“[…] Es falso que el presidente haya acusado al PRI como institución o la
mayoría (sic) de sus miembros de tener la intención de pactar, sino que aludió
en concreto a estos priistas que sostienen esta tesis”, dijo Blake. Y trajo a
colación, una vez más, lo dicho por Sócrates Rizzo, exgobernador de Nuevo León,
en un foro académico.
Para aclarar si el presidente acusó al PRI o si,
como dice Blake, no lo hizo, conviene analizar el párrafo antes transcrito.
Dijo el presidente: “Hay muchos en el PRI que piensan que los arreglos
[…]”
Y yo pregunto: ¿Cuántos son “muchos”? ¿Quiénes son? ¿Son militantes
del partido o son sus dirigentes? ¿Son todos o algunos de los gobernadores? ¿Son
los legisladores? ¿Los precandidatos? ¿Quiénes, dentro del PRI piensan que hay
que hacer “arreglos” con el
crimen
organizado? ¿Cuáles son sus nombres y apellidos?
Supongamos que los republicanos se
toman en serio que México es un peligro para su país. ¿Se habrá percatado el
presidente Calderón de que sus declaraciones dan argumentos a la ultraderecha
estadunidense para ejercer presiones sobre
México?
Le recuerdo al presidente y al
secretario de gobernación que Vicente Fox no pertenece al PRI, sino al PAN, y
que el 26 de agosto propuso “llamar a un grupo de enlace de expertos en el tema,
en el contexto internacional, que aporte ideas y soluciones y por qué no…
convoque a los grupos violentos a una tregua… valorar la conveniencia de una ley
de amnistía.” (
Excélsior, agosto 27 de 2011). Y que hace apenas unos días
volvió a la carga: “Negociar no es la palabra correcta, lo que sí se puede
buscar [es] un cese al fuego […] Estoy reiterando que lo que ocurrió en Chiapas
fue obtener un cese al fuego sin negociar […] Eso sucedió en el caso de Chiapas
cuando se formó la Cocopa… aprobado en nuestras leyes (sic), y se sentaron a
hablar con un criminal, con el subcomandantes Marcos” (
Reforma, octubre
19 de 2011).
¿Qué hará al respecto el presidente Calderón? ¿Convocará a
los reporteros de
The New York Times para agregar que el expresidente
panista piensa que las soluciones a un levantamiento indígena son útiles para
lograr un “cese al fuego” del
crimen
organizado?
Antes de Fox, en el pasado al que
condena Calderón, estuvo el presidente Ernesto Zedillo. ¿Hizo arreglos con el
crimen organizado o los hizo alguien de su gobierno?
Carlos Salinas de
Gortari, que es igualmente parte del pasado, refutó a Fox: “ni tregua, ni
amnistía, ni confusión” (
El Universal, septiembre 8 de 2011).
¿Tiene pruebas o siquiera indicios de ello el presidente Calderón? ¿Si
las tiene, por qué no las presenta ante la PGR? ¿Y si no las tiene, por qué
habla en general de “arreglos” hechos en el pasado?
El tema del crimen organizado es
ahora más delicado que nunca porque está vinculado al terrorismo que se ha
convertido en la columna vertebral de la parte más agresiva de la política
exterior de Estados Unidos
Se infiere que los
arreglos a que alude Calderón fueron ilegales, puesto que le dijo a
The New
York Times que “si esa opinión prevalece, me preocuparía”.
Pues
preocúpese, señor presidente, porque Vicente Fox representa a una parte del
panismo y aunque su opinión no prevalezca dentro de su partido, no cabe duda de
que es representativa de una corriente muy importante.
Días antes de la
declaración de Calderón, el 12 de octubre, Connie Mack, republicano jefe de la
subcomisión de América Latina en la Cámara de Representantes, declaró que
"Enfrentamos una insurgencia criminal, si no es que terrorista, en México, que
se encamina a ser más fuerte si no se le hace frente''.
Supongamos que
los republicanos se toman en serio que México es un peligro para su país. ¿Se
habrá percatado el presidente Calderón de que sus declaraciones dan argumentos a
la ultraderecha estadunidense para ejercer presiones sobre México?
En el
pasado, al que el presidente
atribuye todos
los problemas que él no ha podido resolver, los gobiernos
sostenían la tesis de que el consumo de drogas en Estados Unidos era el origen
del problema del narcotráfico. Incluso Díaz Ordaz, uno de los presidentes más
cuestionables de la era priista, dijo ante el Congreso de Estados Unidos que si
México se usaba como “trampolín” para las drogas era porque en Estados Unidos
estaba la alberca.
El tema del crimen organizado es ahora más delicado
que nunca porque está vinculado al terrorismo que se ha convertido en la columna
vertebral de la parte más agresiva de la política exterior de Estados Unidos.
Aunque sólo fuera por eso, es un asunto que debe abordarse con gran
sentido de
responsabilidad, en especial si quien lo trata es el
presidente de México. Entiendo la desesperación del licenciado Calderón porque
la precandidatura de Ernesto Cordero no logra pintar en las encuestas y por el
riesgo de que el PAN no sólo pierda las elecciones sino que sea relegado al
tercer lugar. Entiendo su repugnancia a la
sola idea de
que el PRI regrese a la Presidencia de la República. Pero debería
ser mucho más cauto cuando aborda asuntos que podrían comprometer la seguridad
nacional.