Para quien no sepa nada de Luis García Jambrina, o sepa más bien poco, a
continuación reproduzco lo que la denostada enciclopedia
wikipedia dice
en la entrada correspondiente:
Luis
García Jambrina (Zamora, España, 1960) es doctor de Filología
Hispánica por la Universidad de Salamanca y profesor titular de la misma.
También es crítico literario en el suplemento cultural del diario
ABC.
Director de los Encuentros de Escritores y Críticos de las Letras Españolas en
Verines. Escribe relatos cortos, cuentos novela y ensayo. Bibliografía:
Oposiciones a la morgue y otros ajustes de cuentas. Valdemar. Cuentos.
(1995);
De la ebriedad a la leyenda. Universidad de Salamanca. Ensayo.
(1999);
Claudio Rodríguez y la tradición literaria. Junta de Castilla y
León. Ensayo. (1999);
Muertos SA. El Gaviero. Cuentos. (2005);
El
manuscrito de piedra. Alfaguara. Novela. (2008);
La otra generación
poética de los 50. UNED. Ensayo. (2009
); El manuscrito de nieve.
Alfaguara. Novela. (2010). Premios: Premio Fray Luis de León de Ensayo, Junta de
Castilla y León, 1999; Finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León
2009; V Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza, 2009.
Imagino que quien haya leído hasta aquí, y nada sepa de nuestro autor,
al menos se habrá hecho una idea que no debería diferir mucho de lo que sigue:
Jambrina es un hombre multifacético que está entrando en la definitiva madurez
vital dando muestras de un indiscutible talento, y acotando para él y su obra un
lugar señalado en la narrativa española contemporánea y en la literatura de
nuestro país. No anda muy desencaminado quien haya llegado a estas conclusiones.
En efecto, Luis García Jambrina está ocupando un espacio cada vez más
sólido y llamativo entre los narradores españoles de su generación, y la
publicación de su segunda novela,
El manuscrito de nieve, así lo
demuestra. Vayamos con ella!!!
El manuscrito de nieve es una
continuación de El manuscrito de piedra. Bueno, rectifico, no es una
continuación como no lo son los relatos de Sherlock Holmes. Cada una es
independiente de la otra y pueden leerse por separado, sin que ello perjudique
ni el entendimiento ni el disfrute
Comencé mi
presentación el pasado día 25 de enero leyendo la reseña que en estas mismas
páginas publiqué de la primera novela de Jambrina,
El
manuscrito de piedra. A su lectura o relectura
remito a quienes quieran aproximarse a esta nueva entrega. Lo dicho en la
primera creo que encaja perfectamente y en términos generales para esta segunda
novela, y sería, creo, ocioso por mi parte volver a repetir lo ya escrito. Es
probable que a un lector desprevenido o desinformado estas líneas le parezcan
extrañas, o incluso una mala crítica encubierta de esta segunda novela. No, ni
mucho menos. Es más sencillo. Es como si a un crítico de la época se le hubiera
pedido reseñar una aventura del gran
Sherlock
Holmes, el personaje de
Conan
Doyle, después de ya haber escrito sobre el personaje, sus
aventuras, sus características, el estilo narrativo...
Y es que
El
manuscrito de nieve es una continuación de
El manuscrito de piedra.
Bueno, rectifico, no es una continuación como no lo son los relatos de Sherlock
Holmes o las novelas del inspector Maigret. Cada una es independiente de la otra
y pueden leerse por separado, sin que ello perjudique ni el entendimiento ni el
disfrute. Lo que ocurre es que el protagonista de las dos novelas de Jambrina es
el mismo, el escenario también es el mismo, la época la misma, y la trama
también está construida sobre un mismo argumento, es decir, unos misteriosos
asesinatos cuya resolución le es encargada al protagonista. Especifico para
quienes no leyeron
El manuscrito de piedra: nos encontramos en la
Salamanca universitaria y conflictiva de finales del siglo XV. En este escenario
se produce un curioso asesinato, el de un estudiante de la universidad al que se
le han cortado las manos. Las autoridades escolares le encargan al joven y
avispado Fernando de Rojas, futuro autor de
La Celestina, la resolución
del caso. Y una serie de asesinatos en serie se van produciendo mientras el
joven “detective” o pesquisidor intenta resolver el misterio. Nos hallamos pues
como lectores, en
El manuscrito de nieve, ante un entramado no muy
distinto al de la primera novela,
El manuscrito de piedra. Y es en este
punto donde voy a repasar de memoria, aquello que contó en la librería Gil
nuestro autor, Luis García Jambrina, sobre su novela y algunos de sus aspectos
más destacados o llamativos.
El manuscrito de nieve, al
igual que su predecesora, es un novela con todos los ingredientes de las
llamadas de género (histórica y negra), pero recorrida por una sabiduría
narrativa y una destreza literaria (deudora de nuestros clásicos) de muchos,
muchos quilates
Le señalé a Jambrina que me
había sorprendido la celeridad y seguridad con la que había escrito esta segunda
novela tras el gran éxito de la primera. Entre las ediciones normales y las de
bolsillo,
El manuscrito de piedra ha vendido hasta la fecha la friolera
de once ediciones, lo que desde luego es todo un hito para una primera entrega
de una saga novelesca que tiene como escenario la Salamanca de la Edad Media.
Jambrina confesó que en vez de la entendible parálisis que podría haberlo
atenazado tras el éxito, éste resultó una especie de impulso sólido hacia la
seguridad narrativa. El éxito le dio confianza a nuestro autor, y ha
desarrollado esta segunda historia con más soltura, aplomo y acierto narrativo.
Las características esenciales del estilo de Jambrina se repiten: ritmo,
facilidad de lectura, claridad expositiva, ausencia de vacuidades retóricas...
Jambrina sabe perfectamente qué está narrando y cuáles son sus dos principales
objetivos: entretener al lector pero con una prosa de calidad. Y puedo
asegurarles a todos ustedes que lo logra, y con creces. García Jambrina no
aplica una fórmula al uso en busca de un producto literario ligero, digerible y
sin vitaminas. No, el escritor zamorano logra en sus dos primeras novelas todo
un hito para nuestra narrativa comercial contemporánea: construir historias
propias del género negro, en el marco de lo que perfectamente podría entenderse
como novela histórica, y con un estilo y una calidad literaria que pocas veces
recorren las tramas de los géneros más vendidos en nuestro país. En resumidas
cuentas,
El manuscrito de nieve, al igual que su predecesora, es un
novela con todos los ingredientes de las llamadas de género (histórica y negra),
pero recorrida por una sabiduría narrativa y una destreza literaria (deudora de
nuestros clásicos) de muchos, muchos quilates.
Estamos ante una novela
histórica porque su ambientación y conflictos eclosionan en un momento y en una
geografía muy determinada de nuestra historia. Un momento perfectamente elegido
por Jambrina: el final de nuestra Edad Media, el comienzo de lo que hoy se
conoce como el reino de España, el de las primeras noticias del descubrimiento
del Nuevo Mundo, el de la lucha por el poder entre la nobleza y la iglesia, el
de un multiculturalismo cercenado por el catolicismo intransigente y el de la
eclosión definitiva de la cultura española y del español como lengua literaria.
En este escenario, y más concretamente en la Salamanca universitaria, y habitada
por órdenes religiosas, familias nobles enfrentadas, aristocracia y pueblo
llano..., sitúa Jambrina a su héroe pesquisidor, a su detective. Nada más y nada
menos que un joven y converso Fernando de Rojas, uno de los autores claves de
nuestra literatura y de la literatura universal. Pues bien, Jambrina, partiendo
de un conocimiento exhaustivo de la realidad histórica de aquel momento, de su
literatura y de la geografía de la Salamanca de entonces, construye una trama
narrativa en la que los asesinatos en serie y la investigación detectivesca para
su resolución, son la excusa, la anécdota por así decirlo, que le sirven a
nuestro autor para atrapar el interés del lector común de nuestros días, y una
vez atrapado, no dejarlo escapar. ¿Cómo? No dándole gato por liebre, es decir,
no burlándose de él ofreciéndole una narración anémica y pueril, sino dándole
una historia perfectamente construida y ambientada, en la que la trama
detectivesca no se desenvuelve por los senderos de lo policiaco, sino por los de
la novela negra, es decir, sirve para construir toda un retrato de época, un
ambiente, una atmósfera..., que a su vez presentan una honda y sólida reflexión
sobre asuntos tales como la libertad, el poder, la amistad...
Luis
García Jambrina ha conseguido la proeza de hacer novela de género desde la
calidad y una literatura de altos vuelos. Jambrina y su Fernando de Rojas
entretienen las horas y alimentan la inteligencia y el espíritu de los lectores.
Jambrina se ha convertido así en un fenómeno a seguir, un novelista que ya ha
dado mucho pero del que debemos esperar mucho más. Jambrina es, a todas luces,
un novelista de raza.