1. El Quijote de Avellaneda no es un fraude
¿Por qué no incluye Avellaneda la Segunda parte de la vida del pícaro
Guzmán de Alfarache (apócrifo de «Mateo Luján de Sayavedra», Valencia, 1602)
en su lista de continuaciones de obras ajenas?
Porque aquel
Guzmán fue un fraude. Y no es este el caso de su Quijote: en la
Portada, en la burlesca Dedicatoria Al alcalde, regidores y hidalgos de la
noble villa del Argamesilla de la Mancha, patria feliz del hidalgo caballero don
Quijote, lustre de los profesores de la caballería andantesca, en el
reprimendón prólogo, Avellaneda se distancia del primer autor: ni él es
Cervantes ni su Quijote se parecerá al suyo. Nadie puede llamarse a
engaño.
Este detalle tiene su importancia, pues nos dice algo de la
personalidad de Avellaneda y de su opinión respecto a imitación y plagio. Desde
luego, era un tipo muy listo. Y esto no se dice a humo de pajas: es posible que
cuando redactó esas líneas tuviese presente algo que leyó en las primeras líneas
del cap. I del Guzmán apócrifo:
la caridad, en suma, tiene
las cualidades que dice San Pablo: que no busca lo que [no] es suyo, no se
hincha, no tiene emulación, todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, y
aunque no se huelga del mal, pero es paciente y benigna.
Y en el
cap. IV:
la invidia y emulación es cosa sin fruto, y el que acarrea
es muy dañoso a su dueño: tristeza del bien ajeno, y pesar y carcoma de la
prosperidad del prójimo (1).
2. Avellaneda es un literato
en activo
Pues ha leído toda la producción cervantina, y
encuentra elementos positivos en La Galatea y en las Novelas
ejemplares…
· Conténtese con su Galatea…
· más
satíricas que ejemplares, si bien no poco ingeniosas.
· comedias en
prosa … son las más de sus novelas.
Es un lector ávido:
…en materia de opiniones en cosas de historia… cada cual puede echar
por donde le pareciere; y más dando para ello tan dilatado campo… los papeles
que para componerla he leído, que son tantos como los que he dejado de
leer.
Es arrogante, pero no deja de importarle el juicio de los
demás:
· Nadie se espante…, pues no es nuevo el proseguir una
historia diferentes sujetos.
· En algo diferencia esta parte de la
primera suya [de Cervantes].
· No me murmure nadie de que se
permitan impresiones de semejantes libros, pues éste no enseña a ser deshonesto,
sino a no ser loco.
En el cap. XXXI alude despectivamente al
Quijote cervantino:
…como se cuenta en no sé qué anales que
andan por ahí en humilde idioma (2) escritos de mano por no sé qué Alquife.
Y otro detalle que puede escapársenos: con lo de se permitan…
semejantes libros, Avellaneda se distancia de su criatura, y da a entender
que no es ése su auténtico registro literario.
Avellaneda es un literato
en activo, arrogante, de firmes convicciones literarias, que pretende dar un
correctivo al viejo y patético Cervantes. Y no va a hacerlo en una torpe sátira
de un par de pliegos. Va a competir con él en su propio terreno.
Aunque trabajaron con materiales similares e intercambiaran actos de
imitación mutua, los resultados narrativos de Cervantes y Avellaneda fueron, sin
embargo, opuestos. A ello contribuyó en no poca medida la visión distinta, y
acaso incompatible, que tuvieron del mundo que ambos compartían. Quien se
escondiera tras la máscara de … Avellaneda hubo de ser un hombre culto, asentado
en la sociedad de la época, de convicciones tan sólidas como simples, y poco
dispuesto a cuestionarlas. Estas creencias … dieron como resultado una novela
por completo alejada del original cervantino (3).
Aunque no
cabe la menor duda de que este Avellaneda fue un gran admirador del Quijote…, es
cierto también que profesaba un auténtico odio a Cervantes: curiosa actitud que…
no deja de ser un enigma más entre los muchos que plantea la apócrifa
continuación (4).
Cierto; pero quizá sea éste el más sencillo de
resolver: la envidia, la soberbia, el gusto por la competencia le impulsan. No
soporta que el decadente Cervantes haya dado con tan buen argumento y
personajes; y lo que es peor, que sin sacarles todo el partido posible, con
todos sus fallos y limitaciones, haya tenido éxito. Aparte de eso, algún
conflicto (literario, por supuesto) debió haber entre ellos para que Avellaneda
se tomase la revancha al presentársele la oportunidad; y con no poco trabajo,
todo y ser previsible que en cuanto Cervantes publique la anunciada Segunda
Parte la suya desaparecerá de las tiendas de los libreros: no le importa
perder la guerra si puede ganar una batalla.
3. «Sinónomos
voluntarios»
En 1626, en Lisboa, don Gónzalo de Céspedes
y Meneses publicó su Varia fortuna del soldado Píndaro. En el Al
letor, advierte que sigue el estilo de sus libros precedentes, pero:
…he procurado en éste ceñir más el lenguaje, hurtando el cuerpo a
toda afectación, epíteto y sinónomo. Lacónico y conciso verás hoy al
Soldado.
Curiosamente, «hurtando el cuerpo a…» es el «huyendo de…» que
empleó Avellaneda en su prólogo.
En 1602, en aquel Guzmán
apócrifo, en un par de ocasiones se lee el vocablo «voluntario» con valor de
«superfluo», «caprichoso»:
Los… señores que no miran por sus
vasallos… haciéndoles venir en pobreza por sus faustos voluntarios.
(III-II).
Los negros amores de Isabela me traían tan loco… que
me había de desvelar de noche cómo podía suplir sus voluntarias necesidades,
antojos y devaneos (III-VIII).
Y pues «ostentación» puede leerse
como «alarde», parece que Avellaneda se refirió a dos cosas distintas:
distanciándose de Cervantes, renuncia al adorno con sinónimos (por desaprobar
tal recurso estilístico, no por ignorancia) y evitará ofender a otros (porque no
sabría cómo). No parece que del pasaje puede extraerse, como hace algún
investigador:
En su Quijote, Cervantes ofendió a Avellaneda con
un alias intencionado.
¿Dónde dice Avellaneda que Cervantes usó «sinónomos
voluntarios» para ofender? Los «sinónomos voluntarios» que Avellaneda reprocha a
Cervantes no son necesariamente personajes del libro, como:
«Ginés de Pasamonte» = Gerónimo de Pasamonte
«Vicente
de la Rosa» = Vicente Espinel,
personajes que bien podrían
ser caricaturas maliciosamente empleadas por Cervantes.
Por otro lado,
mirándolo bien, desconcierta que en la misma frase se censuren dos cosas tan
distintas, como son la sinonimia y el ofender a otros. Este asunto de los
«sinónomos voluntarios» lo trato monográficamente en «Los ‘sinónomos
voluntarios’: un reproche sin réplica posible».
4. «Ofender a mí»
Avellaneda se apresura a declarar que Cervantes le ofendió en su
Quijote de 1605, pero no dice en qué consistió esa ofensa, ni,
consecuentemente, se defiende de ella. Ni siquiera parece hacerlo por medios
indirectos. Simplemente ataca a Cervantes presentándose como defensor de la fama
de Lope de Vega.
Este punto resulta inquietante: si Cervantes escribió
intencionadamente algo en su
Quijote que resultaba ofensivo para personas
reales —Avellaneda entre ellos—, bien debía saber de dónde podrían venirle los
tiros. Curiosamente, a Avellaneda no parece importarle dar tal pista, y
Cervantes parece no reparar en ello. En el
Prologo al Lector de su
Segunda Parte se limita a defenderse de lo relativo a Lope:
No he podido dejar de sentir… que me note de viejo y de manco, como
si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo…, o si mi manquedad hubiera
nacido en alguna taberna… He sentido también que me llame invidioso… , no tengo
yo de perseguir a ningún sacerdote, y más… del Santo Oficio; y si él lo dijo por
quien parece que lo dijo, engañose de todo en todo; que del tal adoro el
ingenio, admiro las obras y la ocupación continua y virtuosa .
¿Qué
explicación se puede dar a esto?
·
Avellaneda se sintió ofendido por
algo que no iba dirigido personalmente a él; de ese modo, Cervantes no podía
reconocerle. ·
Avellaneda era tan gran enemigo para Cervantes (por
su posición social, por informaciones sobre su vida), que, sin dejar de
replicarle, renunció a desenmascararle.
·
Cervantes conoce a
Avellaneda, pero es consciente de que le está devolviendo alguna mala jugada: no
puede dejar de acusar el golpe, pero no continúa la guerra. ·
Avellaneda se justificó con un falso pretexto, logrando despistar a
Cervantes (ya dijimos antes que nos parecía un tipo muy listo). ·
Hay errata en el pasaje: el manuscrito no decía «a mí», sino «a mil»: a
muchos (5) .
Lo cierto es que en su
Segunda parte
Cervantes da síntomas de estar efectivamente confundido. En el cap. final y el
Prólogo ya no alude a Avellaneda como «autor aragonés» (6), pero quizá eso se
deba a que entretanto le llegaron otras informaciones:
Para mí…
nació don Quijote… a despecho y pesar del escritor fingido y tordesillesco que
se atrevió… a escribir con pluma de avestruz grosera… las hazañas de mi valeroso
caballero, porque no es… asunto de su resfriado ingenio (cap. II-LXXIV).
¡…con cuánta gana debes de estar esperando ahora, lector…, este
prólogo, creyendo hallar en él… vituperios del autor del segundo don Quijote,
digo de aquel que dicen que se engendró en Tordesillas y nació en Tarragona!
(II-Prólogo). Antes de eso había publicado Cervantes sus
Ocho
comedias y ocho entremeses (libro que debió distribuirse a primeros de
octubre de 1615, un año después de publicarse el
Quijote de Avellaneda),
y decía en el Prólogo (otra vez recurriendo a lector):
Torné a pasar
los ojos por mis comedias, y… vi no ser tan malas… que no mereciesen salir… a la
luz de otros autores menos escrupulosos y más entendidos…; tú lo verás, lector
mío, y si hallares que tienen alguna cosa buena, en topando a aquel mi
maldiciente autor, dile que se emiende, pues yo no ofendo a nadie, y que
advierta que no tienen necedades patentes…, y que el verso es el mismo que piden
las comedias, que ha de ser, de los tres estilos, el ínfimo, y que el lenguaje
de los entremeses es proprio de las figuras que en ellos se introducen, y que,
para enmienda de todo esto, le ofrezco una comedia que estoy componiendo, y la
intitulo El engaño a los ojos, que, si no me engaño, le ha de dar contento.
¡Curioso! Si el «maldiciente autor» es Avellaneda, Cervantes parece
aludir a un crítico, como aquellos «preceptistas aristotélicos» (7) que
censuraban las comedias al uso, incluidas las del «insigne Lope de Vega Carpio»,
de los «menos escrupulosos y más entendidos».
En fin, despistado o no,
lo lógico es que si Cervantes llegó a sospechar de alguien en concreto, le
lanzase en su Segunda parte del Quijote alguna andanada, al menos para
advertirle: «Sé quien eres».
***
NOTAS:
(1) El
supuesto autor del Guzmán apócrifo fue Joan Josep Martí, abogado (fall.
en Valencia, dcbre. 1604). No hacía falta, pues, que Avellaneda fuese
eclesiástico (como proponen algunos investigadores) para citar a estos «autores
sacros».
(2) Se refiere a la lengua castellana, en comparación con las
clásicas.
(3) Gómez Canseco, L., en la Introducción a su ed. del
Quijote de Avellaneda (Biblioteca Nueva, Madrid, 2000), apartado El
ámbito ideológico de … Avellaneda.
(4) Riquer, M., en la
Introducción a su ed. del Quijote de Avellaneda (Espasa-Calpe,
Madrid, 1972).
(5) Véase mi art. «¿‘Ofender a mil’ o ‘a mí’? Una errata
plausible» (Revista Electrónica Lemir, núm. 12, 2008).
(6) Véase mi
art. «Cervantes, Avellaneda y Barcelona, la ‘venganza de los ofendidos’»
(Revista Electrónica Lemir, núm. 11, 2007).
(7)
Entrambasaguas, J., Una guerra literaria del Siglo de Oro, Madrid,
1932.