbilo las influencias externas, como puede ser el caso de los escritores de la escuela naturalista japonesa, pero otros, como Kōda Rohan, optaron por desmarcarse de esa tendencia y continuaron una tradición que fue gratamente recibida por el público lector japonés de finales del siglo XIX y principios del XX, acostumbrado a unos códigos narrativos de componente más tradicional. Como el profesor Carlos Rubio afirmó en la presentación del libro El samurái barbudo el 7 de marzo en la Fundación Japón de Madrid, esta obra fue un puñetazo en la mesa literaria que estaba llena de libros que imitaban técnicas, temas y sensibilidades de Occidente, una autoafirmación de la tradición japonesa dada por los herederos de ésta.

El volumen que ahora presenta Satori recoge dos de los relatos más representativos de la obra del escritor tokiota: “La pagoda de cinco pisos” y “El samurái barbudo”, título que da título al libro. En ambos palpitan los valores de un Japón tradicional que resistía el ímpetu de las ideas modernizadoras del emperador Meiji, tradición que Rohan exalta y que el escritor Nagai Kafū añora en relatos como Una extraña historia al este del río, del que ya hablamos en Ojos de Papel.

Pese a su diferente temática y enfoque, a las dos historias les une una serie de valores como la religiosidad, el honor, la lealtad, la amistad o la búsqueda de la inmortalidad, valores a los que Rohan se aproxima desde dos prismas diferentes que permiten entender el Japón actual mediante relatos ambientados en el pasado.

“El samurái barbudo”: honor y valentía

 “El samurái barbudo” (1896), narra una heroica gesta de componente histórico en la que, paradójicamente, sus protagonistas cayeron derrotados: la batalla de Nagashimo (1575), que enfrentó al poderoso clan Takeda contra la alianza de los clanes Oda y Tokugawa. En este relato Rohan da protagonismo a esa estirpe de valerosos samuráis a la que él mismo pertenecía y destaca su código y manera de enfrentarse a la vida, reafirmando asimismo la identidad nacional de un Japón que quería demostrar al mundo quién era. Con una mezcla de personajes históricos y ficticios, como el samurái barbudo Dairoku que da título al relato, y a través de una épica reivindicación de un pasado glorioso, Rohan pone de manifiesto el honor, valentía y lealtad de sus personajes, cuya historia entreteje adornándola de una sobriedad lírica.

La obra se divide en tres partes. En la primera el lector asiste a las preparaciones de la batalla de Nagashimo, donde se trazan las distintas personalidades de los samuráis que van a participar en ella. En este sentido, los samuráis de Rohan tienen mucho del idealismo de su autor: son vitales, pasionales y humanos. Por ejemplo, el personaje del general Baba pronuncia este encendido y heroico parlamento antes de la batalla: “he desatado todas las ataduras que me ligaban a este mundo. No siento ningún pesar. Mañana demostraré cómo muere un samurái de Koshu, un guerrero de la confianza de Shingen. Lucharé con todas mis fuerzas. Gritaré y escupiré sangre ardiente hasta mi aliento postrero. Dejaré como último recuerdo de mi vida mis huesos machacados y esparcidos.” (1) El segundo cuadro, por su parte, presenta el avance de la batalla e introduce al “samurái barbudo” y a otros personajes ficticios, de los que Rohan se servirá para redefinir el código del samurái sobre la vida y la muerte. Por último, la tercera parte comienza tras la elipsis de la batalla y muestra al samurái protagonista encarcelado, una situación que para los códigos de honor del samurái entraba directamente en conflicto con el honor y abocaba a la muerte como reparación de éste. Se trata de un concepto de heroísmo que Rohan examina desde una posición más moderna al plantear que el samurái adapte su código a los tiempos que vive y no tenga que precisar un gesto tan extremo como la muerte para mantener su honor.

La generosidad humana en “La pagoda de cinco pisos”

Por su parte, “La pagoda de cinco pisos” viaja a un mundo totalmente distinto: el de los artistas. La historia, concebida para ser publicada por entregas en la revista Kokkai en el mes de noviembre de 1891, enfrenta a dos arquitectos que desean recibir el encargo de la construcción de una nueva e imponente pagoda del templo de la localidad donde viven. Por un lado se encuentra el reconocido maestro Genta y, por otro, uno de sus discípulos, el carpintero Jubei, quien recibe el sobrenombre de Nossori (lerdo). Ambos buscan, en el fondo, y más allá de su religiosidad, idear una obra que les aporte reconocimiento, trascendencia y una suerte de eternidad en la tierra. El conflicto surge de su desigual condición (uno es un culto y reconocido maestro mientras que el otro es un desaliñado, torpe y despreciado carpintero).

La necesidad de llegar a un acuerdo para que sólo uno de los dos construya la pagoda, impuesta por el monje principal del templo, hace surgir lo mejor y lo peor de ambos. Rohan utiliza este conflicto para construir una hermosa parábola sobre la generosidad del ser humano, pero también sobre los demonios que impiden que ésta aflore, como la envidia, el orgullo o la soberbia. Y no sólo eso. Para el profesor Carlos Rubio, según indicó en la presentación del libro, se trata de una “loa a la actividad humana”, destacando el arte como instrumento de iluminación y salvación de las personas. Efectivamente, el relato ensalza el trabajo de carpintero, la profesión del humilde Jubei: “Uno puede pensar, por ejemplo, que la profesión del carpintero es trivial. Pero la dedicación fervorosa y honesta del que no se preocupa por la codicia y el egoísmo, sino solo por tallar bien con el formón y el cepillo es una joya tan valiosa que no puede compararse ni con el oro ni con la plata.”(2) Además, en la construcción de la historia es interesante el uso de largos párrafos en primera persona que trasladan los pensamientos y dudas de los personajes, fracturando la narración en tercera persona y aportando un toque de sutil modernidad al relato y una narración más cálida y personal.

¿Otra de samuráis? Sí, ¿por qué no?

Tanto si se está interesado en el mundo de los samuráis y del Japón clásico como si no, El samuráis barbudo es una oportunidad magnífica para descubrir a un narrador como Kōda Rohan, un autor capaz de impregnar a sus relatos de optimismo y vitalidad y transportar con sus historias al lector a ese mundo de héroes y artistas que buscan el honor y la eternidad como destino de sus vidas. Pese a sus más de cien años, la prosa de Rohan es viva, equilibrada y eléctrica a la vez, y se lee con placer por su modernidad no tanto en los temas como en la capacidad narrativa. ¿Otra de samuráis? Sí, ¿por qué no?

NOTAS
(1) Página 224.
(2) Página 80.