La obra que abre el volumen es “
La herencia de los
Soga”, una pieza que tiene como tema central la
venganza y la
lealtad. En ella, dos criados deciden vengar la muerte de sus amos
ayudados por las amantes de éstos, dos cortesanas de los barrios de placer. Se
trata de una obra que eleva a la categoría de héroe a personajes populares
movidos por la lealtad y la sed de justicia, al mismo tiempo que establece la
autoridad del
sogunato. Destaca en esta obra el sutil retrato de las dos
geishas, dignificadas por Chikamatsu al dotarlas de un heroísmo y valentía
equiparable a los de los dos protagonistas, y la delicada textura de sus
descripciones, que pone de manifiesto la potencia visual de las imágenes del
dramaturgo nipón: “
Su forma de caminar,/ lenta y agraciada,/ es digna de los
cielos,/ como las mangas del quimono/ que parecen hechas de plumas/ a punto de
alzar el vuelo,/ como gansos en tránsito hacia la luna.”
La segunda
pieza recogida es “
Los amantes suicidas de Sonezaki”, un drama de amor
pasional con dos únicos protagonistas que encaran un trágico destino. Esta
célebre pieza inauguró la moda de dramatizar sucesos contemporáneos ya que su
autor se inspiró en un suceso real al que dotó de un carácter solemne y
emocionante. El
suicidio por amor suponía para los japoneses una suerte
de ejercicio supremo de sinceridad del amor entre dos amantes, capaces de
abandonar el mundo a la par y de manera trágica. En definitiva, pureza y
sinceridad de una acción como el amor, dos principios reguladores y
complementarios de la naturaleza humana que emana directamente de las enseñanzas
sintoístas de las que el propio Chikamatsu era seguidor. Un ideal que, además,
tiene en la literatura japonesa una categoría preferente que podemos encontrar
en narraciones contemporáneas como, por ejemplo, en la novela recientemente
publicada por
ediciones
Alfabia Kinshu. Tapiz de otoño de
Teru
Miyamoto.
Merece una mención final la
introducción que abre la edición de la obra, a cargo del profesor Carlos Rubio,
didáctica e interesante aproximación al mundo del
bunraku
Pese a la brevedad de la pieza, la fuerza de la historia de
los amantes que ven imposibilitado su amor conmueve mediante la recreación de
las fuerzas que mueven a los seres humanos, como la pasión, la voluntad o
el honor. Los protagonistas se debaten entre el deber ser y el querer
ser, componiendo un patético y solemne drama que el dramaturgo japonés
adorna con hermosas y emocionantes imágenes. “Adiós al mundo, adiós también a
la noche. / Nosotros, los que transitamos por el camino de la muerte / ¿a qué
nos podemos comparar?/ A la escarcha de un sendero que conduce al cementerio/
desvaneciéndose a cada paso. / Triste es este soñar en el sueño. / Suenan las
campanas,/ pero de los cuatro repiques que anuncian el amanecer/ tan solo han
sonado tres./ El que resta será el último eco/ que escuchen en esta vida./
Anunciarán la dicha de la aniquilación./ Adiós;/ y no solo a las campanadas./
Una vez más los dos amantes contemplarán la hierba,/ los árboles, el cielo,/ las
nubes despreocupadas en las distancia,/ el tembloroso resplandor de la Estrella
Polar en el agua,/ el encuentro de Orihime y Hikoboshi en la Vía Láctea.”
La tercera y última obra cambia totalmente de registro y nos sitúa en un
mundo heroico y cercano a la epopeya occidental. “Las batallas de
Coxinga” nos sumerge en un mundo de guerreros y honor, en el que el tema
central es la restauración de la dinastía Ming en China. Diálogos contundentes,
escenarios exóticos, personajes heroicos y espectaculares escenas bélicas se
entremezclan con temas como el sacrificio o el honor en una pieza llena de
acción, ritmo y fuerza.
Merece una mención final la introducción que
abre la edición de la obra, a cargo del profesor Carlos Rubio. Gracias a
su didáctica e interesante aproximación al mundo del bunraku, el lector
puede adentrarse a las piezas que componen la recopilación de Chikamatsu con una
visión más completa de la profundidad y significado de los dramas del
“Shakespeare nipón”.
Unas obras que, pese a estar despojadas de su
elemento escénico, conmueven con la fuerza de sus palabras y por la riqueza de
las historias. De nuevo, de la mano de Satori, una oportunidad para acercarse a
la literatura japonesa más interesante y menos mediática.
Inicio del film
Dolls (2002) del director japonés Takeshi Kitano,
donde se recrea una representación de bunraku (vídeo colgado en YouTube por
miltonwhatever)