Miguel Ávila Cabezas: <i>Restos de temporada (Todo a cien)</i> (Ediciones Carena, 2010)

Miguel Ávila Cabezas: Restos de temporada (Todo a cien) (Ediciones Carena, 2010)

    AUTOR
Miguel Ávila Cabezas

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Granada (España), 1953

    BREVE CURRICULUM
Doctor en Filología Románica. Es profesor de Lengua y Literatura en el Instituto Español “Juan Ramón Jiménez” de Casablanca. Colabora en publicaciones de ámbito nacional e internacional. Ha coordinado proyectos como Antología lírica del mar (Motril, 2000) y Versos para un fin de milenio (Motril, 2001). De 2002 a 2005 dirigió la colección “Cuadernos Literarios de Salobreña”. Coordina las colecciones bilingües “La bala de seda” y “La letra nazarí”. Ha publicado Miseria asoma



Miguel Ávila Cabezas

Miguel Ávila Cabezas


Creación/Creación
Miguel Ávila Cabezas: Restos de temporada (Todo a cien)
Por Miguel Ávila Cabezas, martes, 4 de enero de 2011
Restos de temporada (Todo a cien), de Miguel Ávila Cabezas, es un libro que proyecta una mirada filosófica sobre la vida, a veces irónica y otras, dolorida, pero siempre lúcida y profundamente humana. Es un libro polifónico, en el sentido de que cada poema revela la voz propia de cada uno de los cien poetas multiplicados desde el yo que habla al lector universal con el uso de una variedad caleidoscópica de registros. Son la mayoría poemas de corto aliento aunque no por ello carecen de un gran nivel de concentración expresiva. Poemas que quieren reflejarse en el espejo emocional del lector y hacerlo cómplice de su decir.

1

Retener en un instante
eterno la imagen de las cosas
y de los seres que son
porque van y pasan
ante tus ojos inundados
de nostalgia


2

No forzar el poema.
(He ahí la clave).
Las palabras no fluyen
porque tú las llames.
Te buscan a ti.
Eres tú el elegido.


3

¿Y qué dicen las palabras?
Lo que tú quieras que digan.
Basta que en el silencio
su sentido reveles.


4

¿La enseñanza de Cristo?
Sé tú mismo el Mesías.
Reencárnate en Dios.
Mata al Padre
y acaba para siempre
con la locura
de ser.


5

Visión del ahogado.
Manotea
para espantar
la comezón del tiempo
que se cierra en torno a sí
y lo atrapa para siempre
con su boca de sal
inevitable.


6

La desolación se pinta
en el rostro
del hombre de las cerezas
cuando le digo,
más pesaroso yo,
que no tengo dinero,
y mi corazón entonces
se achica de pena
y en cereza se transforma:
una más arrumbada
en la caja del olvido.


7

No sé cuándo
al 7 le concedí el don
de ser mi número de la suerte.
Desde entonces me rehúye
ocultándose detrás
de los otros números
si a él apuesto
todo mi caudal
de escepticismo.


8

Un perro
a los pies de mi cama
mira siniestro
hacia ninguna parte.
Soy yo.


9

Me iré de aquí
con la triste sensación
de quien ha sido engañado
en el pago del peaje.


10

Alguien corre por la calle
gritando.
Es mi sombra
que se ha escapado de la cama
y anda en mi busca.


11

A José Emilio Pacheco
se le cayeron los pantalones del frac
(¿o vestía chaqué? Ya no recuerdo)
y en tal instante
se convirtió de nuevo
en el niño que ha sido siempre.


Nota de la Redacción: agradecemos a Ediciones Carena en la persona de su director, José Membrive, la gentileza por permitir la publicación de estos poemas del libro de Miguel Ávila Cabezas, Restos de temporada (Carena, 2010), en Ojos de Papel.