En JdO compartí hace tiempo la hazaña de Gilberto Bosques, “el
Schindler mexicano”, que con gran riesgo pudo rescatar de las garras del nazismo
a más de 40 mil seres humanos. Bosques no tiene un monumento en México, pero su
ejemplo habla de gran tradición diplomática mexicana, la que reconoció al Japón
en 1888, la que abrió las puertas al exilio español en 1939, la que protegió a
decenas de chilenos, peruanos, paraguayos y argentinos durante las dictaduras
militares, la que nos dio a Genaro Estrada.
Hoy presento a los lectores
noticias de un pasaje poco conocido: el de mexicanos que murieron en el
holocausto. Para ello tomo porciones de la espléndida investigación periodística
del colega Raúl Olmos (19 de enero 2011, am.com.mx) quien reporteó al
Ministerio del Interior austriaco y obtuvo informes hasta entonces inéditos.
Hasta donde sé Olmos no recibió el premio nacional de periodismo, quizá por que
su trabajo sólo tiene datos históricos duros y ninguna declaración tronante.
Aquí los extractos:
“El 13 de agosto de 1940, un tren con
cientos de prisioneros salió de la cárcel IX A, ubicada en la población alemana
de Ziegenheim. Su destino: el campo de concentración nazi de Mauthausen, en
Austria. En uno de los vagones viajaba un mexicano: José Sánchez Moreno Gualda,
de 31 años de edad.
“José Sánchez fue el primero de once mexicanos
apresados por las fuerzas nazis, y transferido a campos de concentración entre
1940 y 1944, revela información obtenida por a.m. a través de solicitudes
de información enviadas a cinco países.
“Del total de mexicanos presos, tres
eran de Guadalajara, uno de Puebla, una mujer de Chihuahua y el resto de la
Ciudad de México.
“Diez de ellos eran jóvenes. Cinco tenían menos de 30
años, otros cinco entre 31 y 34 años y sólo una persona –Anita Germaine- tenía
44 años. El menor era Joseph Salazar, quien al momento de su captura tenía sólo
26 años. Cinco de los mexicanos fallecieron en campos de concentración y otros
cuatro fueron reportados como “desaparecidos”. De sólo dos mexicanos se tienen
datos fehacientes, documentales, de que sobrevivieron al exterminio nazi.
“¿Por qué hubo mexicanos apresados por los nazis? La historia es
compleja. Cuando estalló la Guerra Civil en España, hubo mexicanos que se
integraron como voluntarios con los republicanos. Así ocurrió con Felipe López,
José Sánchez Moreno Gualda, Feliciano Catalán, Luis Moch Pitiot y Joseph
Salazar. Al asumir el poder Francisco Franco, todos estos mexicanos que luchaban
en España huyeron a Francia, en donde fueron apresados. […]
“Muchos
republicanos españoles que fueron detenidos en campos franceses fueron
entregados a la Policía Secreta del Estado (‘Gestapo’), después de que las
tropas alemanas ocuparon el norte de Francia. El ‘Reichsführer-SS’ Heinrich
Himmler ordenó que todos los españoles voluntarios de guerra debían ser tomados
en ‘custodia protectora’ […]
“[Hay] documentos de la estancia de ese
mexicano en el campo de Mauthausen: De acuerdo con el registro oficial, nació el
5 de octubre de 1909 en la Ciudad de México. En 1940 ingresó en el campo de
prisioneros de guerra IX-A Ziegenheim, en donde también estuvo preso el que
luego sería presidente de Francia, Francois Miterrand. El 13 de agosto del mismo
año fue transferido al campo de concentración de Mauthausen con la matrícula
3777. Al ingresar a Mauthausen, se le asignó el número de prisionero 11514. En
aquel campo nazi permaneció esclavizado más de un año, hasta que fue transferido
a la prisión de Gusen, en donde murió el 22 de septiembre de 1941. Pasó 13 meses
y 9 días encerrado, sometido a la esclavitud de los nazis.
“‘Causa de la
muerte: Bronconeumonía’, anotaron en 1941 los nazis en su acta de defunción.
Pero 57 años después, el 24 de febrero de 1998, se anexó a su acta la verdadera
causa del deceso: ‘Muerto en deportación’. […]
“Tres meses después de la
muerte de José Sánchez Moreno Gualda, otro mexicano fue transferido al mismo
campo de concentración de Mauthausen. El 19 de diciembre de 1941, un tren con
prisioneros salió del Stalag XVII B, ubicado cerca de la población de Krems, en
Austria, con destino a Mauthausen. Entre los pasajeros iba Luis Moch Pitiot,
registrado con la matrícula 5035.
“De acuerdo con su expediente, Moch
Pitiot nació el 28 de julio de 1913 en la Ciudad de México, de manera que cuando
fue enviado a Mauthausen tenía 28 años de edad.
“No se sabe si este
mexicano sobrevivió a la esclavitud en el campo de concentración, pues no hay
registros ni de su liberación ni de su muerte. Es uno de los miles de casos ‘en
circunstancias desconocidas’, según apuntan las autoridades austriacas.
“25 meses después de la deportación de Moch Pitiot, los nazis enviaron a
otro campo de concentración a tres mexicanos: Felipe López, Feliciano Catalán y
Joseph Salazar, los tres originarios de Guadalajara, Jalisco […] junto con otros
mil 900 prisioneros. Su destino final sería el campo de concentración de
Buchenwald, ubicado en Alemania. Sin embargo, no todos concluyeron el viaje. En
el trayecto fallecieron 679 personas y 57 desaparecieron durante la deportación.
[…] Diez días después, el 27 de enero de 1944, salió de Compiegne otro tren con
destino a Buchenwald; entre los prisioneros que realizaron ese viaje iba el
mexicano Juan del Pierro. […]
“El jalisciense Feliciano Catalán fue uno
de los pasajeros que sobrevivió a la travesía en el llamado ‘tren de la muerte’.
Estaba por cumplir 34 años cuando fue internado en Buchenwald. En ese sitio
sobrevivió casi 15 meses, realizando trabajos forzados, con una mínima
alimentación.
“El 11 de abril de 1945, cientos de desesperados internos,
consumidos por la inanición, tomaron el control del campo. Ese mismo día, más
tarde, arribaron soldados de Estados Unidos a consumar la liberación de los 20
mil presos que habían sobrevivido a la esclavitud y a la tortura de los nazis.
Entre los liberados había dos mexicanos: Feliciano Catalán –ya para entonces de
35 años- y Felipe López, de 29 años. De Joseph Salazar, el otro jalisciense
internado en Buchenwald, no se sabe si falleció, si escapó o si fue liberado.
Acababa de cumplir 26 años cuando desapareció en aquel campo nazi. También fue
reportado desaparecido Juan del Pierro, de 28 años de edad. […]
“En el
lapso de un mes, Fernando González estuvo recluido en cuatro diferentes
prisiones o campos de concentración nazis en Francia y en Alemania. En junio de
1944 fue internado en Compiegne, en Francia, y casi de inmediato fue transferido
al campo de concentración de Nauengamme. A principios de julio fue enviado al
campo de Sachsenhausen y de ahí lo enviaron a realizar trabajos forzados a
Falkensee, cerca de los bordes de Berlín, en donde los presos eran alojados en
nueve barracones rodeados por alambradas electrificadas. Al igual que sus otros
compatriotas, le tocó presenciar la muerte de cientos de prisioneros. En el tren
que lo llevó de Compiegne a Nauengamme iban 2 mil 62 pasajeros, de los cuales
786 fallecieron en el viaje. Este prisionero mexicano fue forzado a trabajar en
la fábrica de armamentos Deutsche Maschinenbau AG (Ingeniería Alemana de
Maquinaria o DEMAG), ubicada cerca del campo de concentración, según el archivo
de Sachsenhausen.
“El 2 de mayo de 1945, las fuerzas rusas liberaron el
campo, pero se ignora si entre los liberados estaba Fernando González. Su
paradero es un misterio. [a.m. tiene] una ficha […] que detalla que
Fernando González fue registrado en Sachsenhausen como originario de Tehuacán,
Puebla, en donde nació el 19 de agosto de 1914. Cuando fue internado en el campo
de concentración estaba por cumplir 30 años. Su ficha tiene un error en el
apellido, pues fue registrado como Conzales.
“[A Auschwitz] fueron
enviadas en 1943 cuatro mujeres mexicanas de origen judío, que habían sido
arrestadas en Francia, cuando estaban de viaje. Susanne y Denise Klotz,
originarias de la Ciudad de México, fueron arrestadas y enviadas a mediados de
1943 al campo de internamiento de Drancy, ubicado en un barrio al noreste de
París, el cual acababa de ser tomado por las fuerzas alemanas. Su único
‘delito’: ser judías. Susanne (que ostentaba el apellido falso Marx), tenía 33
años de edad, mientras que Denise era un año mayor. El 31 de julio de 1943,
ambas fueron obligadas a subir a un tren con destino a Auschwitz. Cinco días
después, fue reportada su muerte. […]
“Tres meses después, otra mujer
mexicana fue enviada de la misma prisión francesa de Drancy al campo de
exterminio alemán. La chihuahuense Elisia (o Alice) Dreyfus salió el 31 de
octubre de 1943 con destino a Auschwitz, donde falleció. Tenía 31 años de edad.
Dos semanas después, una cuarta mujer mexicana fue enviada en un ‘tren de la
muerte’ al mismo campo. Esta última víctima se llamaba Anita Germaine Guggenheim
(aunque su apellido original era Ullman). La mujer, nacida el 10 de enero de
1899 en la Ciudad de México, fue reportada muerta el 25 de noviembre de 1943, a
los 44 años de edad.
“Las autoridades francesas emitieron un decreto en
el que ordenaron agregar las palabras ‘Muerte por deportación’ en los
certificados de defunción de las cuatro mexicanas.
“Y en todos los casos
se añadió además el dato: Muertas en Auschwitz.”
Hasta aquí las citas.
Duele pensar que otros compatriotas cuyos nombres nunca conoceremos hayan
corrido suerte semejante. El trabajo de Raúl Olmos en a.m. tiene el
enorme valor de ayudarnos a mantener la memoria en este aniversario del
holocausto.