En sus páginas están presentes los sabores, los olores y las sensaciones
típicas de la época. Pero, al mismo tiempo, Alfio Caruso relata la historia de
la Mafia norteamericana, sus relaciones con el poder político (los extraños
pactos entre el crimen organizado y el gobierno), ofreciendo una detallada
descripción de Chicago, Manhattan y de los bajos fondos de Nueva York. La mafia,
recreada con detalle y fascinación, representa el fondo en el cual se proyecta
la vida del protagonista y de los miles de inmigrantes italianos que llegaron a
la tierra de la oportunidad en los años cuarenta, pensando encontrar “el
paraíso” para terminar desarrollando actividades ilegales. Pero, al mismo
tiempo, se trata de una historia que a su vez contiene muchas historias,
proporcionando una lección sobre la historia del Jazz, de las modas del momento,
de la sociedad italiana y de la estadounidense de entreguerras.
Con un
tono nostálgico, melancólico y un estilo simple y evocador, Caruso relata una
historia vital, bella y apasionada (en algunos momentos, irónica y sarcástica):
Guglielmo Melodia crece en la miseria de Catania, al este de Sicilia. Nacido en
una pobre familia, Guglielmo descubre poseer un talento fuera de lo habitual: es
capaz de tocar cualquier melodía simplemente después de haberla escuchada una
vez. Así, con sólo 8 años abandona la escuela y empieza a ganarse la vida (mejor
dicho un plato de pasta) tocando para el Sacristán de la Iglesia del Crucifijo
de la buena Muerte. Desde este momento, su supervivencia en la pobre isla se
debe a esta gran habilidad musical, su don de reproducir al piano cualquier
melodía escuchada. Sus dedos se deslizan rápidamente sobre las teclas del
órgano. Empieza a tocar en las fiestas de la ciudad, hasta que un “amigo” de su
padre le consigue varios trabajillos en la isla (en un salón cinematográfico, en
el burdel local, en un pequeño hotel). Sin embargo, un día participa
involuntariamente en el asesinato del jefe rival de un mafioso, evento que le
obligará a irse a Estados Unidos, huyendo de su querida Catania. En los
Estates, Guglielmo, ahora Willy, se pondrá a las órdenes de la Mafia
norteamericana. Tocará en bares y locales de moda, en los hoteles y en los
restaurantes de prestigio, convirtiéndose en pianista de cabecera y, al mismo
tiempo, confidente de los principales jefes de “Cosa Nostra”. Willy tocará
durante las partidas de póquer de los mafiosos o en las orgías organizadas para
complacer a políticos e industriales estadounidenses. Hasta su retorno a
Sicilia, desde donde nos cuenta su historia, el protagonista vivirá muchas
aventuras sentimentales y de mafia. Su regreso a Italia pasará por Cuba donde se
puede apreciar la descripción del aeropuerto de La Habana: “era como un enorme
sala de espera de un prostíbulo. Las mismas mujeres paseándose, la misma
atmósfera de suspense, las mismas charlas fútiles, la misma afectación”.
Caruso nos explica cómo fue la
política norteamericana de aquellos años, el pacto realizado entre el Gobierno y
la Mafia durante la Segunda Guerra
Mundial
Maravillosa resulta la reconstrucción
de la Catania de principios de siglo: en las primeras páginas, el autor nos
traslada una atmósfera recreada con maestría y detalles, relatando la realidad,
la pobreza y los bajos fondos de Sicilia. En otras páginas, Caruso nos relata la
realidad norteamericana, mostrando su habilidad de narrador consiguiendo, una
vez más, una recreación sorprendente. Los encuentros entre los clanes de las
diferentes facciones mafiosas suceden entre ritmos y músicas de aquellos
tiempos; su sucederse está acompañado por las canciones de entonces, con el
resultado final de relatar una historia de la música swing y jazz de la primera
mitad del siglo XX.
Caruso nos explica cómo fue la política
norteamericana de aquellos años, el pacto realizado entre el Gobierno y la Mafia
durante la Segunda Guerra Mundial. La organización criminal siciliana se
dedicaba al negocio de las máquinas tragaperras, de la prostitución y del
tráfico de droga, pactando con la policía local y los políticos nacionales. Al
mismo tiempo, mostraba su desinterés por el desarrollo de la Segunda Guerra
Mundial o por su entrada directa en el mundo político norteamericano (“Don
Costello: aquí no hacemos política. La única política permitida es ésta-. Se
frotó el pulgar y el índice para referirse al dinero”).
La mafia
representa una temática de gran interés y, frecuentemente, los libros sobre el
tema resultan atractivos y entretenidos. Hoy en día, constituye un género
abundante y la mayoría de los lectores (y escritores) se acercan al tema por el
interés mediático que ha generado el fenómeno para la industria del
entretenimiento. Las representaciones de Hollywood, los libros sobre la materia
han creado un “extraño” proselitismo, una especie de propaganda de la asociación
criminal y una fascinación equivocada. Muchos escritores se han servido del tema
sin darse cuenta de propagar subconscientemente sus mitos; la literatura y el
cine han acrecentado su leyenda. Sin embargo, no hay que olvidar que se trata de
un fenómeno negativo, criminal e ilegal, que conlleva sangre y muerte.
Conocer a la mafia resulta
fundamental para entender el desarrollo de los EEUU de entreguerras y, sobre
todo, la historia de la Italia moderna (no es casualidad que las mafias hayan
nacido en coincidencia con el surgimiento del Estado moderno
italiano)
Por eso,
El pianista
siciliano puede definirse como una historia de Mafia “atípica”, ya que se
trata de su historia contada y vivida por un protagonista poco convencional e
involucrado en el asunto. No se trata de un libro sobre la Mafia al estilo de
El Padrino de Mario Puzo (ápice en esta materia) o de uno de sus
epígonos: la organización criminal siciliana, exportada a los Estados Unidos, y
su natural fascinación (literaria y no sólo) representa el fondo, accesorio y
necesario, de la vida del protagonista. Sus reflexiones, su amargura, su
nostalgia por la Sicilia, sus amores (y relativos fracasos) se conectan con los
cambios jerárquicos y la lucha por el poder dentro de la organización criminal
italiana. Por eso, terminada la lectura de libros sobre este tema, se necesita
separar la ficción de la realidad, la fascinación del rechazo, la seducción de
la desaprobación.
Conocer a la mafia resulta fundamental para entender
el desarrollo de los EEUU de entreguerras y, sobre todo, la historia de la
Italia moderna (no es casualidad que las mafias hayan nacido en coincidencia con
el surgimiento del Estado moderno italiano). Los vínculos estrechos con Estados
Unidos, donde el modelo siciliano llegó a prosperar, han hecho que la mafia se
convirtiese en la organización criminal por antonomasia, tanto que, a veces, el
término se usa impropiamente para referirse a otras asociaciones criminales del
sur de Italia.
El autor combina con excelente maestría la ficción con la
realidad, introduciendo figuras existentes y eventos históricos reales, creando
una apasionada trama y una novela “adictiva”. Al concluirla, el lector creerá
imposible que todo esto haya sido inventado: se quedará con la impresión de que
Willy Melodia sea un personaje que haya existido y que sus aventuras, sus
desencuentros con los jefes de la Mafia (Don Siegel, Lucky Luciano, Frank
Costello, Joe Bonanno, Vito Genovese) y con personajes reales (la audición al
joven Sinatra –un chiquito de ojos azules y fuera de este universo-, la música
de Louis Armstrong, de Woodie Guthrie y Billie Holiday) sean verídicos y no el
producto de la fantasía de Caruso. Mientras tanto, Willy Melodia compone la
banda sonora de la Mafia.