En su
Historia natural Plinio el Viejo nos cuenta que las grullas
designan a un miembro de la bandada para que monte guardia mientras las demás
duermen. El centinela sostenía una piedra en su garra, de manera que si se
dormía ésta lo despertase al caer al suelo. Tomando con un grano de sal las
hermosas historias de Plinio el Viejo, sabemos por otra parte que las grullas se
emparejan de por vida y que durante su cortejo, fieles a la etimología de su
nombre, emiten unos sonidos parecidos a los de la trompeta que se pueden
escuchar incluso a dos kilómetros de distancia.
El nombre de la grulla y
el del geranio, como se ha dejado entrever un poco más arriba, tienen un origen
común. El latín
geranium, de donde viene nuestro “geranio”, procede del
griego
geránion, un diminutivo de
gerános, “grulla”. El geranio en
inglés recibe dos nombres:
geranium y
cranesbill, palabra esta
última que podría traducirse precisamente como “pico de grulla” debido a su
similitud con las delgadas y largas vainas de semillas de algunas variedades de
geranios. Como curiosidad, en inglés
cranberry -nuestro arándano rojo-
es, literalmente, “la baya de la grulla”.
Del mismo modo que, unidas por la
etimología, tenemos la pareja grulla/geranio, el binomio entre una especie de
aves y una especie de flores, existe en nuestra lengua otra pareja de este jaez,
la que constituyen la cigüeña y el
pelargonium
La grulla francesa acabó
deslizándose en nuestra lengua a través de sus pies. La palabra francesa
pedigree, “tabla o árbol genealógico”, tomada en préstamo por el español
como “pedigrí”, procedía precisamente del francés antiguo
pied de grue,
en referencia a la peculiar forma de los signos de filiación de los árboles
genealógicos. Sin embargo, la palabra española sigue la pronunciación de su
homóloga inglesa.
Del mismo modo que, unidas por la etimología, tenemos
la pareja grulla/geranio, el binomio entre una especie de aves y una especie de
flores, existe en nuestra lengua otra pareja de este jaez, la que constituyen la
cigüeña y el
pelargonium. Es este un género de flores de la misma familia
que el geranio, el de las geraniáceas. Su nombre fue acuñado por los botánicos
de la Antigüedad siguiendo el modelo que proporcionaba
geránion/
geranium. ¿Y por qué decimos que esta flor forma tándem
con la cigüeña? De nuevo la etimología viene en nuestro auxilio:
pelargonium procede de la palabra griega
pelargós, que significa,
lo han adivinado, “cigüeña”. ¿Qué español mayor de cuarenta años no conoce aquel
sucedáneo de la leche materna llamado “Pelargón”? Ahora podemos comprender mejor
el vínculo que unía a aquel alimento con el ave encargada precisamente de traer
los niños a los hogares desde la capital de Francia.