Barack Obama: La audacia de la esperanza (Península, 2007)

Barack Obama: La audacia de la esperanza (Península, 2007)

    TÍTULO
La audacia de la esperanza. Cómo restaurar el sueño americano

    AUTOR
Barack Obama

    EDITORIAL
Península

    GÉNERO
Memorias

    OTROS DATOS
Barcelona, 2007. 400 páginas. 22 €



Barack Obama

Barack Obama


Reseñas de libros/No ficción
Barack Obama: La audacia de la esperanza. Cómo restaurar el sueño americano (Península, 2007)
Por Francisco Fuster, viernes, 1 de febrero de 2008
El destino y sus caprichos han querido que la traducción española del segundo libro de memorias del senador Barack Hussein Obama –The Audacity of Hope. Thoughts on Reclaiming the American Dream– haya llegado a nuestras librerías hace sólo un par de meses, en plena carrera hacia la presidencia de los Estados Unidos y coincidiendo con el momento de mayor apogeo mediático de esta figura política que ha conmocionado el panorama electoral americano y por extensión, el de toda la política internacional. Hoy el ciudadano medio americano observa con una mezcla de asombro e incredulidad, la osadía – temeridad para algunos – con que este joven (46 años) e inexperto senador por el estado de Illinois (su trayectoria se limita a dos años en el Congreso como senador), se ha propuesto dotar de significado y vigencia al sueño americano, encarnando por enésima vez, ese arraigado mito según el cual, son los Estados Unidos y no otro, el lugar del planeta señalado por la Providencia como la tierra de las oportunidades y de la libertad, allí donde los esfuerzos individuales y los méritos personales obtienen siempre su recompensa.
Cuando el 17 de octubre del 2006 salía a la venta la versión original del libro en inglés, pocos podían imaginar – entre ellos el propio autor – lo que el futuro nos deparaba. Obama acababa de imponerse un año antes a su rival republicano en las elecciones para el Senado de los Estados Unidos como representante del estado de Illinois y se disponía a contar por escrito cuál había sido su peripecia en esos duros años de campaña, sus agradecimientos y las deudas contraídas con aquellos que le habían ayudado. No constituía, el hecho de redactar unas memorias, nada nuevo para él. Ya el 1995, había plasmado su historia personal en su primer volumen de memorias, Dreams from My Father: A Story of Race and Inheritance. El salto a la escena política nacional con motivo de su celebrado y aplaudido discurso inaugural en la Convención Nacional Demócrata del 2004, unido a su llegada a la cámara alta estadounidense, le persuadieron de la conveniencia de esta nueva entrega de sus memorias, ajeno como se encontraba por entonces, a todo la vorágine electoral en la que se ha visto envuelto a posteriori. La excelente acogida del libro por parte de la crítica americana (el libro llegó a ocupar el primer lugar en la lista de best-sellers que elabora semanalmente The New York Times), unida a todo un conjunto de factores que sería imposible glosar aquí, han provocado lo que todos conocemos ya: la decisión del senador de pelear por el sillón de la Casa Blanca.

No ha sido Obama el primer político de aquellas tierras – y supongo que tampoco será el último – en tomar la pluma para narrarnos su vicisitud personal – adaptada siempre a los parámetros del American Dream – con mejor o peor suerte. El último ejemplo evidente lo vimos ya hace algunos años en la figura de Colin Powell, quien mucho antes de entrar en la administración Bush recorrió el país en una gira literaria de promoción de sus memorias que tituló My American Journey. El tremendo éxito del libro, publicado el 1995, hizo que muchos vieran en la historia de ese condecorado militar la reedición del sueño americano, llegando incluso a interpretarse el gesto como la antesala de su postulación a la presidencia, cosa que no ocurriría finalmente.

Esto es quizá lo mejor de un libro que combina de forma original lo que se supone que debe ofrecer al lector un libro de memorias, esto es, los recuerdos personales o familiares de un individuo contados con sentimiento y unas dosis de dramatismo y de superación; junto con una serie de explicaciones o posibles soluciones a los problemas más recientes que vive la población norteamericana

La audacia de la esperanza. Cómo restaurar el sueño americano es un libro impropio de un político, o dicho de otra manera, anormalmente bien escrito para lo que consideramos que debe ser el nivel medio de una persona que no se dedica profesionalmente a escribir. Leída de forma pausada, la prosa de Obama logra transmitir lo que tal vez no consiga su discurso oral, sometido constantemente como lo está, a los rigores de los tiempos marcados y al ritual de la gesticulación aconsejada por sus asesores de imagen. Si la coincidencia en torno a la potencia y la fuerza de su oratoria ha sido generalizada, la valoración de su escritura ha resaltado su capacidad para alternar y conjugar en un mismo discurso tres planos de la realidad totalmente distintos: una entrañable y atípica historia personal – es hijo de un padre keniano y de una mujer de Kansas – que recorre todo el libro de principio a fin como un hilo conductor, el relato intenso y cronológico de sus últimos años de trayectoria política culminados con su llegada al Senado nacional; y, por último, un recorrido por los temas que más le preocupan de la política actual estadounidense. Esto es quizá lo mejor de un libro que combina de forma original lo que se supone que debe ofrecer al lector un libro de memorias, esto es, los recuerdos personales o familiares de un individuo contados con sentimiento y unas dosis de dramatismo y de superación; junto con una serie de explicaciones o posibles soluciones a los problemas más recientes que vive la población norteamericana.

A lo largo de sus nueve capítulos (más un prólogo y un epílogo), Obama aborda temas centrales no solo en su ideario político, sino también en la propia mentalidad estadounidense. Allí se describen los defectos de la reverenciada Constitución americana y de ese secular sistema de partidos que Obama nos presenta más deteriorado que nunca por la crispación entre republicanos y demócratas. Se desmenuzan conceptos tales como la fe, la raza o la familia; pilares básicos de la idiosincrasia del americano común y a los que se dedican sendos capítulos; y se da un repaso a la política nacional e internacional de las últimas décadas del pasado siglo, para acabar con una crítica argumentada a la política del presidente Bush.

Son todos temas abordados con una prosa fresca y atractiva, que atrapa al lector con deliciosas y numerosísimas anécdotas personales, sin caer en ningún caso en lo trivial y lo frívolo. A la vez que nos descubre su historia, Obama nos ofrece esas claves que nos deben ayudar – como reza el subtítulo del libro – a restaurar el sueño americano. Haciendo valer su condición de egresado de Harvard, el autor demuestra en repetidas ocasiones a lo largo del libro un conocimiento enciclopédico de la historia americana y de las vidas de aquellos que lo han precedido en ese intento por alcanzar el éxito. Son continuas y reiteradas las alusiones a episodios concretos de la historia de los Estados Unidos y las figuras de sus presidentes más sobresalientes, de quienes intenta destacar sus aciertos sin ocultar por ello sus errores. Así pues, de Lincoln a Bush, discurren ante nosotros las egregias estampas de aquellos que asumieron en algún momento de la historia el timón de la nación americana.

Este defecto de la divagación, el titubeo y la falta de concreción que caracterizan el lenguaje y las formas políticas de Obama – y que está siendo, por lo que vemos a diario, la principal losa para su carrera presidencial, unido a su juventud y falta de experiencia – está presente a lo largo del libro, donde se echa en falta en múltiples ocasiones, un criterio claro o una postura política definida respecto a muchos de los temas que se tratan

A pesar de la amplitud en el tratamiento de algunos temas, no se trata como pudiera pensarse de un volumen programático. Ya he advertido anteriormente que se trata de un libro coyuntural puesto al servicio de una campaña política y no viceversa. Se ha acusado hasta la saciedad a su autor de no ofrecer en sus más de trescientas páginas ninguna solución concreta a los problemas de la política americana y en parte es cierto. Este defecto de la divagación, el titubeo y la falta de concreción que caracterizan el lenguaje y las formas políticas de Obama – y que está siendo, por lo que vemos a diario, la principal losa para su carrera presidencial, unido a su juventud y falta de experiencia – está presente a lo largo del libro, donde se echa en falta en múltiples ocasiones, un criterio claro o una postura política definida respecto a muchos de los temas que se tratan. La prudencia del autor y su deseo de contentar a todo el mundo, hacen que en más de una ocasión, nos invada la sensación de duda y desconcierto, al ver que se defiende – y lo que es más sorprendente, se argumenta – una postura y la contraria. Es este, ciertamente, un signo distintivo de Obama: su deseo de primar siempre el consenso sobre la imposición, el diálogo sobre el reproche, el razonamiento argumentado sobre el axioma irrefutable. Como candidato centrista y moderado que es, intenta abarcar lo inabarcable, de tal forma que, si en ocasiones se declara fiel seguidor de la tradición demócrata más liberal de un Bill Clinton, en otras nos recuerda al populismo que personificara en su día Ronald Reagan, recurriendo a los valores más tradicionales del conservadurismo cristiano y protestante que tanto agrada al electorado republicano.

Pero también para esto tiene explicación – que no justificación – Obama. Es la tremenda complejidad de la sociedad estadounidense y las peculiares circunstancias de su nacimiento como república federal, las que hacen de su país una contradicción constante y perpetua. La división entre republicanos y demócratas o conservadores y liberales, no es en última instancia, sino la plasmación de ese equilibrio de fuerzas – el famoso checks and balances – que está en la base de todo el sistema político y constitucional americano: un sistema basado en un impuesto y forzado equilibrio de fuerzas, de pesos y contrapesos, que impide la predominancia de un poder sobre otro, de tal modo que es precisamente esta ponderación del poder entre los diferentes estamentos – Congreso, presidente, partidos – la que dota al modelo americano de su carácter democrático e igualitario. Son los límites del sistema, los que marcan sin duda la postura de Obama; un discurso que se sitúa en el centro por miedo a que la decantación hacia izquierda o derecha, conlleve el castigo esperable por parte de un electorado que no acepta las medias tintas.

En conclusión, podríamos decir que Obama es uno y muchos a la vez, un héroe con diferentes caras. Si él mismo ha intentado explotar desde el principio el hecho de haber nacido en la tierra de A. Lincoln, a quien toma como ejemplo del self-made man americano que llegó a lo más alto desde su cabaña natal de Kentucky, otros los han comparado por su idealismo y adanismo con el propio J. F. Kennedy, quien – no lo olvidemos – también obtuvo un éxito rotundo en su día con su libro Profiles in Courage (Premio Pulitzer, 1957).

En cualquier caso es pronto todavía para conocer el alcance de la carrera política de este recién llegado. De momento, eso sí, ya nos ha dejado un legado literario que conviene conocer tanto por la indudable vigencia – y quien sabe si la futura importancia – del personaje, como por el esfuerzo que representa en todo tiempo, reflejar y argumentar con criterio las ideas políticas propias sin recurrir a un biógrafo o a la simple entrevista adulatoria. En este sentido, me atrevo a aconsejar la lectura de La audacia de la esperanza como un libro de gran interés, tanto por su carácter sugestivo para los que amamos y disfrutamos con esa compleja pieza de la historia universal que es la historia de los Estados Unidos, como también por su estilo fresco y esa prosa agradable que lo convierten en un libro de memorias apto para cualquier lector que comprenda el interés inherente a toda trayectoria de superación personal.

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