Como bien escribiera Shakespeare, y recoge en las primeras páginas de esta obra R.J.Alloza, ”la brevedad es el alma del ingenio”. Pero – permítaseme añadir -, siempre y cuando encontremos dentro de la misma el contenido suficiente que la justifique. Y así es, y así se da, en estos escritos que configuran –-bajo el original y sugerente título de No llores por ser mediocre-- , el último libro del autor, en donde un lenguaje escueto e incisivo, se pone al servicio de la idea y el pensamiento.
Su discurso –-lleno de personalidad y madurez-– es austero, sin concesiones inútiles, totalmente identificado con las palabras del poeta, cuando dice, “no importa escribir poco o mucho. Importa tener la gracia o el don de la abundancia justa”. Precisamente este don, es el que habrá de acompañar en todo momento a tan interesante lectura.
Daniel Riu Maraval
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LA SUAVIDAD EN LA CRITICA, la mesura en el elogio, la fidelidad al sentimiento, la brevedad en la exposición y la sencillez en la expresión son las virtudes precisas del hombre que ama la verdad y, por ende, la condición precisa para no alcanzar nunca la fama ni la celebridad.
MAS QUE COMPLEJO DE INFERIORIDAD, lo que se da es tristeza y desesperación por no poder mantener el complejo de superioridad inmanente a la condición humana.
ESTOY CON AQUEL QUE EN UNA CONVERSACION festiva vino a decir que, bien pensado, quizá pudieron los filósofos realizar su tarea no por el simple hecho de tener talento, sino porque estaban solteros.
LOS SANTOS QUIZAS SEAN LOS HOMBRES que no pecan en todas las ocasiones en que son tentados.
LO MAS IMPORTANTE PARA SER POLITICO no es tener ingenio; lo importante es tener vitalidad, disfrutar de una buena salud y, de paso, carecer de escrúpulos.
COMO EN BABEL, el problema no radica en la diversidad de las lenguas sino en la lejanía de los corazones.
LA AMBICION ES QUIZÁ NECESARIA, como acontece con la inflamación. Pero, pasado un cierto límite, acaba matándonos.
LOS AÑOS VIENEN A ENSEÑARNOS que, de cien cosas que los libros dicen, sólo una tiene valor para merecer ser recordada.
CUANDO UN HOMBRE NO ESTÁ ALIENADO por el instinto o la pasión, no pasa de ser un muerto que va enterrando a otros.
TEMO QUE LO QUE ESTÉ ACAECIENDO CON ESPAÑA no sea más que un caso particular de esa ley general que debería estar impresa con letras de fuego y que reza que cuando el contenido se pudre, el continente se derrumba.
Cuando un pueblo se torna servil –nuestro caso- que significa ser vil, es decir se envilece, está pronta su desaparición en el concurso de las naciones.
CREO QUE UN HOMBRE HA ENTRADO en el reino de la sabiduría cuando deja de hablar de sí mismo, lo que quiere decir que no habla. Lo que, dicho de otra manera, significa que ha dejado de ser vanidoso.
DESCONFIO DE LAS GENTES que presumen tener ideas claras. Las ideas claras suelen ser mezquinas, torpes, egoístas y mostrencas.
SOLO AMAMOS DE VERDAD lo que nos da seguridad y lo que viene a potenciar nuestra propia imagen.
EN UN MUNDO ENGOLFADO EN LA HIPOCRESÍA de los derechos humanos, se despliega cada día con mayor insistencia y mayor beneplácito por parte de la sociedad la idea de la muerte digna, viniendo a utilizar la palabra eutanasia –que sólo quiere decir muerte buena-. Tanto afán por la muerte digna y sin dolor deja asomar por entre los pliegues de su cobertura el morro hipócrita de la comodidad de vida para los que se quedan.
¿Indignidad? Tan indigno puede resultar el espectáculo de un joven afecto de un trauma craneal, oculto bajo una maraña de tubos y monitorizaciones que el de un anciano en curso de una trombosis cerebral.
No exageremos los supuestos sufrimientos cuyo fin más de una vez intentamos conseguir para evitar los problemas de los nuestros, y adoptemos una postura seria ante el problema que, sin duda, existe, pero sin pecar de humanitarismos farisaicos o de progresismos de mente hortera.
HE CONOCIDO A MUCHOS que vienen a tirar piedras contra su propio tejado con tan sólo una finalidad: parecer muy objetivos y, por ende –de eso se trata- muy inteligentes.
LA MUJER SOÑADA es la que en su cara no refleja ni niñez, ni codicia, ni furor uterino.
MUCHOS DE NUESTROS SEMEJANTES SON BUENOS no por otra razón que la de no atreverse a ser malos, para lo que hace falta una cierta dosis de confianza en sí mismos.
BAILAR VIENE A SER, EN LA MAYORÍA DE LAS OCASIONES, no otra cosa que la expresión en vertical de un deseo en horizontal.
LA VULGARIDAD APLAUDE, AFAMA Y ENRIQUECE a la originalidad pues ambas se alinean contra la perfectibilidad, el esfuerzo y la constancia.
EL ESTILO POMPOSO, LA MUNIFICENCIA en adjetivos, sinónimos y antónimos, suele encubrir la falta de ideas.
SE ADQUIERE CULTURA CUANDO el saber nos va rociando como lo hace el sirimiri, el calabobos, y no calándonos como los chaparrones.
Sólo con la lluvia fina y persistente crece el árbol de la sabiduría que, plantado de joven, nos vendrá a dar la acogedora sombra cuando alcancemos la ancianidad.
LA SEXUALIDAD, que en el hombre inicia un suavísimo declive a partir de los treinta años y que viene a hacerse ostensible a partir de los cincuenta, sigue con el mismo frescor –sino aumentado- en la mujer más allá de los sesenta.
Consejo: Cásense los hombres con mujeres quince años mayores que ellos. Tendrán en casa, de una sola pieza, amante y nueva mamá; y ellas, con marido jovencito, amante y bebé. No puede encontrarse combinación más idónea.
“DECIR LA VERDAD ES LARGO” –así sentenciaba Leonardo Da Vinci-, pues quien lo intenta se ve obligado a exponer los supuestos y los presupuestos. Y es a esto a lo que viene a conocer como razonar.
EL HOMBRE NOS RECUERDA MUCHO A LA MADRASTRA de Blancanieves: siempre se está mirando en el espejito de la opinión de los demás, a quienes silenciosamente pregunta “¿Quién es el más machote e inteligente de este reino?”.
Y al final, acaba siendo vencido por un grupo de enanitos, pese a sus enfados, acumulo de rencores y de haber empeñado su libertad.
LA DICHOSA COMPETITIVIDAD ROBA a la humanidad más horas de vida que el tabaco, la contaminación y las carreteras.
EL HOMBRE VIENE A AGOTAR gran parte de sus energías en intentar convencer a los demás de que él es el más inteligente.