Abundan los textos en torno a la prostitución y siempre se ha considerado
que una mujer bella tenía mucho ganado en la vida. El pasado mes de enero
falleció la periodista y escritora norteamericana Charla Krupp (1953-2012). Sus
libros
Cómo no parecer mayor y
Cómo no parecer gorda se tradujeron
a numerosos idiomas y se vendieron miles de copias.
Krupp dedicó su vida
profesional a estudiar las relaciones que existen entre el atractivo físico y la
carrera profesional. Suyas son estas palabras: “Para nuestra generación,
mantenerse joven no es precisamente cuestión de vanidad. De nuestro buen aspecto
depende nuestra supervivencia personal y financiera”.
Pese a todo no
existía un texto que desde las ciencias sociales se adentrase en la complejidad
implicada en la belleza como bien personal y de mercado. Ha tenido que llegar
Catherine Hakim para acuñar el término ‘capital erótico’ como la resultante de
una combinación de atractivo estético, social y sexual que se ejerce sobre
nuestro entorno de relaciones, en especial aquellas que pertenecen al sexo
opuesto.
En realidad, su intrépido análisis
abarca ambos géneros e incluye a homosexuales y
lesbianas
Aunque Catherine Hakim centra su
análisis en las mujeres, no por ello deja de reflexionar sobre los hombres. “Un
Obama feo nunca hubiera ganado”, o “un hombre bajo gana menos dinero” son frases
que se desprenden de su libro como la fruta madura cae del árbol. En realidad,
su intrépido análisis abarca ambos géneros e incluye a homosexuales y lesbianas.
No resulta fácil exasperar al feminismo radicado en el Reino Unido, un
grupo de presión políticamente potente y con excelentes conexiones mediáticas.
Sin embargo, en 2010 Catherine Hakim consiguió irritar a buena parte de un
feminismo anglosajón que lleva décadas marcando el territorio de lo
políticamente correcto.
De repente una socióloga del Centre for Policy
Studies de Londres publicaba un informe titulado
Feminist Myths and Magic
Medicine, en el que condenaba las políticas destinadas a conseguir la
igualdad de género. La
tesis
central sostenía que las mujeres son menos ambiciosas que
los hombres y que muchas de ellas elegirían el matrimonio como medio para
conseguir seguridad económica.
Nacida en Oriente Medio en 1948 y educada
en Gran Bretaña desde los dieciséis años, Catherine Hakim ha desempeñado
diversos cargos y entre 1990 y 2011 ha sido Visiting Scholar en la excelente
London School of Economics. Miembro del consejo editor de revistas de referencia
como son la
European Sociological Review o
International
Sociology, su obra es extensa y transpira solidez.
Dos ideas marcan el territorio de
este volumen. La primera es la de capital erótico y la segunda lo que Hakim
denomina déficit sexual masculino
En 2010 la
doctora Hakim, como le gusta ser denominada en los medios, publicó en la
European Sociological Review un artículo que, apoyado en su trabajo
Feminist Myths and Magic Medicine, venía a insistir en su idea de que la
igualdad sexual entre hombres y mujeres era un mito. Afirmaba que la pretendida
simetría en las parejas respecto de los roles familiares, empleo y sueldo se
caía por su falta de fundamento real. Acuñaba también el término ‘capital
erótico’.
Aunque las tesis de Hakim eran un torpedo en la línea de
flotación de lo que se venía entendiendo como “corriente principal” (main
stream) en los estudios de género y en otras áreas de las ciencias sociales, lo
cierto es que las revistas académicas estrictamente profesionales son leídas por
un número forzosamente pequeño de docentes e investigadores.
El atrevido
y demoledor artículo de Hakim hubiera pasado más o menos desapercibido si no
fuera porque
Prospect Magazine, una revista mundana de mayor tirada,
publicó un articulito recogiendo lo más llamativo de las afirmaciones de Hakim.
Con el inicio de la tormenta en marcha, el influyente
Times Higher
Education le dedicó una crítica demoledora, y el sello británico Penguin
adivinó negocio en la polémica y decidió editar un libro con la ampliación del
artículo publicado en la
European Sociological Review. Tras Penguin,
Basic Books en Estados Unidos, Campus Verlag en Alemania, Mondadori en Italia y
Record en Brasil están imprimiendo un libro que además está vertido al japonés y
al coreano.
Por capital erótico el lector debe
entender una combinación de atractivo físico y
social
Antes de entrar explícitamente en el
contenido de
Capital erótico, conviene advertir que su texto se mueve en
el interior de la arquitectura académica. Notas, citas, repeticiones de carácter
pedagógico y una larguísima bibliografía arman este atrevido y denso libro.
Dos ideas marcan el territorio de este volumen. La primera es la de
capital erótico y la segunda lo que Hakim denomina déficit sexual masculino. Por
capital erótico el lector debe entender una combinación de atractivo físico y
social. Desde la cuna, los niños bien parecidos atraen más atención positiva,
sonrisas y cuidados. Perciben que se les quiere, y reaccionan positivamente. Les
sonríe su entorno y ellos aprenden a corresponder a esa sonrisa, pedir cosas y
negociar lo que desean. Así se forma un círculo virtuoso que dura toda la vida y
es de gran utilidad tanto en la vida privada como en la pública. Para Hakim, los
niños guapos aprenden antes y más rápido a moverse en sociedad. A lo largo de la
vida sabrán gestionar mejor sus emociones y adquirirán aptitudes sociales de
gran utilidad.
El capital erótico es para Hakim el cuarto activo
personal tras el capital económico -el dinero del que se dispone-, el capital
humano -lo que se sabe- y el social -a quién se conoce. De los cuatro tipos de
capital, el erótico es el más complejo. Articula muchos elementos: belleza,
aptitudes sociales, encanto, carisma, cuidado de la propia imagen, forma de
vestir, estado físico, vitalidad, habilidad sexual o fertilidad son algunos de
ellos.
Las personas atractivas tienen una mayor capacidad para atraer
amigos, parejas, compañeros de trabajo, clientes, admiradores, seguidores o
patrocinadores. El capital erótico es desarrollado por hombres y mujeres tanto
en el mercado laboral como en la vida pública. Para Hakim, el “plus de belleza”
sirve más a los caballeros, sobre todo en el mercado laboral. Un hombre guapo
puede incrementar su salario entre un diez y un veinte por
ciento.
La tesis de Hakim es que en contra
de lo que afirman las feministas, sobre todo las anglosajonas, los hombres
tienen un mayor deseo sexual
El marco teórico
que utiliza Hakim viene del sociólogo francés Pierre Bourdieu. A partir de 1983
Bourdieu dibujó en distintas obras los conceptos de capital económico, cultural
y social. Lo que hace ahora Hakim es poner al día, con los datos del siglo XXI,
una reflexión que tiene mucho de consideración sobre las formas del poder en el
capitalismo.
La segunda idea que ocupa muchas páginas de este volumen es
la de déficit sexual masculino. La tesis de Hakim es que en contra de lo que
afirman las feministas, sobre todo las feministas anglosajonas, los hombres
tienen un mayor deseo sexual. El deseo no sería tanto una construcción de la
sociedad como algo innato en los varones.
El mayor deseo sexual de los
hombres provoca frustraciones desde la adolescencia y ejerce una influencia
soterrada en las actitudes masculinas frente a las mujeres, no sólo en las
relaciones privadas sino en la esfera pública. “Para los hombres, ya lo dice la
sabiduría popular, nunca hay bastante sexo”. Para Hakim ni la revolución sexual
de los sesenta ni el matrimonio solucionan un déficit sexual que perdura a lo
largo de todo el ciclo vital.
El inferior deseo sexual femenino
disminuye pasados los treinta. Con frecuencia la maternidad juega un papel
decisivo. Sin embargo, ese menor deseo sexual en la mujeres no se traduce en un
menor capital erótico. En opinión de Hakim, las mujeres tienen en todo el mundo
más capital erótico, entre otras cosas porque le dedican mayor esfuerzo. Dicho
capital erótico tiene un valor especial en situaciones en las que se entretejen
la vida pública y la vida privada.
Hakim insiste en la necesidad de que
el capital erótico proporcione más réditos a las
mujeres
En el territorio marcado por estas
dos ideas de Hakim, no es ilegítimo obtener provecho del capital propio. Hay que
aprovechar las ventajas de la altura, la delgadez o la belleza. Por otro lado,
si los hombres tienen mayor capital económico (dinero) y las mujeres disponen de
un capital erótico deseado por los varones, lo lógico para Hakim es que se
proceda a un justo intercambio. Dinero por ocio sexual (
Honey
Money es el título de la edición inglesa).
De este modo, las relaciones de pareja o matrimoniales deben legitimar
un justo equilibrio de capitales. Igualmente debe despenalizarse y
desestigmatizarse el comercio sexual o cualquier otro tipo de ocio erótico. Los
Países Bajos y Nueva Zelanda, seguidos de Alemania o Francia, serían los modelos
a seguir en la problemática social derivada del ejercicio de la prostitución. En
el extremo opuesto sitúa Hakim a Suecia y Reino Unido.
Antes de cerrar
este volumen con un cuidado anexo que hace referencia a las encuestas utilizadas
por la autora así como a la metodología empleada en su investigación, Hakim
insiste en la necesidad de que el capital erótico proporcione más réditos a las
mujeres. Cierra arremetiendo contra el falso puritanismo de ingleses y suecos
como ejemplo de sometimiento a los planteamientos políticamente correctos pero
equivocados de los movimientos feministas radicales. Una provocación de lectura
obligada que hará reflexionar a todas aquellas personas, muchas hoy en día, que
visualizan los géneros desde la simetría.
Catedráticas de enorme valía
como Edurne Uriarte
contemplan en sus
textos a hombres y mujeres en un pie de igualdad que incluye una
distribución semejante del capital erótico. Hombres y mujeres tendrían idéntico
capital erótico en función de una construcción social del mismo dada por
circunstancias estructurales. Catherine Hakim tiene, como hemos visto, una
visión
completamente distinta. Una visión que empuja a las mujeres a
desarrollar y aprovechar su capital erótico en todos los ámbitos de la
vida.