Concha López Llamas

Concha López Llamas

    AUTORA
Concha López Llamas

    LUGAR DE NACIMIENTO
Madrid (España)

    BREVE CURRICULUM
Trabajó durante 32 años como profesora y catedrática de educación secundaria, hasta su jubilación anticipada en 2010 por discapacidad visual. Recibió numerosos premios por su labor docente. Destacó como divulgadora de la enseñanza de las ciencias con la publicación de numerosos artículos y ponencias. Su extraordinaria pasión por la naturaleza, de la que hasta ahora era partícipe su alumnado, la expresa en su primera novela, Bajo el dominio del río Negro. Mirada interior de una naturalista




Opinión/Entrevista
Entrevista a Concha López Llamas, autora de Bajo el dominio del río Negro
Por Jesús Martínez, martes, 1 de noviembre de 2011
El lobo

“Aquella tarde fui de nuevo al encuentro con mi amante.” Quizá un lector cubierto por las hopalandas de las bayaderas hallara en esta frase el veneno de una historia de amor romántico, como en Udaipur, de Fernando de Villena. Pero la primera frase de Bajo el dominio del río Negr entronca más con las pretensas líricas de Rudyard Kipling en El libro de la selva. Bajo el dominio del río Negro es la primera novela de Concha López, naturalista en un sentido epicúreo: se embebe del aroma de los carrizos y de la luz de la lisimaquia, al abrigo de las sierras de Sanabria y Carballeda. Se trata del diario de su infancia, el trisagio de sus primeros años, en los que germinó en ella el amor por la naturaleza, incluidas las manadas de lobos, ese animal perseguido que forma parte del imaginario colectivo y que encarna el terror por lo desconocido. Concha redime el lobo: “Forma parte de mi mundo mágico”.
Tenía 15 años Concha, Mari Conchi, cuando, con el cuerpo compungido como una alcuza, decidió aprovechar la hora de la siesta, sagrada en el pueblo de Santa Eulalia del Río Negro, en Zamora, a 50 kilómetros de Galicia, aldea de 200 habitantes donde pasaba los veranos, de julio a septiembre (“se llama así por su río, de aguas oscuras, río de ribera bajo las sombras de los alisos, que hacen de galería. El río Negro es afluente del Tera, subafluente, a su vez, del Duero”).

Concha traspasó el lindero de la línea verde, que delimita las tierras de labor del robledal. Ni siquiera dejó que la acompañara su lebrel de caza, Tani, una mezcla entre dogo y mastín, que proporcionaba más seguridad que ánimos. “Ese fue un momento crucial en mi vida, porque, de alguna manera, rompí las reglas; se me prohibía cruzar la línea verde sin el consentimiento paterno y, mucho menos, ir sola. Me armé de valor y me adentré en el bosque. Ahí es cuando configuro mi propio personaje, una mujer independiente, que quiere ser libre y que busca sus señas de identidad. Creo que esa mujer soy yo”, explica Concha López Llamas, con su voz terrosa, ciertamente revestida de aguamiel.

El lobo que nunca se encontró de pequeña Concha forma parte de Bajo el domino del río Negro (Ediciones Carena, 2011), un libro en el que no pasa de nada pero en el que pasa de todo, porque en él se descubre la infancia, como la que vivió Javi en Secretos del corazón (Montxo Armendáriz, 1997).

Muchos años después, en un periodo especialmente amargo para la autora, en el que se sentía vacía y desolada en el barrio de La Latina de su Madrid natal, tuvo la necesidad de volver a las raíces y de narrar su pasado, lo que equivale a rodearse de la familia y “bordar emociones, sentirse acogida”.

“Especialmente, recuerdo a mi abuelo, hombre muy querido por las gentes, quien me introdujo en su mundo natural, en sus montañas, y quien generó en mí la añoranza por el pueblo, cuya vida transcurría en las cocinas de las casas, y por el campo. Mi abuelo me sumergía en su vida cotidiana y me aleccionaba sobre las cosas del campo”, observa. De ahí el riquísimo vocabulario que aova en el magín de la autora: sanguino (arbusto), escañil (banco de madera), tornadera (aparejo)…

Concha López estudió Biología en la Universidad Complutense, y dio clases en el Instituto María Zambrano de Madrid.

Ya jubilada, ya habiendo transgredido lo posible, Concha López, en su Bajo el dominio del río Negro, se vuelve a empapar de vivencias, ilusiones, intimaciones, reinvenciones: “Me refugio en el monte de Santa Eulalia del Río Negro”.

Con sus miedos y sus lobos.