Reseñas de libros/No ficción
Harry G. Frankfurt: Sobre la verdad (Paidós, 2007)
Por Rosalía de Frutos, martes, 3 de julio de 2007
En el libro que nos ocupa, Sobre la verdad, Harry G. Frankfurt intenta explicar por qué la indiferencia a la verdad, a la que califica como una de las características principales de la charlatanería, es algo tan nefasto. Nuestra sociedad soporta sin cesar grandes dosis de charlatanería, mentiras y otras formas de tergiversación y engaño sin que haya logrado, por el momento, paralizar nuestra civilización.
Harry G. Frankfurt es profesor emérito de filosofía en la Universidad de Princeton. Sus campos de interés son la filosofía moral, la filosofía de la mente y de la acción y el racionalismo del siglo XVII. Es autor, entre otras obras, de los ensayos Las razones del amor y On bullshit, publicados por Paidós.
On Bullshit (Princenton University Press, 2005) es un ensayo sobre la manipulación de la verdad. Los bullshitters, manipuladores o charlatanes, personas que trasmiten información, son impostores y farsantes que cuando hablan sólo pretenden manipular las opiniones y las actitudes de quienes les escuchan. Su máxima preocupación es que lo que dicen logre el objetivo de manipular a su audiencia. El hecho de que lo que digan sea verdadero o falso es para ellos indiferente.
En consecuencia On Bullshit podía servir de prolegómeno en la indagación sobre la verdad. En todo momento quiere evitar definir los conceptos de verdad y falsedad. Así su argumentación se centrará exclusivamente en el valor y la importancia de la verdad y no en el valor o la importancia por encontrarla.
Una sociedad que de forma imprudente y obstinada se muestra negligente a una información fiable sobre los hechos está abocada a la decadencia, dice el autor, y por el contrario para crear y mantener una cultura avanzada necesitamos saber un gran número de verdades y hacer un uso productivo de ellas
A lo largo de los nueve capítulos que componen este breve ensayo, Harry G. Frankfurt irá poniendo de manifiesto que la verdad posee una gran utilidad práctica. De tal manera que cualquier sociedad que procure gozar de un grado mínimo de funcionalidad debe tener claro la utilidad de la verdad. Porque los grados más elevados de civilización dependen de un respeto por la importancia de la honestidad a la hora de explicar los hechos, así como de una gran precisión a la hora de determinar qué son los hechos.
Vivimos en una época en la que en muchos sectores públicos, políticos, columnistas de periódicos importantes, historiadores, novelistas, biógrafos y algunos filósofos, a los que el autor llama desvergonzados antagonistas del sentido común – subgrupo que se define como posmoderno – niegan que la verdad responda a algún tipo de realidad objetiva. Al contrario se guían por el propio punto de vista individual o bien está determinado por complejas e ineludibles presiones sociales, sin observar una clara diferencia entre lo verdadero y lo falso.
Una sociedad que de forma imprudente y obstinada se muestra negligente a una información fiable sobre los hechos está abocada a la decadencia, dice el autor, y por el contrario para crear y mantener una cultura avanzada necesitamos saber un gran número de verdades y hacer un uso productivo de ellas. De tal manera que nuestro éxito o fracaso en la vida en general, depende de si nos guiamos por la verdad o de si avanzamos en la ignorancia. Necesitamos la verdad no sólo para comprender cómo vivir bien, sino para saber cómo sobrevivir.
Como ejemplos para hacernos reparar en la importancia de la verdad desde el punto de vista utilitarista sigue las pautas de Baruch de Spinosa. Porque necesitamos saber dónde estamos. Y en el análisis de las verdades individuales, se apoya en el pensamiento de dos grandes poetas: Adrienne Rich, quien haciendo alusión a la mentira en las relaciones personales, como es en la amistad, afirma que ”cuando descubrimos que nos han mentido en una relación nos sentimos terriblemente despreciados” y en Shakespeare, con otro punto de vista bien diferente. En este caso a través de un provocativo soneto donde se ve a la mentira como halago, porque el mejor hábito del amor es no confiar en la verdad.
Tras una lectura atenta de este interesante y ameno ensayo, se puede concluir que en la medida en que conocemos la verdad, estamos en situación de guiar nuestra conducta con autoridad a partir de la naturaleza de la propia realidad. En tanto aprehendemos las verdades que necesitamos conocer, podemos elaborar juicios sensatos y aunque en alguna ocasión podamos ser felizmente ignorantes o estar contentos y engañados, si carecemos de las verdades necesarias nos guiaremos por nuestras fantasías y por los poco fidedignos consejos de los demás.