No son sólo los adolescentes. Los internautas se han multiplicado y usan la
red para hacer compras, consultar sitios web, intercambiar correos, buscar sexo,
expresarse, crear grupos con fines muy diversos o compartir vídeos en YouTube o
Dailymotion. Como ha declarado en repetidas ocasiones Chris Hughes, “el chico
que hizo a Obama presidente”, tal como le denomina la revista norteamericana
Fat company, Internet está cambiando el mundo. Chris Hughes, un
veinteañero rubio y de ojos azules, creó Facebook con otros compañeros de la
Universidad de Harvard y posteriormente dirigió la exitosa campaña presidencial
de Obama en Internet.
El primer autor de este libro, Francis Pisani
(Paris, 1942), es un especialista de prestigio que se ha ganado el respeto con
sus columnas publicadas en prensa francesa y española de calidad. Además su
blog,
Transnets.net, escrito desde la costa californiana, es seguido por
miles de internautas. De Dominique Piotet se sabe menos. Asesora a grandes
empresas en sus estrategias de cara a Internet. En todo caso, el fruto de su
colaboración es un libro imprescindible para entender, en primer lugar, la
configuración de los elementos que estructuran Internet, en segundo término, la
dinámica de la interacción de dichos elementos y, por último, la dirección de
las líneas del desarrollo de Internet en los próximos años.
Ambos autores estudian los usos y
hábitos de los jóvenes y muestran cómo las nuevas generaciones han creado una
“dinámica relacional” conformada por millones de usuarios capaces de
intercambiar lo más insospechado
La
alquimia de las multitudes está organizada en tres grandes partes. En la
primera, “La web de hoy”, Pisani y Piotet ofrecen al lector un recorrido cuyo
punto de partida es la creación por parte de Tim Berners-Lee de la World Wide
Web (www) en 1990. Se cierra este trayecto en el 2008, año en el que los
buscadores aparecen convertidos en un elemento central de la web. A lo largo de
estas dos décadas el lector va situando hechos como la aparición en 1993, en
Estados Unidos, de
NandO, el primer periódico digital, la creación en
1996 del protocolo http, la presentación por parte de Google del servicio
Adwords en 2000, la aparición de YouTube en 2005, el nacimiento de Twitter en
2006, el comienzo de la venta del iPhone y la comercialización por parte de
Amazon del lector Kindle en 2007 o la conversión del formato PDF en estándar en
2008.
Páginas adelante, ambos autores estudian los usos y hábitos de los
jóvenes y muestran cómo las nuevas generaciones han creado una “dinámica
relacional” conformada por millones de usuarios capaces de intercambiar lo más
insospechado. Al tiempo que los jóvenes crean nuevas costumbres, nuevas formas
de relación, la tecnología se hace más y más accesible hasta el punto de que
llega a convertirse en algo tan dado por supuesto que incluso pasa desapercibida
para la mayoría de los adolescentes.
En la segunda parte, “La alquimia
de las multitudes”, ambos autores desarrollan la tesis central del libro, según
la cual el papel de los “webactores” marca un punto de inflexión en la historia
de las tecnologías de la información y de la comunicación. El término webactor
es el contrapunto a internauta, nombre que designaba a los primeros usuarios de
la Web 1.0, un soporte que permitía navegar de un documento a otro con una
fluidez imposible en otros medios de comunicación. Sin embargo, estos primeros
internautas apenas sacaban provecho de la capacidad bidireccional de la web. Era
una red en la que los organizadores, las instituciones colgaban la mayoría de
los datos. En la web de hoy, como escriben Pisan y Piotet, los usuarios cuelgan
alrededor del 60% de los datos. El 25% del tráfico se realiza a través de las
redes sociales, espacios privilegiados de intercambio y participación.
El estudio de la transformación de
la prensa escrita es realmente brillante. Para Pisani y Piotet el modelo
empresarial de las empresas de comunicación debe tener mucho de lo que el
sociólogo polaco Zygmunt Bauman caracteriza como “sociedad líquida”. La
información debe circular sin trabas
Los
“webactores” actuales son múltiples, diversos y se agrupan en función de
actividades muy heterogéneas. Pisani y Piotet los caracterizan por cinco rasgos
básicos: acumulación de datos, diversidad, capacidad de síntesis, búsqueda de
relaciones y capacidad deliberativa. A partir de estos cinco rasgos básicos se
articula la alquimia de las multitudes, concebida como un proceso abierto sobre
el que podemos actuar y entendida como un término distinto a “sabiduría de
masas” o “inteligencia colectiva”.
Por último, se presenta al lector “Lo
que está cambiando”, un magnífico intento destinado a poner en evidencia los
cambios en la economía, la empresa y los medios de comunicación. La Web
significa abundancia, tener muchas posibilidades entre las que elegir. La
diversidad implica que se pueden vender más productos durante más tiempo y a más
gente. De la cultura de la producción en masa se pasa a una cultura en la que la
diversidad es productiva dado que los nichos son rentables.
David Morley ha
subrayado este fenómeno en su última publicación. Es evidente que el
consumidor se enfrenta a una gran multiplicidad de ofertas, algo que hace unos
años podía constituir un problema, como han señalado Mark Tungate en
El universo
publicitario o Raúl Eguizabal en
Industrias de la
conciencia. Ahora, sin embargo, Internet facilita las
elecciones gracias a la eficiencia de los motores de búsqueda, a los diferentes
sistemas de recomendación o a los consejos que cuelgan los propios usuarios. La
fragmentación de la oferta no es un problema porque los mercados de nichos no
substituyen al mercado tradicional de los grandes éxitos, sino que comparten con
ellos la demanda. Libros, discos, películas o canciones tienen vida propia fuera
de las listas de los más vendidos.
Tras el análisis de la publicidad, el
estudio de la transformación de la prensa escrita es realmente brillante. Para
Pisani y Piotet el modelo empresarial de las empresas de comunicación debe tener
mucho de lo que el sociólogo polaco Zygmunt Bauman caracteriza como “sociedad
líquida”. La información debe circular sin trabas. El viejo orden de las
redacciones ya no tiene sentido. Ahora “las noticas ya no existen si no las
recogen los motores de búsqueda. Entre el 50 y el 90 % de las noticias leídas o
vistas en la web se encontraron en Google, Yahoo!, Live y algunos otros, y no
pasando por la página cuidadosamente organizada de un medio de comunicación
determinado”. Al convertirse la web en una plataforma para casi todo, las
fuentes de información o de noticias dejan de ser destinos para convertirse en
lugares de paso del internauta.
A modo de conclusión, los autores
despiden este volumen afirmando que la progresiva digitalización, el desarrollo
de la dinámica relacional y el aumento del número de los webactores conformarán
la base de una Web 3.0 que sin duda mejorará nuestras vidas tanto en lo
colectivo como en lo individual. Tal vez sea verdad, pero el escamado viejo
lector coloca el libro en el anaquel de su librería y se estremece pensando:
¿Será tanta participación un espejismo?