Magazine/Cine y otras artes
Casas vacías
Por Eva Pereiro López, martes, 7 de junio de 2005
Tae-Suk es un joven solitario que vagabundea por la ciudad en su moto. A lo largo del día, va dejando anuncios publicitarios pegados a las puertas de las casas. Por la noche comprueba qué casas siguen teniendo los papelitos en sus puertas, signo de que están temporalmente vacías, para entrar en ellas y establecerse hasta que sus propietarios regresen. Un día, una de esas casas en apariencia deshabitada, no lo está. Encuentra a Sun-Hwa, una joven maltratada por su celoso marido.
Después de Primavera, verano, otoño, invierno y... primavera (2003), Kim Ki-Duk vuelve a las pantallas europeas con este cuento extraño y silencioso que ha cosechado los premios Fipresci y mejor director en el Festival de Venecia 2004, y la Espiga de Oro en la Semana Internacional de Cine de Valladolid.
No sabemos mucho de Tae-Suk ni siquiera qué es lo que le lleva a llenar el vacío de una casa momentáneamente abandonada. Se instala en ellas sustituyendo a sus propietarios, llevando sus ropas, comiendo lo que hay en el frigorífico, y, a cambio, repara alguna cosa que está rota o estropeada, hace la colada, y ordena para que a la vuelta todo esté impecable, como si nadie hubiese penetrado en la intimidad. Pasan los días y el itinerario del silencioso protagonista se va a cruzar con una mujer igual de silenciosa. Adivinamos que Sun-Hwa lleva mucho tiempo humillada por su celoso y violento marido, sin libertad vive recluida a la espera de que éste vuelva de su jornada laboral. La vida se le ha escapado de entre los dedos y ya poco le importa su suerte. No se inmutará con la llegada del desconocido al que observa antes de dejarse ver para que comprenda que no está solo en la casa.
Hierro 3 es un cuento en el que se mezclan sueño y realidad, en el que las palabras escasean sin que ésto sea un lastre para el desarrollo de la película. Se trata de una historia elegante y delicada que se ve arañada violentamente por el mundo exterior
Entre ellos surgirá un lazo hecho de comprensión y respeto, algo que la protagonista lleva años sin conocer. Cuando se ven sorprendidos por el regreso anticipado del marido, ella decidirá irse con el joven y acompañarlo de casa en casa. A medida que transcurren los días y las casas, sin mediar entre ellos más que miradas y gestos, van ganando libertad y confianza ciega el uno en el otro, hasta que todo lo construido se ve truncado cuando son detenidos por la policía. Ella deberá regresar a su esclavitud y a él lo encerrarán en prisión.
Sin embargo, la violencia, la incomprensión de la sociedad y la corrupción policial no conseguirán hacer desvanecer su historia. Ella le esperará hasta que salga de la cárcel. El, recluido, aprenderá a convertirse en fantasma. Cuando es puesto al fin en libertad, su nueva condición va a permitirle volver a la casa de su amada donde sólo ella podrá verle.
Hierro 3 es un cuento en el que se mezclan sueño y realidad, en el que las palabras escasean sin que ésto sea un lastre para el desarrollo de la película. Se trata de una historia elegante y delicada que se ve arañada violentamente por el mundo exterior, cruel y desanimado, que fustiga la protección que las paredes de las casa de acogida brindan a los dos personajes marginales. Pero existe una manera de zafarse de lo establecido.