Calle de Coimbra

Calle de Coimbra

    NOMBRE
Ana Isabel Cabo

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Coimbra,1967

    CURRICULUM
Licenciada en Derecho. Ha dedicado casi toda su carrera profesional al periodismo trabajando en algunos de los periódicos más importantes de Portugal como Público y el Diário de Notícias. También ha ejercido como periodista en proyectos regionales de comunicación como en el canal de televisión TV Saúde y el diario As Beiras. Actualmente trabaja en el Gabinete de Imprensa da Comissão Europeia, en Lisboa



Ana Isabel Cobo

Ana Isabel Cobo

Conímbriga. Mosaico romano

Conímbriga. Mosaico romano

Detalle de la fachada del monasterio de Santa Cruz

Detalle de la fachada del monasterio de Santa Cruz


Magazine/Nuestro Mundo
Coimbra
Por Ana Isabel Cabo, lunes, 2 de junio de 2008
"La guía elaborada por Ana Isabel Cabo convida al lector a disfrutar de matices diversos en su viaje. Por un lado, espacios y paisajes de los que nos ofrece un esbozo con trazos firmes y breves, bien resaltando los lugares elegidos y su geografía, bien enriqueciéndolos con su profundidad histórica. Por otro lado, nos propone un viaje por los sonidos y los colores del día, por los placeres de la comida y la bebida, con incursiones en la noche por bares y espectáculos." (António Gama. Geógrafo por la Universidad de Coimbra y autor del Prólogo del libro)
Cómo es Coimbra

“Coimbra tem mais encanto na hora da despedida” (Coimbra tiene más encanto a la hora de la despedida), canta el más célebre fado sobre la ciudad. Extraño encanto este que lleva a los que se marchan a volver siempre que pueden.

Cuando el coche comienza a aproximarse al puente sobre el río Mondego, la universidad aparece allá en lo alto, majestuosa e imponente, dominando toda la ciudad. A sus pies están las viejas casas de la Alta de Coimbra dispuestas en una especie de escalones que llegan hasta la Baixa. Ahí abajo, el río corre tranquilo. El Mondego ya fue temperamental, pero eso sucedió en otro tiempo, y hoy la Baixa no tiene que precaverse contra la embestida de sus aguas. Pero quien siempre ha vivido allí no se olvida con facilidad de esos años en los que se llegaba a ir en barco por las calles más comerciales. El comercio, compuesto por tiendas pequeñas y típicas —de ésas que aún tienen productos a la puerta— resiste todavía a los centros comerciales. Por la noche, un pesado silencio cae sobre las calles estrechas y laberínticas de la Baixa. Ya casi nadie vive allí.

En la Alta de la ciudad no se siente tanto ese silencio. Alrededor de la universidad en ensanches típicos, callejuelas escondidas y calles de casas antiguas, aún habita una población mayor que todos los días convive con una irreverente comunidad estudiantil. Por la noche, los estudiantes salen de sus «repúblicas», se juntan en pequeños bares y salen a la calle con el vaso en la mano. Pero eso ocurre durante el curso. En verano la ciudad se detiene y casi se adormece...

La universidad, allá arriba, parece permanecer indiferente a todo esto. Es vanidosa y un poco arrogante. Tal como la ciudad. Al final fue la universidad quien hizo a Coimbra. Le dio la imagen ineludible de ciudad universitaria, la enriqueció con valiosos monumentos y le ofreció un importante estatus del que Coimbra se ha hecho valer en el país y en el extranjero. También le concedió el peso de las tradiciones. En la semana de la Queima das Fitas, Coimbra se rinde a los veinticinco mil estudiantes y entra en un estado de euforia inexplicable.

Quien visita Coimbra con prisas no siente la vanidad de la ciudad. Su belleza monumental parece encubrir ese pequeño pecado. Al final, es en Coimbra donde están algunos de los más bellos monumentos de Portugal, donde las guitarras tocan el fado y donde se cuenta una de las más bellas historias de amor de siempre, la de Don Pedro y Doña Inés de Castro. Al final, es en Coimbra donde se sabe verdaderamente lo que son las saudades. «Coimbra tem mais encanto na hora da despedida». Y todos vuelven una vez. Y otra. La universidad, ella, estará siempre allí en lo alto, dominando la ciudad...

Cómo son sus habitantes

Es una ciudad donde se cruzan diariamente los que siempre han vivido allí, los que a partir de los años 60 y 70 eligieron Coimbra para residir y los estudiantes que llegan de todo el país para estudiar. Este variado conjunto hace que Coimbra se acerque hoy a los cien mil habitantes.

Los de siempre son conocidos por coimbrinhas. Se sienten un poco en el centro del mundo, son celosos de su universidad, les gusta ostentar el título de doctor, viven profundamente las tradiciones académicas, son fervorosos seguidores del club de fútbol local y difícilmente aceptan críticas a Coimbra. Los coimbrinhas raramente abandonan la ciudad. Los que llegan de fuera sienten, a veces, algunas dificultades de integración. El truco será por tanto adaptarse a su espíritu. Es lo que han hecho muchos de los que han elegido Coimbra para vivir.

Quien acaba la carrera, raramente se queda. Regresa a su tierra de origen o da el salto a los grandes centros urbanos en busca de otras oportunidades de trabajo. Coimbra sólo es atractiva como ciudad de servicios. Las saudades que se llevan los que se marchan son fácilmente compensadas en la Queima das Fitas, momento en el que regresan a la ciudad donde han estudiado y en el que, junto a una cerveza, reviven tiempos pasados.

Los barrios: orientarse en Coimbra

Si se encuentra rodeado por la universidad, por casas llenas de estudiantes, por calles empinadas y estrechas que esconden pequeños callejones y ensanches con ropa tendida en las ventanas, estará en la zona Alta de la ciudad. Allí convive gente mayor que vive en casas muy antiguas y jóvenes universitarios. La Alta era la zona que quedaba dentro de las murallas y donde hoy se sitúa la parte más monumental del centro histórico. En la Baixa está el comercio. El de mayor dimensión se encuentra en la calle Ferreira Borges, el más pequeño y tradicional está diseminado por muchas calles que ya no son tan empinadas como las de la Alta, pero que continúan siendo estrechas. Tienen los nombres de los antiguos artesanos que allí trabajaban como es el caso de la rua dos Sapateiros (calle de los zapateros), de la rua das Padeiras (calle de las panaderas), o de la rua dos Oleiros (calle de los alfare ros). Existen muchas zapaterías, ultramarinos, pequeñas tiendas de ropa y tejidos, algunas barberías, pequeñas tascas y restaurantes que durante el día atraen a miles de personas. De la Baixa en dirección al río, se encuentran las ruidosas avenidas Emídio Navarro y Fernão de Magalhães. También son zonas comerciales y en ellas se encuentran muchos servicios públicos.

Más allá del centro, la ciudad se ha ido expandiendo hacia varias zonas. Es el caso de Celas, de la avenida Dias da Silva, de Solum, del barrio Norton de Matos y más recientemente de zonas como el Vale das Flores y Boavista. Celas fue primeramente un pequeño núcleo originado alrededor del convento del mismo nombre, siendo hoy un área residencial muy habitada donde se sitúan tres de las más importantes unidades hospitalarias de la ciudad: el hospital de la Universidad, el hospital Pediátrico y el Instituto de Oncología. Solum —donde el antiguo Estadio Municipal dio lugar al nuevo Estadio Cidade de Coimbra— es otra zona residencial, en otros tiempos abierta y descongestionada. Actualmente, con la apertura de las avenidas circundantes, se ha registrado una ocupación un poco descontrolada de las laderas hacia el este, cuyo resultado es un denso poblamiento de la zona. Solum da acceso al barrio Norton de Matos, un barrio agradable y relativamente tranquilo. Fue construido en los años cincuenta y está dividido geométricamente en calles de casas pequeñas de dos o tres pisos, todas alineadas de forma muy sistematizada. De la relativa tranquilidad de Norton de Matos, se pasa después a los agitados y caros barrios de Vale das Flores y de la zona de Boavista. El primero acoge grandes equipamientos comerciales (como Makro o Coimbra Shopping) y la zona residencial; el segundo es eminentemente un área residencial donde también está instalado el nuevo campus universitario Polo II.

La margen izquierda ha estado un poco olvidada por la ciudad. Santa Clara era un barrio de antiguas fincas ribereñas y de conventos (Santa Clara y São Francisco) que se ha visto ocupada paulatinamente por áreas residenciales y donde se han instalado equipamientos como el estadio Universitario. Muy cerca del estadio está prevista en breve la finalización del primer centro comercial de esta margen. Contigua a Santa Clara, S. Martinho do Bispo acoge importantes infraestructuras como el Centro Hospitalario de Coimbra y algunas escuelas de enseñanza superior, como la Fundación Bissaya Barreto, el Instituto Superior de Contabilidad y Administración y la Escuela Superior Agraria de Coimbra.

Historia de la ciudad

A lo largo de dos galerías muy grandes, muy por debajo del nivel del suelo, iluminadas por una luz tenue, reina un completo silencio. Quien recorre el criptopórtico romano de Coimbra tiene la sensación de hacer un auténtico viaje a través del tiempo. A veces, hasta se sienten escalofríos. El caso no es para menos. Es el testimonio romano más importante del país y la memoria más antigua de Coimbra. Pero en esa época la ciudad tenía otro nombre —se llamaba Aeminium— y estas galerías servían de soporte a una dinámica zona de comercio.

Los musulmanes llegan a Coimbra en el año 711, y en 878 la ciudad es reconquistada por los cristianos, aunque sólo será definitivamente reconquistada en 1064. En la época de los primeros reyes, los habitantes vivían casi todos dentro del perímetro de las murallas donde estaba situada la fortaleza, el castillo, la catedral, el palacio de los Obispos y las principales iglesias parroquiales. Todo ello fue construido en una colina con fuertes desniveles, donde las dificultades serían superadas con escalinatas y muros de soporte. En la actualidad, las escalinatas aún se mantienen recordando antiguos tiempos. Dentro de las murallas, en la Almedina (corresponde hoy a la Alta de la ciudad) vivía el alto clero, la nobleza y algún miembro del pueblo. Fuera de las murallas (en la zona que hoy se denomina como Baixa) habitaba el pueblo, los comerciantes y artesanos que desde muy temprano tuvieron que enfrentarse a la crecida de las aguas del río Mondego. Fue en la Baixa cuando en 1131 comenzó a ser construido el que llegaría a ser el más importante monasterio portugués, el monasterio de Santa Cruz. Y es ahí también donde se asienta la comunidad judía.

En 1290, el rey D. Dinis funda la universidad. La institución se instaló en Lisboa con el nombre de «Estudo Geral», y sólo en 1308 sería transferida a Coimbra. Con D. Afonso IV se traslada de nuevo a Lisboa, en un vaivén que se mantuvo hasta 1537, cuando la universidad se fija definitivamente en la Alta de la ciudad. Surgen entonces diversos colegios universitarios, casi todos situados en la que era una de las calles más grandes de Europa: la rua de Sofia. Pero la universidad entraría, sin embargo, en un largo periodo de estancamiento sólo superado en el siglo XVIII con la construcción de la Biblioteca Joanina, y más tarde con la reforma del marqués de Pombal. Surgen en esa época nuevas facultades, el colegio de Jesus y el Laboratorio Químico. A finales del siglo XVIII había unos 8.000 alumnos, es decir, cerca de la mitad de la población de la ciudad. Coimbra empezaba a tener una clara vocación académica.

A finales del siglo XIX, la ciudad comienza a expandirse hacia zonas deshabitadas. Nacen la estación de ferrocarril y los primeros establecimientos hosteleros; se abre la avenida Sá da Bandeira y las calles de alrededor. Pe ro el centro continúa siendo la Baixa. No es casualidad que el ayuntamiento se instalase allí a mediados del siglo XIX. Cien años después se llevan a cabo nuevas y profundas modificaciones. Parte de la Alta es totalmente destruida para dar lugar a la expansión universitaria. Impotentes e indignados, los antiguos residentes no tienen alternativa: se ven obligados a trasladarse a barrios periféricos.

Figuras ilustres

Coimbra es famosa por sus re yes, como lo demuestra el que allí haya nacido y sido enterrado el primer rey de Po rtugal, Afonso Henriques. Su tumba está en el monasterio de Santa Cruz, hoy considerado como Panteón Nacional. Pero la ciudad vio también nacer a Sancho I, Afonso II y Sancho II; asistió a los amores de don Pedro y doña Inés de Castro y a los milagros de Doña Isabel de Aragón (reina Santa Isabel). Y si de la monarquía pasamos al clero, no se puede olvidar a San Antonio, que realizó sus estudios en Coimbra.

Gracias a la universidad, la ciudad ha cautivado desde siempre a muchas figuras relacionadas con el saber y el conocimiento. Es el caso del científico Pedro Nunes, de los médicos Egas Moniz (Premio Nóbel de Medicina), Elísio de Moura y Bissaya Barreto, de los geógrafos Orlando Ribeiro y Amorim Girão, o del historiador Jaime Cortesão. Por Coimbra han pasado también muchos amantes de la literatura. Poetas como Luís de Camões o António Nobre, escritores como Trindade Coelho, Antero de Quental, o Eça de Queiroz o más recientemente, Vergílio Ferreira, Fernando Namora o Miguel Torga son referencias obligatorias. Así como, en el área de la música, Carlos Seixas. El compositor que influenció de forma innegable la música clásica en la primera mitad del siglo XVIII nació en esta ciudad. Pero Coimbra es también la ciudad del fado y de la guitarra y, por ello, nunca podrían olvidarse sus maestros de la guitarra: Artur Paredes y Carlos Paredes. O las voces de Edmundo Bettencourt, Machado Soares, José Afonso y Adriano Correia de Oliveira.

En el campo político destacan el brasileño José Bonifácio da Silva (1763-1838); el ex-presidente de la República, Sidonio Pais; el jefe de gobierno entre 1932 y 1968 y mentor del Estado Novo, Oliveira Salazar; el antiguo Primer Ministro entre 1978 y 1979, Mota Pinto; Salgado Zenha, uno de los fundadores del Partido Socialista y el ex-presidente de la Asamblea de la República, Barbosa de Melo. Todos ellos hicieron sus carreras en Coimbra o dieron clases en la universidad.
La ciudad y la literatura

Fueron muchos los poetas y escritores que vivieron durante algún tiempo en Coimbra. Casi todos han escrito sobre ella con más o menos saudade, con más o menos emoción. La ciudad nunca les fue indiferente. «Coimbra foi para mim a procura difícil de um futuro em que pudesse existir. Mas ela é agora o repouso desse existir» (Coimbra ha sido para mí la búsqueda difícil de un futuro en el que pudiese existir. Pero ella es ahora el reposo de ese existir), escribe Vergílio Ferreira, uno de los que más se dejó impregnar por la vida y belleza de la ciudad.

Coimbra ha sido, desde muy temprano, motivo de inspiración para poetas y trovadores. D. Sancho I y D. Dinis escribieron allí sus Cantigas de Amigo y Amor y más tarde, en 1524 o 1525, la ciudad vio nacer a Luís de Camões. Fue en el monasterio de Santa Cruz donde el estudio de las artes hizo nacer en el poeta su sensibilidad e inteligencia geniales.

En 1888, António Nobre ingresa en la Facultad de Derecho. Instalado en la Torre de Anto y acompañado por las evocadoras casas de la Alta y las vistas hacia el Montego, escribe allí algunos de sus más bellos poemas. Sigue la denominada «Generación del 70». Antero de Quental, Eça de Queirós, Guerra Junqueiro, Ramalho Ortigão y Teófilo Braga viven en Coimbra una época brillante de ideas e ideales en nombre del liberalismo europeo. ¿Quién no recuerda el agitador «Manifiesto de los Estudiantes de la Universidad de Coimbra a la Opinión Ilustrada del País»?

Pero será la Generación de Presença (así llamada por organizarse en torno a la revista «Presença» que nació en Coimbra) la que marcará definitivamente la vida literaria de la ciudad. Corría la década de los veinte del siglo pasado cuando José Régio, Branquinho da Fonseca y Gaspar Simões proporcionaron el tema para largas discusiones cargadas de tintes modernistas en plena dictadura. Miguel Torga, Edmundo Bettencourt y muchos otros se unieron después al proyecto, que continuó hasta 1940.

La ciudad en el cine

A finales de los años 40, Armando Miranda filma en Coimbra Capas Negras, una película que cuenta con la célebre Amália Rodrigues en el papel principal. La película, que supuso el estreno de la fadista en el cine, fue un enorme éxito comercial, con veintidós semanas consecutivas de exhibición en Lisboa. Partiendo de una historia de amor, la película pretende en realidad contar la historia del fado. En 1978, Manoel de Oliveira rueda en la ciudad algunos exteriores de Amor de Perdición, basado en la obra del mismo nombre de Camilo Castelo Branco. En 2001, Raquel Freire dirige la película Rasganço. Totalmente rodada en Coimbra, la película tiene como personaje central la propia ciudad, en especial la vida estudiantil.
 

 
Nota de la Redacción: agradecemos a Alhena Media la gentileza por permitir la publicación de este texto correspondiente al libro de Ana Isabel Cabo, Coimbra, Aveiro y Viseu (Alhena Media, 2007) en Ojos de Papel