José Ribas: "Los 70 a destajo: Ajoblanco y libertad" (RBA, 2007)

José Ribas: "Los 70 a destajo: Ajoblanco y libertad" (RBA, 2007)



Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra

Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra


Tribuna/Tribuna libre
Retrato de José Ribas y la revista "Ajoblanco"
Por Bernabé Sarabia, viernes, 1 de junio de 2007
No es sólo la liga de fútbol. La cultura también está llena de sorpresas. En un momento en el que la Feria del Libro de Madrid está en pleno trasiego de autores firmando libros y de editoriales dando cócteles, resulta que un autor casi olvidado por sus lectores se convierte en la estrella rutilante del panorama cultural español. Prensa de pago, gratuita –y ya es difícil-, radio o televisión han coincidido en dar espacios al último libro (quién se acuerda de los anteriores) de José Ribas, Los 70 a destajo. Ajoblanco y libertad.
Aunque el título no oriente apenas al lector, lo que un Pepe Ribas cincuentón, calvorota y con marcadas bolsas en los ojos ha escrito es una autobiografía que se lee de un tirón pese a sus 597 páginas. A estas alturas, cuando cualquier mindundi incapaz de hacer la o con un canuto se pone a escribir y editar su vida, la literatura del yo tiene que ser de primera calidad para que despierte interés en críticos, medios de comunicación y lectores de a pié.

La clave del éxito está en la conjunción afortunada de varios elementos. El primero es que hay personaje. José Ribas Sanpons desciende de una de esas familias que sólo se dan en Cataluña. Una mezcla de capacidad para la artesanía o la industria y de gusto por la cultura. Gente viajada pero con amor a su tierra. Personas con gusto para la música, la pintura o los idiomas. Todo ello dentro de un orden en el que el dinero y las relaciones proporcionan unas habilidades sociales que sólo se adquieren con recursos de sobra y con el poso de los años. Pepe Ribas nace en un buen piso de Barcelona, estudia en los jesuitas de Sarriá y cursa Económicas y Derecho en la Universidad de Barcelona.

Tercer hijo tras dos hermanas con las que se lleva bastantes años, la imagen que trasmite el autor de sí mismo es la de haber sido un niño mimado. Todavía hoy Pepe Ribas conserva, gracias a su delgadez y agilidad, un aire peterpanesco. Tras una adolescencia de veraneos en Camprodón, una villa deliciosa –el románico de la zona es impresionante- frecuentada por la alta burguesía de Barcelona, Pepe Ribas entra en una universidad que agoniza con los estertores del franquismo. En 1973 tiene la habilidad y el coraje necesarios para hacer algo que todo amante de las letras o del arte ha deseado hacer alguna vez: fundar una revista. Escoge, lo cuenta como una revelación, un absurdo nombre gastronómico, el de una pesada sopa denominada ajoblanco. El hecho de ser el fundador, verdadera alma mater de una revista que sale a la calle poco antes de la muerte del general Franco en noviembre de 1975, le sirve a Pepe Ribas lo mismo que un machete a un explorador en una selva tropical, le sirve para abrirse camino en la sociedad.
Pepe Ribas escribe bien, es ameno y desde joven ha escrito diarios y notas de todo lo que iba haciendo. A esta información ha añadido un buen número de entrevistas a gente que vivió con él los acontecimientos que narra en su autobiografía (...) A una pluma fácil le añade una cuidadosa documentación cuajada de detalles y precisiones

Pero Ribas no es sólo quien lleva Ajoblanco. Es homosexual –o bisexual como quizá el mismo prefiera-, en tiempos del franquismo, tiempos sórdidos y de represión. Por otro lado, aunque la familia paterna es catalana de toda la vida, su padre es un falangista del José Antonio Primo de Rivera más puro y social que desde Roma intenta salvar del fusilamiento a su líder con influencias religiosas y el dinero de March y de algunos industriales catalanes de postín. Insistamos, en esta autobiografía hay personaje.

El segundo elemento a considerar es que Pepe Ribas escribe bien, es ameno y desde joven ha escrito diarios y notas de todo lo que iba haciendo. A esta información ha añadido un buen número de entrevistas a gente que vivió con él los acontecimientos que narra en su autobiografía. No queda muy claro si la entrevistas han sido trescientas como dice él o quinientas como aseguran desde la sección de relaciones públicas de la editorial –RBA-. A una pluma fácil le añade una cuidadosa documentación cuajada de detalles y precisiones.

El tercer elemento en dar valor a este texto es el conjunto de planos a través de los cuales se mueve Pepe Ribas. Por un lado ya hemos señalado el de la homosexualidad. Por otro está el político. Tras el mayo de 1968 y antes de la muerte de Franco nos encontramos con el activismo, en Cataluña, del PSUC (los comunistas catalanes), de Bandera Roja, de la Liga Comunista Revolucionaria y de los catalanistas de la Assemblea de Catalunya. Ya en el último cuarto del libro el autor nos lleva a su intento, bastante forzado por cierto, de poner en pié a la CNT. A todo esto añade Pepe Ribas lo que él considera de gran importancia para entender la transición española: el papel que juegan las agencias de inteligencia, sobre todo la CIA. Como puede entenderse, el lector asiste, con frecuencia estupefacto, a un desfile de personajes propio de un gigantesco hormiguero.

Por si lo anterior fuera poco añádase un cuarto elemento, la propia redacción de Ajoblanco. Un grupo brillante y variado con tendencia natural al follón y a la conspiración. Toni Puig, Fernando Mir, Luis Racionero, María José Ragué, Quim Monzó, Santiago Soler Amigó, Ramón Barnills o Ana Castellar eran algunos de los miembros de una banda en continua interacción con gentes de todo tipo como por ejemplo Karmele Marchante o Federico Jiménez Losantos. Al definirse Ajoblanco como una revista independiente de los ismos y contracultural, se constituyó como epicentro de un mundo muy rico y variado en los temas, en las personas y en los espacios sobre los que operaba.

Como es bien sabido, el primer Ajoblanco salió a la calle entre 1974 y 1980. El segundo, entre 1987 y 1999, y el tercero, del que apenas se habla, en 2003. Sin embargo el arco temporal de la autobiografía de Pepe Ribas discurre paralela al primer período. Tiempo más que suficiente para conformar un libro que ofrece una visión del último franquismo y del comienzo de la transición en la que se mezclan la vivencia personal y la reflexión estructural e histórica de una época de rápidos y profundos cambios culturales.