Alex (Sandy) Pentland: Señales honestas. El lenguaje que gobierna el mundo (milrazones, 2010)

Alex (Sandy) Pentland: Señales honestas. El lenguaje que gobierna el mundo (milrazones, 2010)

    TÍTULO
Señales honestas. El lenguaje que gobierna el mundo

    AUTOR
Alex (Sandy) Pentland

    EDITORIAL
milrazones

    TRADUCCCION
Melanie Keeling Maddox y Ángello Ponziano

    OTROS DATOS
Barcelona 2010. 166 páginas. 20 €




Reseñas de libros/No ficción
Alex (Sandy) Pentland: Señales honestas. El lenguaje que gobierna el mundo (milrazones, 2010)
Por Bernabé Sarabia, lunes, 1 de marzo de 2010
El grupo modifica el comportamiento individual. Rodeados de amigos, conocidos o compañeros de cualquier actividad podemos comportarnos de un modo sorprendente. En 1897 el psicólogo norteamericano Norman Tripplet culminó una larga serie de experimentos destinados a comprobar cómo el grupo determina las actitudes y la conducta individual. Descubrió, entre otras muchas cosas, que los ciclistas son capaces de pedalear a mayor velocidad o de aumentar su resistencia al cansancio cuando lo hacen en grupo. Puestos a correr de uno en uno, su grupo experimental era más lento y menos resistente.
Desde 1897, incluso antes, psicólogos y sociólogos han seguido investigando la relación entre comportamiento individual y grupal. El trabajo del profesor Alex Pentland y su equipo se inscribe en el terreno marcado por ese viejo empeño de las ciencias sociales. Más en concreto podría decirse que la hipótesis de la que parte este libro es que “las personas disponen de un segundo canal de comunicación, que no gira en torno a las palabras sino a las relaciones sociales. Este canal social influye profundamente sobre las principales decisiones en nuestras vidas, aunque en gran medida no seamos conscientes de ello”.

Decir que además de la comunicación escrita u oral existe un canal de comunicación de tipo no verbal es algo estudiado y admitido por la psicología social desde hace décadas. Sin embargo, Pentland pone el acento en un tipo muy concreto de actividad. Su foco lo coloca en actividades como las que se desarrollan en cualquier tipo de negociación en el mundo de la política, la vida sindical o los negocios. Su interés se centra en averiguar cómo se toman decisiones en grupos de financieros o de gestores de proyectos públicos o privados. La hipótesis que trata de demostrar es que en las empresas o, incluso en cualquier tipo de grupo humano, se establece un tipo de comunicación grupal que, yendo más allá de los sujetos, acaba por imponerse en la toma de decisiones.

Lo novedoso en Pentland no es tanto determinar el peso del grupo en la toma de decisiones de los individuos que lo componen sino en la utilización de los recursos que brindan las nuevas tecnologías

Ya en las primeras páginas de Señales honestas, Pentland se inscribe en lo que denomina “una disciplina nueva y emergente, llamada ciencia de las redes, que intenta entender a las personas en el contexto de sus redes sociales en lugar de considerarlas como individuos aislados”. Aunque Pentland se queja de que la sociedad humana ha sido estudiada más en función de los parámetros individuales que de los colectivos, lo cierto es que ya en los años cuarenta J. L. Moreno había puesto en marcha la sociometría e ideado el sociograma como instrumento de medida destinado a analizar las relaciones de los individuos en grupo. La investigación cuantitativa de determinados aspectos de las relaciones grupales o interpersonales no es, como podríamos ver si dispusiéramos de más espacio, algo nuevo sino un viejo empeño.

Las técnicas sociométricas se centraron en los pequeños grupos, en el análisis de redes de comunicación y estructuras de grupo en relación con el estatus social, la reputación o los patrones de segregación de una determinada comunidad. Lo novedoso en Pentland no es tanto determinar el peso del grupo en la toma de decisiones de los individuos que lo componen sino en la utilización de los recursos que brindan las nuevas tecnologías. Los recientes avances en comunicación inalámbrica, sensores digitales y telefonía móvil hacen posible la observación del comportamiento grupal o colectivo con una riqueza y exactitud previamente inalcanzables. La neurobiología contribuye igualmente a un conocimiento de las funciones cerebrales de vital importancia en los planteamientos de Pentland para entender cómo actúa la “comunicación inconsciente” en la toma de decisiones o en determinados comportamientos sociales.

Pentland rechaza la figura del experto y reivindica al generalista. En su opinión los “mejores expertos son quienes más abarcan, no quienes más profundizan”

En realidad las conclusiones de Señales honestas no dejan de ser sorprendentes viniendo de alguien que como Pentland se presenta en la solapa de este volumen como un pionero en los campos de la organizational engineering y la computational social science. Más que un científico “duro” lo que parece Pentland es un psicoanalista freudiano. De otro modo resulta difícil soportar la afirmación con la que comienza la última página, un resumen, de su libro: “La comprobación más asombrosa alcanzada en esta investigación es que la toma de decisiones no tiene que ver con la lógica o con la argumentación racional”. Líneas más abajo señala que la dificultad está en “captar con precisión la complejidad del mundo en declaraciones lingüísticas y modelos matemáticos”.

No sabe el lector si, para darle ánimos o para acabar de hundirle, Pentland rechaza la figura del experto y reivindica al generalista. En su opinión los “mejores expertos son quienes más abarcan, no quienes más profundizan”. Necesitamos desengancharnos de la teoría de gestión del “santón”. Su receta final es: “La mejor estrategia de toma de decisiones es centrarse en el descubrimiento de información y luego dejar que tu mente inconsciente `reconozca´ la mejor opción”. De lo que se trata, como en su día señalaron Erving Goffman y Armand Mattelart, es de observar y recoger la máxima información disponible en la situación grupal o en la red en la que se inserta la situación estudiada. Tras ello, dejar que el inconsciente actúe y señale las soluciones pertinentes porque, como concluyen las tres últimas líneas de Señales honestas, “un inconsciente informado, especialmente si se apoya en las experiencias de una red de individuos interesados, es la herramienta más poderosa con la que podréis contar para tomar decisiones.

En definitiva, libro curioso y desesperante en sus conclusiones. Vale la pena su lectura aunque, eso sí, el lector debe estar preparado para soportar una traducción que chirría con demasiada frecuencia.