Tribuna/Tribuna libre
La fotografía del siglo XX
Por Bernabé Sarabia, martes, 2 de octubre de 2007
Se atribuye a Walter Benjamin la frase según la cual el analfabeto del futuro no será tanto el que no sabe escribir como el que no sabe fotografía. Lo cierto es que la imagen tiene cada vez más un papel central en la configuración de la memoria tanto individual como colectiva. Al mismo tiempo la imagen conforma con enorme potencia nuestro universo cognitivo y emocional. Esto es algo que en el universo del consumo y la publicidad se sabe desde hace años y que ahora están aprendiendo las organizaciones humanitarias y solidarias: una imagen vale mil emociones, y las emociones son esenciales en el proceso de toma de decisiones, algo que los vendedores de automóviles o de yates saben muy bien.
A mediados del siglo XIX nacen la fotografía y la sociología, ambas tratan
de explicar el mundo aunque sus desarrollos hayan sido muy diferentes. En sus
inicios la fotografía nace con un instinto notarial, trata de dar fe, con la
máxima objetividad, de aquello que retrata. Con el paso de los años y la llegada
del siglo XX con sus avances tecnológicos, el papel del fotógrafo comienza a
cobrar una dimensión más amplia. La mayor capacidad de control del sujeto sobre
el objeto fotográfico introduce la consideración artística en la fotografía. El
pictorialismo reúne a un grupo de fotógrafos que ven la fotografía como una
continuación de la pintura. El considerado, en algún manual, mejor fotógrafo
español de todos los tiempos, José Ortiz Echagüe (Guadalajara, 1886 - Madrid,
1980) fue un claro y gigantesco representante del pictorialismo tardío. Sus
numerosas exposiciones internacionales culminaron con la que se celebró en el
Metropolitan Museum of Art de Nueva York en 1960 bajo el título Spectacular
Spain. El arcaísmo de su visión de la realidad española condicionó durante
muchos años la representación de España en el extranjero.
La aparición
de la llamada Straight Photography (Fotografía directa) a comienzos del
siglo pasado marca el intento de desligar la fotografía de la pintura a manos de
Alfred Stieglitz y Paul Strand, entre otros. El célebre ensayo de Sadakichi
Hartmann A Plea for Straight Photography (1904) contribuyó de un modo
considerable a este cambio de tendencia. En los años veinte esta corriente se
identifica con el ideal de la máquina, símbolo de progreso y de modernidad. A
mediados de la década de 1920 aparece en Alemania el movimiento de la Neue
Sachlichkeit (Nueva Objetividad), cuya pretensión es constituir la
fotografía como una práctica dotada de sus propias leyes técnicas, ópticas y
formales. Al mismo tiempo se desarrollan la Nueva Visión, difundida por
Moholi-Nagy y la Bauhaus, y la Nueva fotografía. En esa amplia corriente
se encuadra la obra de Karl Blossfeldt, Albert Renger-Patzsch o Alexander
Rodchenko. De lo que se trata no es tanto de reproducir la realidad como de
retratar su esencia. En este sentido, August Sander centra su obra en documentar
su época utilizando categorías sociológicas. En 1929 publica un adelanto de
Hombres del siglo XX, un trabajo fotográfico con el que pretendía
retratar el orden social alemán a través de grupos de población: granjeros,
artistas, albañiles, músicos, burócratas, bailarines, industriales, secretarias,
etc. En Estados Unidos, en 1932, Anselm Adams, Eduard Weston, Imagen Cunningham
y otros crean en California el grupo F/64 para promover la Fotografía
directa y cuidar el tono, el detalle, la nitidez de las imágenes y la
profundidad de campo.
Al igual que la sociología, la fotografía es
policéntrica. Conviven distintas corrientes, enfoques diferentes, en una misma
disciplin
El Surrealismo, fundado por André Breton en
1924, sostenía que la vista era el sentido preferente y siempre prefirió la
fotografía. Su influencia fue más profunda en Francia. Los rayogramas o los
fotomontajes de Man Ray, Brassaï, Paul Nougé o André Kertész agrandaron los
límites de la fotografía. Algo semejante puede afirmarse respecto del dadaísmo,
que se funda en el Cabaret Voltaire de Zurich en 1916 y se extiende por Francia
y Alemania. Los fotomontajes de John Heartfield, Hannah Höch o Raoul Asuman
expresaron con frecuencia una crítica social y política muy propia de la época
que acabaría truncándose tras la Segunda Guerra Mundial. Derrotada Alemania
aparecen corrientes como la de la Subjektive fotografie (Fotografía
subjetiva), cuyo objetivo es reivindicar la personalidad creativa del fotógrafo.
Este enfoque, de fronteras muy difusas, dominará la escena fotográfica alemana
de los años sesenta. La fotografía preparada, conceptual o la performance
conforman a su vez distintos modos de situarse detrás de la cámara.
Al
igual que la sociología, la fotografía es policéntrica. Conviven distintas
corrientes, enfoques diferentes, en una misma disciplina. De ahí que no pueda
extrañar que mientras numerosos fotógrafos trabajaban para que la fotografía
fuese reconocida como una más de las bellas artes, otros tantos se sintieran
atraídos por la fotografía documental. En este sentido no puede olvidarse el
llamado Documento social y el trabajo de Dorotea Lange en 1936 para la
Farm Security Administration, un proyecto inscrito en el New Deal
del presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt destinado a intentar que se
entendiese mejor lo que fueron los años de la Gran Depresión estadounidense.
Como grupo independiente surgió la Photo Ligue, una asociación creada en
1936 en Nueva York y disuelta en 1951 debido en parte a la presión de la era
McCarthy. Ahí estuvieron entre otros B. Abbott y E. Smith con sus excepcionales
trabajos para Life.
En esta misma línea se despliega en Estados
Unidos la denominada Street Photography (Fotografía de calle) que enlaza
con la fotografía que hacía Weggee en los años cuarenta y que de otro modo y con
distintas cámaras llevan a cabo Robert Frank, William Klein, Garry Winogrand,
Lee Friedlander o Diane Arbus. Fotógrafos estos tres últimos emparentados con lo
que se ha denominado Ensayo fotográfico y que a raíz de la exposición
New Documents, organizada por John Szarkowski en 1967 en el Museum of
Modern Art (MOMA) de Nueva York, se convertirán en los máximos representantes de
la Fotografía de calle. La mirada ácida y sin contemplaciones de estos últimos
contrasta con el estilo humanista representado por Edward Steichen y la
grandiosa exposición The Family of Man organizada por el MOMA en 1955.
Las últimas décadas del siglo XX han presenciado la enorme capacidad de
renovación de la fotografía documental, tanto en sus temáticas como en sus
propuestas estéticas.
La capacidad digital de transformación de
una fotografía complica la noción de veracidad con la que nació la fotografía
hace ya más de 150 años. La realidad fotografiada es ya susceptible de
manipulación
La fotografía de moda toma cuerpo en el
París de finales del siglo XIX. Desde entonces no ha cesado su desarrollo
adaptándose a las tendencias fotográficas de cada momento. Las revistas de moda
y los libros suministran espacios, recursos y relaciones para su desarrollo.
Steichen, Horst, Beaton, Man Ray o Brassaï conforman un modo fotográfico que
llega a su plenitud con Richard Avedon e Irving Penn. Posteriormente Helmut
Newton, Jeanloup Sieff o en la actualidad la omnipresente Annie Leibovitz han
contribuido a enriquecer la fotografía de moda.
El rápido desarrollo de
la fotografía digital está planteando nuevos desafíos que han hecho todavía más
frágil la relación entre fotografía artística y fotografía documental. La
capacidad digital de transformación de una fotografía complica la noción de
veracidad con la que nació la fotografía hace ya más de 150 años. La realidad
fotografiada es ya susceptible de manipulación. Al presidente francés Sarkozy le
toman una foto en sus vacaciones norteamericanas, y para que parezca más
aguerrido le borran los “michelines”, tal como nos ha informado de la
manipulación la prensa de todo el mundo. Fotógrafos como Christian Bolstanski en
los setenta, Jeff Wall, Cindy Sherman o Joan Fontcuberta crean con sus fotos
falsos documentales o personalidades falsas que difuminan la frontera entre
realidad y ficción. La performance, combinación de movimiento, teatro,
música, texto y otras formas de expresión pública ha resurgido con las
posibilidades digitales, retomando aspectos dadaístas y futuristas. Marina
Abramovic, Kimsooja o Zhang Huan gozan de un reconocimiento
considerable.
A la par que se desenvuelven todos estos movimientos
fotográficos, la escuela de Bernd y Hilla Becher, con sus fotos que reducen y
limitan a lo imprescindible los elementos subjetivos, ha causado un enorme
impacto en la fotografía actual. Muchos de sus antiguos estudiantes de la
Academia de Bellas Artes de Dusseldorf (1976-1996) han alcanzado una gran fama y
sus obras se cotizan en el mercado del arte a precios excepcionales. Andreas
Gurski, Candida Höffer, Axel Hutte, Thomas Ruff, Thomas Struth y Petra
Wunderlich, alumnos todos ellos de los Becher, tienden a evitar la aparición de
personas en sus fotos de gran formato, utilizan una perspectiva central fija,
una profundidad de campo homogénea y, como sus maestros, trabajan con series y
tipologías.
Pero la fotografía de finales del siglo XX y principios del
siglo XXI sigue evolucionando favorecida, y turbada, por las nuevas tecnologías.
Prueba de ello es la denominada fotografía Relato de experiencia, una
corriente que agrupa a fotógrafos que desde los setenta y especialmente en los
ochenta han desarrollado una fotografía documental centrada en el territorio de
lo íntimo, en la crónica de los sentimientos. Una fotografía en la que la vida
del artista y de su entorno es el centro de su trabajo, convirtiéndose éste en
una especie de autobiografía personal y colectiva. En 1971, Nobuyosi Araki
publica Sentimental Journey, retratos de su esposa durante su luna de
miel. Fue todo un acontecimiento al que le seguirían los trabajos de Nan Goldin,
Robert Mapplethorpe o Alberto García Alix, cuya fotografía discurre en paralelo
a su vida.
Hasta aquí una parte de la fotografía del siglo XX. Seguiremos
más adelante. Los datos aquí presentados provienen de la obra de Hans-Michael
Koetzle, Diccionario de fotógrafos del siglo veinte (Ed. Círculo de
Bellas Artes.,Madrid, 2007), y del catálogo Momentos estelares. La fotografía
en el siglo XX, debido a Oliva María Rubio y al propio Koetzle, también
editado por el CBA. Dicho catálogo responde a la exposición Momentos
estelares que puede contemplarse en la Sala Picasso del Círculo de Bellas
Artes y la Sala Canal de Isabel II hasta el próximo 18 de noviembre de 2007 en
Madrid.