Miguel Roig: <i>Belén Esteban y la fábrica de porcelana</i> (Península, 2010)

Miguel Roig: Belén Esteban y la fábrica de porcelana (Península, 2010)

    TÍTULO
Belén Esteban y la fábrica de porcelana

    AUTOR
Miguel Roig

    EDITORIAL
Península

    OTROS DATOS
Barcelona, 2010. 144 páginas. 14,90 €



Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra

Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra


Reseñas de libros/No ficción
Miguel Roig: Belén Esteban y la fábrica de porcelana (Península, 2010)
Por Bernabé Sarabia, martes, 4 de enero de 2011
Se abre este volumen con un prólogo del investigador francés Christian Salmon, autor de Storytelling y Kate Moss Machine. Ambos libros analizan los rasgos de un mundo globalizado, repleto de pantallas, como señala Lipovetsky, y que se expresa a través de narraciones que se anudan en los ídolos fabricados por los medios de comunicación de masas. En su introducción, Salmon presenta con eficacia el porqué de un libro dedicado a Belén Esteban, un inquietante icono de masas producido por la neotelevisión.
El esclarecedor prólogo de Chistian Salmon proporciona el marco conceptual al texto de Miguel Roig. Algo que el lector agradece a la vez que le sorprende que los dos prólogos a los citados libros de Salmon hayan sido escritos por Miguel Roig. Curioso cruce.

El público español está familiarizado con la posición y el significado de Belén Esteban. No se trata sólo de la audiencia televisiva de Telecinco, el canal que la ha fabricado, o de los programas también millonarios que retroalimenta en otras cadenas. Belén Esteban ocupa desde hace años portadas de las revistas de la llamada prensa rosa y al mismo tiempo tiene una gran presencia en la red. En los últimos meses del año 2010 ha llenado páginas y páginas de numerosos periódicos y radios. El País o La Vanguardia le han dedicado mucho espacio en sus suplementos. Un hecho que ha causado sorpresa y cierto malestar entre sus lectores, tan orgullosos ellos de encarnar la máxima calidad lectora de la prensa española.

Para bien o para mal, Belén Esteban se ha convertido en un símbolo con miles de seguidores y, también eso es evidente, con cientos de enemigos. En la actualidad es la estrella del programa Sálvame de Telecinco. Un reality show que el 20 de diciembre de 2009 alcanzó la gigantesca cuota de pantalla del 26% gracias a los 3.147.000 televidentes que sintonizaron el programa para contemplar la cirugía estética con la que había transformado su rostro.

Sálvame es un programa televisivo novedoso e interesante. Arrancó en marzo de 2009 como una derivada de la crisis publicitaria y de la fragmentación televisiva entre los más o menos cuarenta canales de televisión en abierto que existen en España

Un año más tarde sigue el baño de masas. Algo excepcional en un medio en el que en estos últimos tiempos el ochenta por ciento de los estrenos no supera las expectativas de cuota de pantalla y caen de las parrillas a los pocos programas emitidos. Recordemos que en las ediciones de Sálvame de la noche del 8 y del 15 de octubre de 2010, los índices de audiencia subieron diez puntos sobre la media de Telecinco debido a que salían a la luz las infidelidades de Fran, el marido de Belén Esteban. 3.310.000 personas presenciaron el relato del esposo casquivano y otros 2.863.000 volvieron a sentarse ante el televisor en la preciada franja del prime time el viernes siguiente para ver cómo Belén Esteban perdonaba los amoríos extraconyugales.

Sálvame es un programa televisivo novedoso e interesante. Arrancó en marzo de 2009 como una derivada de la crisis publicitaria y de la fragmentación televisiva entre los más o menos cuarenta canales de televisión en abierto que existen en España. El director ejecutivo de Telecinco, Paolo Vasile (Roma, 1953) y su equipo -ahí están Óscar Cornejo y Adrián Madrid preparando el hilo narrativo de Belén Esteban- pensaron en un programa barato que arrastrara audiencia desde la sobremesa y la mantuviese hasta las puertas del disputado prime time. El resultado ha sido un barato contenedor, que mezcla muchos formatos y que cuesta quince veces menos que series de ficción como Águila Roja.

El plató de Sálvame es una inmensa nave poblada por un buen puñado de “famosos” y de “famosos por relación” que en sus cuatro horas de duración se mueven, comen, chillan y discuten. Siguen órdenes pero tienen espacio para la improvisación. En los descansos publicitarios las estrellas del “nuevo corazón” se escurren a una nave mal iluminada en la que se respira tensión, ansiedad y una fuerte disonancia cognitiva.

A lo largo de las páginas de este breve y ameno volumen, Miguel Roig muestra el despliegue vital de Belén Esteban y lo sitúa con agudeza en el marco actual de los medios de comunicación de masas

Director creativo ejecutivo de la conocida agencia de publicidad Saatchi & Saatchi, el argentino Miguel Roig es socio fundador del espacio cultural Hotel Kafka y colaborador habitual del periódico argentino Página 12. El texto que nos ofrece es más que probable que le haya sido encargado por la editorial. Sin embargo, eso no impide que su texto esté repleto de esa capacidad de análisis y síntesis de la realidad, del mundo de la vida cotidiana, que tienen los buenos publicitarios. Y ahí es donde Miguel Roig sabe poner de manifiesto la importancia que la televisión sigue teniendo en la construcción social de la realidad. Al mismo tiempo muestra con nitidez esa necesidad que tiene la televisión de crear personajes capaces de sostener la atención de la audiencia.

A lo largo de las páginas de este breve y ameno volumen, Miguel Roig muestra el despliegue vital de Belén Esteban y lo sitúa con agudeza en el marco actual de los medios de comunicación de masas.

Conforme pasan las páginas el lector se asoma al nacimiento de la Belén Esteban televisiva a partir de una chica corriente que vive en el barrio madrileño de Vallecas en casa de sus padres. Una veinteañera sin apenas estudios que a finales de los noventa se va a vivir a la finca de un famoso torero al que las mujeres le tiran sujetadores al ruedo. Queda embarazada y pasados unos meses, sin llegar a estar casada, la convivencia se hace difícil y abandona con su hija recién nacida a Jesulín de Ubrique. Atrás queda el torero y su complicada familia, propietaria de las trescientas hectáreas de Ambiciones, la finca familiar. Se va con lo puesto y vuelve a la casa de sus padres.

En su nueva vida, Belén Esteban se va convirtiendo en una mezcla de folletín y reality show. Compone, como diría Salmon, “una narración trash”. Belén Esteban, al igual que Kate Moss, tiene la capacidad histriónica de transformarse y adaptarse a las necesidades que en cada momento tienen los medios de comunicación

Como señala Miguel Roig, ahí están las bases de la telenovela clásica, pero la chica de Vallecas sale lista y su ingenio suple su falta de formación, su incultura. Sabrá dar un giro a su existencia. En su nueva vida, Belén Esteban se va convirtiendo en una mezcla de folletín y reality show. Compone, como diría Salmon, “una narración trash”. Belén Esteban, al igual que Kate Moss, tiene la capacidad histriónica de transformarse y adaptarse a las necesidades que en cada momento tienen los medios de comunicación.

En una década de carrera televisiva, Belén Esteban ha pasado de ser la madre soltera que vuelve a casa de sus padres con una hija pequeña en los brazos a ser la propietaria de su propia y amplia casa. En el trayecto ha ganado mucho dinero, se ha ganado el cariño de la gente y si se presentase a unas elecciones, como señala el diario El Mundo, ganaría un asiento en el Parlamento.

Pese a todo, Belén Esteban genera rechazo. En el otoño de 2010, Josep Ramoneda, un intelectual que encarna muchos de los errores históricos del sesentayochismo, publicó en la mejor página del diario El País un dislocado ataque a Belén Esteban y a lo que ella y su cadena representan. Malcalculando al personaje quiso endosarle la encarnación del fascismo populista español. Sin llegar a esos extremos, las clases educadas sienten un fuerte rechazo por la cutrez del personaje y de Telecinco.

Belén Esteban no es una actriz, no representa al cien por cien un papel que le hayan asignado los guionistas. Su capacidad para estar entre la realidad y la ficción le viene de su propia autobiografía y de la reinvención que hace constantemente de una vida que incardina los deseos de la clase obrera reconvertida en clase media baja en los últimos treinta años de desarrollo.

De una forma u otra, la interpretación que Miguel Roig hace de Belén Esteban es un magnífico análisis de la ideología del mundo postmoderno, de su histrionismo, de su narcisismo y de la crisis que nos envuelve.