Este lenguaje que apela claramente a la confrontación es
utilizado de forma corriente por
Hugo Chávez, que ha hecho de su programa
semanal
Aló, Presidente una tribuna de intolerancia.
Durante la campaña
para las elecciones locales y regionales de fines de 2008, el presidente dijo de
forma contundente: “somos los continuadores de una batalla
contra los antipatrias, los traidores, los que se venden, la burguesía, los
pitiyanquis y a estos partidos viejos que ahora se visten de nuevos, pero son la
misma macolla, de los godos, de la cosiata; éstos que hoy están desesperadamente
tratando de reeditar el Pacto de Punto Fijo… Hay que decir que ese pacto murió
el 4 febrero de 1992”.
Los traidores,
sin embargo, no son sólo los opositores, los traidores también son aquellos que
osan disentir de los postulados del líder máximo
bolivariano. En un terreno marcado por la polarización
social y la crispación no hay lugar para las medias tintas. Por eso, “Quien
traicione a
Chávez se muere políticamente. Aquí no hay chavismo sin
Chávez. En Venezuela en este momento no hay terceras posiciones. El que
no está con
Chávez está contra
Chávez”.
Esta situación
está muy bien descrita por
Enrique Krauze en su excelente libro
El
poder y el delirio (Tusquets, 2008): “
Chávez ha
asumido frente a la oposición una actitud que recuerda a la Contrarreforma:
quienes disienten no son adversarios políticos sino enemigos de la verdad,
herejes de la religión oficial: “escuálidos”, “pitiyanquis”, “traidores a la
patria”, “vendepatrias”. Contra ellos lanza sus invectivas dominicales en
Aló, Presidente. Contra ellos tiene sus propios tribunales de la
inquisición: el programa de televisión
La Hojilla y los sitios de
Internet como
aporrea.org, donde
los usuarios chavistas no sólo descargan sus odios teológicos contra los
“escuálidos” sino que expulsan a sus propios correligionarios que se desvían de
la pauta canónica. La lógica de este sitio y de otros afines se debate entre la
intolerancia y el victimismo. Lo más increíble es que tiene a gala “no aceptar
propaganda opositora ni golpista”. Además, los usuarios más veteranos de
“Aporrea” tienen la opción de expulsar a los que consideren usuarios
problemáticos, saboteadores y opositores encubiertos” (p. 336).