La lección es que el sistema, en España, ha de apostar por los acogimientos
temporales: “Actualmente, hay un lío de leyes complejas, y los niños buscan
referentes claros, pertenecer a una familia, por eso te acaban llamando mamá. La
familia que acoge por un tiempo ha de saber explicar al niño que ellos no son
sus padres; serán sus tíos, sus amigos, sus
tuteladores, pero no sus
padres, porque acogimiento no es adopción”.
La protagonista de
Este
lugar no es para ti se llama María. La niña que acogieron Gema y su marido
se llama
Thalía. La protagonista de
Este lugar no es para
ti (
Ediciones
Carena, 2011) es una adolescente con los ojos puestos en
la lejanía, como los de los primos Hans Cartorp y Joachim Ziemssen, en el
sanatorio internacional Berghof, en
La montaña mágica, de
Thomas
Mann. La niña que acogieron Gema y su marido es una niña de cuatro años.
Aparentemente, son casos diferentes, pero, en verdad, se trata del mismo caso.
Gema y su familia bañaron a Thalía, le soplaron las sopas calientes, le
hacían reír con carcajadas estridentes, de esas que sólo superan las bocinas de
los camiones con remolques de 16 ruedas. La madre biológica de María es una
mujer que cayó en la droga y que se rodeó de malas compañías. De la madre
biológica de Thalía no tenemos datos. De la madre en la que se convirtió Gema
podríamos mencionar su inequívoco compromiso con la infancia desprotegida: “Yo
me licencié en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Era una
buena estudiante, pero no excelente; tenaz, por no decir pesada. Terminada la
carrera trabajé en el departamento de recursos humanos de numerosas empresas.
Pero, con el tiempo, me di cuenta de que prefería trabajos tangibles para gente
con necesidades, y no vender humo a directivos. Quería gente que, si no les
gustas, te da un mordisco, y si le gustas, te da un beso. Quería niños”, razona
Gema, que orientó su profesión hacia la psicología social. Ella acabó fundando
una guardería, de la que fue directora y supervisora. “Cuando me di cuenta de
que la niña a la que habíamos acogido se tenía que marchar con otra familia, fue
muy duro. Piensas en que puedes cambiar el mundo, pese a saber que existe un
principio y un fin para todas las cosas.”
Le compraron ropa, la
acostaron sobre una funda de loneta, le enseñaron a atarse los zapatos “como una
persona mayor”. La cubrieron de besos, un manto de besitos concisos y directos,
como banderas y caduceos. Contuvieron el llanto, resollaron, la dejaron partir.
Thalía se despidió de Gema con un “Adiós, mamá”, y se despidió de él con un
“Adiós, papá”. La recuerdan, la mantienen viva en sus bocas contraídas. No la
olvidarán nunca, estará siempre en su memoria. Y desean que sea
feliz.