Fidel Castro visita a Hugo Chávez en el hospital (foto procedente de www.granma.cubaweb.cu)

Fidel Castro visita a Hugo Chávez en el hospital (foto procedente de www.granma.cubaweb.cu)



Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

Adán Chávez

Adán Chávez

Nicolás Maduro (foto de Marcello Casal; fuente, wikiperdia)

Nicolás Maduro (foto de Marcello Casal; fuente, wikiperdia)

Elías Jaua

Elías Jaua


Análisis/Política y sociedad latinoamericana
La enfermedad de Hugo Chávez y el gobierno de Venezuela
Por Carlos Malamud, viernes, 1 de julio de 2011
Tras la operación en Cuba de Hugo Chávez, envuelta en un gran secretismo hasta su aparición televisiva, la Asamblea Nacional venezolana, dominada por la oposición, decidió autorizar al presidente a gobernar desde La Habana, en vez de adoptar los procedimientos recogidos en la Constitución bolivariana, que fijan mecanismos estrictos para el reemplazo temporal o definitivo de la persona a cargo del poder ejecutivo. Se ha producido un hecho bastante anómalo en la historia de las democracias mundiales con un presidente hospitalizado en el extranjero y que ejerce el poder a distancia, y de una forma prácticamente virtual, sin que las instituciones responsables puedan tener controlar la gestión de gobierno. Al mismo tiempo, el vacío de poder derivado de una ausencia prolongada (más de dos semanas) y la incertidumbre provocada por el secretismo que rodea al estado de salud del comandante, pese a su confesión no se sabe ni de qué cáncer se trata ni su gravedad, han generado una serie de dudas que comienzan a influir sobre la gobernabilidad del país.
Finalmente se supo que Hugo Chávez tenía cáncer, pero durante más de dos semanas el secretismo dio pábulo a la especulación. De acuerdo con la información oficial suministrada inicialmente por el gobierno bolivariano, el comandante Chávez fue sometido a una operación en un hospital de La Habana, cuya denominación se desconoce, para extirpar un absceso pélvico. Más allá de las noticias e imágenes que habían dado cuenta de la evolución favorable del paciente poco más se supo sobre la verdadera naturaleza de la operación, la gravedad de la enfermedad y el verdadero estado de salud del presidente. Los rumores fueron disparados por declaraciones provenientes del riñón gubernamental. El ministro de Exteriores, Nicolás Maduro, manifestó “La batalla que está dando el presidente Chávez por su salud tiene que ser la batalla de todos, la batalla por la vida, por el futuro inmediato de nuestra Patria… Acompañemos al presidente en esta gran batalla por su salud y que sea una gran batalla y al final una gran victoria de todo nuestro pueblo”.

Con declaraciones como está es sencillo comprender por qué se desataron los rumores. Hasta tal punto ha circulado la rumorología que había quienes no creían en nada de lo dicho por las autoridades y manifestaban que todo es una treta de Chávez para confundir y humillar a la oposición. El objetivo sería retornar en olor de multitudes el 5 de julio, coincidiendo con la celebración del bicentenario de la independencia venezolana y el comienzo de la presidencial Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CEALC o CELAC). La cancelación de la Cumbre y el anuncio televisivo de Chávez eliminan total y definitivamente este último supuesto y llevan a los analistas y “chaviólogos” a concentrarse en la salud presidencial. Siendo importante este tema, que lleva incluso a indagar acerca de su candidatura en las elecciones presidenciales de 2012, hay otras cuestiones igualmente relevantes, como por qué el gobierno ha impuesto un bloqueo informativo casi total en torno al asunto; por qué se eligió Cuba para un tratamiento tan prolongado en lugar de algún hospital público venezolano o por qué no se han activado los mecanismos institucionales que garantizan el relevo temporal del presidente en el ejercicio de sus funciones cuando un motivo de fuerza mayor le obliga a hacerlo y la enfermedad que padece el presidente lo es.

Llegado el caso de que finalmente haya que arbitrar algún mecanismo sucesorio, qué mejor que la familia para garantizar una sucesión ordenada que no amenace los logros del sistema

Detrás de todas estas preguntas se esconde una particular manera de entender el poder, un extremo que trato más profundamente en Populismos latinoamericanos. Sin embargo, a la vista de lo actuado por Hugo Chávez, en esta ocasión queda clara su concepción patrimonialista del poder, un poder que no se comparte ni se reparte y que, de cualquier modo, debería ser para siempre. Llegado el caso de que finalmente haya que arbitrar algún mecanismo sucesorio, qué mejor que la familia para garantizar una sucesión ordenada que no amenace los logros del sistema. La debilidad institucional no hace más que profundizar un estado de cosas caracterizado por el enorme peso del caudillismo y por la utilización, para sus fines particulares maquillados como los verdaderos intereses del pueblo venezolano, de todos los recursos del estado. La postergación de la Cumbre de la CEALC abunda en este punto, ya que no se entiende la ausencia de Hugo Chávez de una actividad pensada, más allá de los objetivos integracionistas, para su lucimiento personal.

Estas cuestiones han llevado a numerosos observadores de la realidad venezolana a fijarse en el futuro político del gobernador del estado de Barinas, Adán Chávez, el hermano mayor del presidente. Coincidiendo con la convalecencia de su hermano, Adán Chávez dijo: "La revolución nació en época bicentenaria, lo hizo por la vía electoral y queremos seguir por ahí, por una vía pacífica que permita construir el socialismo bolivariano, pero conscientes de los peligros que nos acechan y que el enemigo no descansa, no podemos olvidar como auténticos revolucionarios otros métodos de lucha" y citando al Che Guevara agregó que "sería imperdonable limitarse tan sólo a lo electoral y no ver los otros métodos de lucha, incluso la lucha armada para obtener el poder, que es el instrumento

Los presidentes de todos los países viajan y se van de vacaciones y siguen siendo presidentes

Según la Constitución venezolana el presidente es quien designa y cesa libremente a su vicepresidente, de la misma manera que a los ministros. Y el artículo 234 de la misma Constitución establece que las ausencias temporales del presidente “serán suplidas por el Vicepresidente Ejecutivo… hasta por noventa días, prorrogables por decisión de la Asamblea Nacional por noventa días más”. Sin embargo, para el gobierno no existe la obligación de un relevo, a tal punto que el vicepresidente Elías Jaua afirmó de forma taxativa: “El presidente legítimo, constitucional y legal y en pleno ejercicio de sus competencias es… Hugo Chávez, y punto, no hay discusión”, ya que “está en perfectas capacidades físicas, mentales y en pleno ejercicio de sus competencias constitucionales”, razón por la cual el tema del reemplazo temporal de Chávez “está fuera de lugar”. El principal argumento de Jaua es que Chávez salió del país con permiso de la Asamblea Nacional y que debió ser operado de urgencia en Cuba: “Está legalmente facultado para estar fuera del país y el estar fuera del país no lo limita, eso es absolutamente descabellado, de sus competencias constitucionales y legales”. Reafirmó su idea recordando que los presidentes de todos los países viajan y se van de vacaciones y siguen siendo presidentes.

En el caso de sucesión definitiva del presidente, la Constitución establece que si ésta se produce en los primeros cuatro años hay que convocar elecciones presidenciales inmediatas, pero que si es en los últimos dos el vicepresidente asumirá el mandato hasta completar el período. Éste podría ser el mecanismo elegido para, en el caso de un agravamiento irreversible de la enfermedad de Chávez, su hermano Adán se haga con el poder. Al no ser transferible el carisma, quedaría por ver cómo se cumpliría su amenaza de acudir a la lucha armada en caso de pérdida del poder, una amenaza recogida en múltiples oportunidades por otros altos responsables del gobierno chavista.